Socialismo en la República Catalana

Catalunya está virtualmente perdida para España. Lo que interesa es que si Catalunya recobra su alma no se pierda para el socialismo, que tendrá que ser en definitiva su ideal supremo. Interesa, por lo tanto, que ningún socialista se contagie de la tradicional incomprensión que ha roto en mil añicos aquel célebre imperio que, por estas fechas (...), no ofrece ninguna materia para una federación, ni siquiera para un rudimentario entendimiento”. Efectivamente, si no fuera por el uso del término “alma”, ahora improbable, este podría parecer un texto actual. Y no: tiene exactamente noventa y dos años. Lo cita Mercè Barceló en El pensament polític de Serra i Moret (1986), y ahora lo ha recuperado Andreu Navarra para un artículo, “Un catalanisme original: Manuel Serra i Moret”, publicado en Imaginaris nacionals moderns. Segles XVIII-XXI, editado por Capdevila, Lladonosa y Soto, y publicado por la Universitat de Lleida.

Antes de entrar en materia, el lector me permitirá un breve comentario sobre la obra que acoge este artículo de Navarra. Y es que, aunque alguien pueda pensar lo contrario, incluso en plena batalla política e ideológica, en Catalunya hay personas que se dedican a reflexionar con perspectiva académica sobre la nación. Y lo hacen con una mirada global, incardinando sus reflexiones en los debates abiertos que, sin tantas manías, se siguen planteando en todo el mundo mientras aquí, principalísimos afectados, los despreciamos por sospechosos. Estamos afectados de aquello que describía en mi anterior artículo como “identifobia”, pero que podríamos ampliar en una “nacionalifobia”, tan políticamente correcta en un cierto mundo universitario, empeñado en no mirar hacia afuera.

Pero volvamos a Serra i Moret. Hace 92 años, en una conferencia pronunciada el 23 de enero de 1923 ante el Grup Sindical de Paletes y en crítica abierta con Acció Catalana, afirmaba: “No, los obreros no sienten el nacionalismo, y se puede notar que como más conscientes son más se alejan de las doctrinas nacionalistas. (...) Pero donde más se ve la verdadera mentalidad de los nacionalistas radicales está en el hecho de que, mientras hablan continuamente de libertad, de dignidad y de independencia, refiriéndose al poder central, casi no dicen ni una palabra de la cuestión social (...)”. En este caso, no estaría de acuerdo en establecer un paralelismo entre la crítica a Acció Catalana y el independentismo social que ahora es hegemónico en Catalunya. Pero está claro que la música de la crítica de una cierta izquierda, es exactamente la misma. Parece como si el socialismo actual, de Serra i Moret, se quedara con aquello que ya está superado y, en cambio, ignorara lo que aún es valioso.

Para acabar con las citas, recurro a otra extraordinaria conferencia, también de 1923 pero pronunciada por Rafael Campalans, otro socialista insigne, en el CenY tre Autonomista de Dependents del Comerç i de la Indústria, y que ya he citado en varios escritos sobre inmigración.

Decía Campalans: “Los socialistas proclaman los principios de libertad. Es así como el nacionalismo catalán es un problema de libertad colectiva. Los socialistas de Catalunya, pues, junto a los principios sustantivos del programa del partido –lucha de clases, socialización de los medios de producción, distribución y cambio, etcétera–, al lado y ni por encima ni por debajo, tenemos que añadir un nuevo principio, “sustantivo” también para nosotros: el de la libertad total y absoluta de Catalunya”.

ahora las preguntas. ¿Qué queda de esta mirada socialista de hace casi cien años sobre Catalunya y su (imposible) relación con España? ¿Leídos Serra i Moret y Campalans, entre otros, puede sostenerse que el conflicto que ahora vivimos se lo acaba de inventar un partido corrupto para esconder sus vergüenzas? ¿Dónde ha ido a parar el catalanismo del PSC actual, ahora que ya ha perdido casi la mayoría de los miembros que mejor lo encarnaban? ¿Por qué se ha dejado perder la posibilidad de representar este doble contenido sustantivo, sumando el eje social al de la libertad total y absoluta de Catalunya?

Es justo porque el PSC ha desligado los dos proyectos que, por una parte, se le han marchado los que mejor representaban tal conjunción –unos a ERC, otros a casa–, mientras que aquellos sectores que protegía del lerrouxismo más descarnado –pero que, fatalmente, nunca supo incorporar al país–, se le marchan en tropel hacia Ciutadans. Es triste que ahora, simplemente porque Miquel Iceta ha superado los peores vaticinios, alguien pueda hablar de los “buenos resultados” del 27-S. Y es de una magnitud difícil de describir que no tan sólo se le hayan marchado los Maragall, Tura, Castells o Nadal, sino que tampoco sepa retener a Pere Navarro, parece que poco de fiar porque era firme partidario del derecho a decidir o por haber desafiado por dos veces la disciplina de voto en las Cortes.

Si el proceso de emancipación nacional llega a buen puerto, si llegamos a ver la nueva República Catalana, la recomposición del mapa político será total. No sé si CDC tendrá bastante con una refundación poco antes de la proclamación de la independencia ni cómo se producirá, justo después, el previsible movimiento sísmico dentro de ERC. Pero una República Catalana será para el PSC su final de camino. El socialismo catalán posiblemente va a encontrar su lugar en una futura recomposición de ERC o en algún nuevo espacio todavía por inventar. Pero de lo que estoy completamente convencido es de que un pensamiento tan consistente como el de Serra i Moret o Campalans encontrará su realización plena, precisamente, en esta nueva República. Como citaba al principio, me sumo a Serra i Moret: “Interesa que si Catalunya recobra su alma, no se pierda para el socialismo”.

Salvador Cardús i Ros

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