Solo ha sido un primer paso

El pasado 9 de marzo fue un día histórico para los ciegos de nuestro país: por primera vez, muchos de nosotros pudimos ejercer el derecho al voto solos, utilizando el código de lectoescritura braille. Ha sido un gran paso, pero ha sido solo un primer paso. Un primer paso hacia la normalización de la vida de las personas ciegas y deficientes visuales.

No ha sido fácil llegar hasta aquí. En esta reivindicación y esta lucha, la ONCE ha hecho un trabajo callado pero persistente ante la Administración central. Ha trabajado también conjuntamente durante los últimos años con la Generalitat para pedir a la Junta Electoral Central (JEC) que tanto en la consulta para la aprobación del Estatut de Catalunya como en las últimas elecciones al Parlament se realizara una prueba piloto con este sistema. Pero en las dos ocasiones la JEC se negó, alegando que era un tema en el que había que cambiar la legislación vigente.

Sin ruido mediático ni acaparar portadas, hemos trabajado junto a otras organizaciones de discapacitados para conseguir que, poco a poco, desde el acceso a los colegios electorales hasta todo el resto del proceso, las elecciones fuesen accesibles. El resultado han sido pequeños pasos que tienen que seguir en el futuro.

Pero quisiera aprovechar la atención que la sociedad nos ha prestado gracias a este logro para recordar, con ejemplos concretos, algunos de los retos que todavía tenemos para lograr la normalización de nuestra vida.

Por ejemplo, si cuando se diseñan páginas web no se piensa en todos sus posibles usuarios. Si no se hace así, cuando mi amigo Santi Moese --ciego de nacimiento, filólogo y apasionado navegador por internet que dispone de su propio blog-- quiere acceder a una página que incorpore tecnología Flash no podrá conocer su contenido. Santi, como yo misma, tendremos también dificultades si utilizamos algunas aplicaciones hechas con programario libre. Si el diseño de los productos basados en las nuevas tecnologías no se hace pensando en que tiene que ser un diseño para todo el mundo, se corre un claro riesgo de exclusión social de una parte de la población.

Cuando ayer por la noche algunos de los que me están leyendo vieron un DVD, quizá se pelearon un rato para entender el menú y encontrar el botoncito de inicio de la película o el de acceso a los contenidos extras. ¡Afortunados ustedes que lo encontraron!

Mi amigo Enric Botí no puede hacerlo si no tiene junto a él a alguien que se lo encuentre. Para poder ser autónomo, necesitaría que estos menús tuviesen una voz que lo fueran guiando por la pantalla. En este sentido, es más sencillo utilizar un vídeo: pones la cinta y esperas a que empiece la película. Una vez más, un avance tecnológico nos pone un nuevo obstáculo por salvar.

Pero lo que estoy proponiendo, estos menús parlantes, ni son una quimera ni son algo difícil de hacer. Es más, los ciegos ingleses ya los disfrutan porque una ley obliga a que un 10% de los DVD que se comercializan tengan estos menús y, además, que también la película esté audiodescrita, es decir, con descripciones orales que, aprovechando los espacios sin diálogos, explican la acción, la escena o la gestualidad de los personajes. Aquí seguimos esperando una medida parecida.

En cuanto a la Televisión Digital Terrestre (TDT), tenemos un problema muy parecido. Cuando em mi televisor intento sacar provecho de las nuevas posibilidades que nos ofrece, me encuentro con el mismo problema de la falta de menús parlantes. En este caso, y al tratarse de una tecnología de novísima implantación, ningún país de Europa ha puesto en funcionamiento todavía una solución tecnológica estándar.

La TDT permite incorporar sistemas de subtitulación y de audiodescripción, que favorecen a las personas con discapacidad visual y auditiva. Pero para que lo que la tecnología permite se haga realidad, se precisa también la voluntad --política y social-- de no excluir a nadie.

En nuestro país hay un grupo de trabajo en el que están presentes el Ministerio de Industria y las organizaciones de discapacitados que todavía no ha logrado fijar ninguna solución técnica ni ningún calendario de aplicación. Y todo ello cuando quedan menos de mil días para el apagón analógico, previsto para abril del año 2010.

Otro ejemplo lo tenemos en los nuevos electrodomésticos que incorporan mandos digitales, en los que toda la información se proporciona a través de una pantalla digital que, si no nos habla, nos deja sin posibilidad alguna de utilizar el microondas, la nevera o la lavadora. Como pueden ver, cuando hablo de riesgo de exclusión social no me refiero solo a posibilidades teóricas.

Una vez más, unas nuevas tecnologías --unidas a la imprevisión de los poderes públicos para regular estos aspectos de accesibilidad universal-- hacen que las personas discapacitadas vayamos un paso por detrás, recordándonos de nuevo que podemos ser ciudadanos de segunda. Quisiera que este hito histórico del voto en braille del 9 de marzo fuese solo un primer paso hacia la normalización. En este camino, la atención mediática, la presión social y la voluntad política serán necesarias a partes iguales. No nos dejen solos.

Teresa Palahí, Delegada territorial de ONCE Catalunya.