¿Sobrevivirá Londres al Brexit?

El Brexit desató una tormenta en el mundo financiero de la City londinense. Nadie sabe todavía qué clase de acceso al mercado financiero único de la Unión Europea tendrán las empresas con sede en el Reino Unido, y la decisión de la primera ministra Theresa May de convocar a una elección general el 8 de junio complica todavía más el panorama, al menos en el corto plazo. Pero hay una molesta sensación de que ya nada será igual, y que se pagará un precio por abandonar la UE.

Así que las empresas de servicios financieros con sede en el RU, especialmente las que habían elegido Londres como base de operaciones europea precisamente para poder acceder a todo el mercado de la UE desde un único lugar, están analizando opciones. Incluso están siendo obligadas a ello por las autoridades, que exigen saber cómo piensan mantener la continuidad del servicio a sus clientes si se diera un Brexit “duro” (el gobierno de May prefiere hablar de un Brexit “limpio”, pero son sutilezas semánticas).

Los centros europeos rivales vieron aquí una oportunidad de llevarse una parte del negocio de vuelta al continente (o a Irlanda). Y hace mucho que los gobiernos de otros países lamentan la primacía londinense: que el principal centro de transacción de instrumentos denominados en euros estuviera fuera de la eurozona era algo difícil de aceptar.

Hace pocos años, el Banco Central Europeo intentó imponer que la compensación de instrumentos en euros tuviera lugar dentro de su jurisdicción, pero un fallo del Tribunal Europeo de Justicia se lo impidió. Tiene su ironía: ahora uno de los objetivos principales de May es sacar al RU de la órbita del TEJ.

Así que los mejores hoteles de Londres han visto llegar delegación tras delegación de ministros, alcaldes y un sinfín de lobistas de centros financieros, que también dieron un bienvenido impulso al negocio de los restoranes de lujo. Luxemburgo, Frankfurt, Dublín y otras ciudades organizaron glamorosas presentaciones de las ventajas competitivas de sus ciudades respecto de Londres: menos costo inmobiliario, impuestos corporativos más bajos (algo que suena creíble dicho con acento irlandés), restoranes con estrellas Michelin y concesionarias de Porsche: todos los servicios esenciales que conforman un centro financiero vibrante.

No faltó en estas presentaciones motivo para la sorna. El presidente francés François Hollande ganó la elección diciendo que el mundo de las altas finanzas era su enemigo. Pero la presidenta de la región de París prometió hace poco “una alfombra roja, blanca y azul” para los gestores de fondos de cobertura que se compren un billete de ida en Eurostar a la Gare du Nord (un dardo envenenado en dirección al ex primer ministro británico David Cameron y su promesa de tender una alfombra roja a banqueros franceses que quisieran huir de impuestos prohibitivos, huelgas y leyes laborales restrictivas).

De pronto, todos aman a los amos del universo que en 2008 casi destruyeron el sistema financiero mundial: aquí no ha pasado nada.

Semejante despliegue de actividad promocional puso otra vez sobre el tapete la cuestión de qué combinación de características debe tener un centro financiero exitoso. Es una pregunta que ya se hizo muchas veces (y las consultoras de gestión ganaron fortunas con sus respuestas).

Un estudio hecho antes de la crisis por McKinsey para el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, recomendaba copiar el sistema regulatorio de Londres (que poco después estalló). Cuando las autoridades de Hong Kong reseñaron las regulaciones de su ciudad para encontrar modos de mejorar su atractivo para las empresas internacionales, encontraron que lo que estas realmente quieren es aire más puro y más escuelas internacionales. Nada de eso es competencia de la autoridad monetaria (y ni siquiera del gobierno de Hong Kong, en el caso de la contaminación del aire).

Cuando en las encuestas se pregunta a las empresas por qué eligieron un lugar en particular, se obtienen en esencia respuestas circulares: están allí porque otras empresas también están, y así es más fácil hacer negocios con sus contrapartes principales. De todos modos, hay algunas pautas que se repiten.

A las empresas extranjeras les gusta pensar que se las trata igual que a sus competidoras locales: es decir, las regulaciones con motivaciones políticas son un repelente. También quieren un sistema judicial independiente que proteja el derecho de propiedad. Y quieren acceso a personal capacitado.

En todos estos aspectos, Londres y Nueva York siguen haciendo un buen papel. El último Índice Global de Centros Financieros, publicado el mes pasado por Z/Yen, muestra que Londres sigue liderando el pelotón, apenas por delante de Nueva York.

Pero las calificaciones de ambas ciudades declinaron marcadamente el año pasado, y la distancia entre ellas y la tercera ciudad, Singapur, que el año pasado superaba los 30 puntos, este año se redujo a 20. De hecho, casi todos los centros asiáticos subieron en el listado; el ascenso más veloz fue el de Beijing, que pasó del 26.º al 16.º lugar.

Dentro de Europa, el único otro centro financiero ubicado entre los primeros veinte del mundo es Luxemburgo, que entró apenas en 18.º lugar, seis puestos más abajo que el año pasado. Frankfurt, número 23, cayó cuatro lugares este año, y París lleva un par de encuestas anclada en el 29. Así que Londres lleva una gran delantera en Europa.

¿Puede el Brexit provocar algún cambio radical? Aún es difícil saberlo. De los factores clave para las empresas, no parece probable que cambie el sistema regulatorio londinense indiferente a nacionalidades; tampoco el judicial. De modo que esas ventajas deberían mantenerse.

El principal factor decisivo será probablemente la disponibilidad de personal capacitado. Las empresas financieras radicadas en Londres están habituadas a poder reclutar personal en toda la UE, y las autoridades británicas incluso han sido flexibles en relación con el personal extracomunitario. Como en Europa la mayoría de los aspirantes a profesionales financieros hablan buen inglés, las empresas tienen muchos candidatos a su disposición.

La continuidad de esa disponibilidad tras el Brexit será la pregunta política de mayor peso a la que se enfrentará la City londinense en las negociaciones inminentes. Quien ocupe el cargo de primer ministro del RU después de la elección (bien podría ser May) tendrá que dar una buena respuesta, o Londres no seguirá en la delantera del pelotón por mucho tiempo.

Howard Davies, the first chairman of the United Kingdom’s Financial Services Authority (1997-2003), is Chairman of the Royal Bank of Scotland. He was Director of the London School of Economics (2003-11) and served as Deputy Governor of the Bank of England and Director-General of the Confederation of British Industry. Traducción: Esteban Flamini.

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