Soltando al renminbi

Según se dice, Estados Unidos está presionando a China para que acepte mantener estable el valor del renminbi, como parte de un acuerdo para poner fin a la guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo. Es una demanda que China debe pensar dos veces antes de aceptar.

El renminbi sin duda estuvo subvaluado durante muchos años, inclusive cuando existía una paridad con el dólar, establecida en 1998. Un renminbi subvaluado fue un factor importante que contribuyó al superávit comercial que China ha venido teniendo de manera constante desde 1993, cuando su ingreso per capita era de apenas 400 dólares. En otras palabras, incluso cuando China era un país muy pobre, exportaba capital al resto del mundo, especialmente a Estados Unidos.

Si bien tener un superávit comercial beneficia a algunos sectores de la economía durante un tiempo, no resulta claro que favorezca a la economía en general en el largo plazo. Aun así, dos décadas de mantener un excedente de cuenta corriente (que incluye el comercio), junto con un excedente de cuenta de capital (alimentado por grandes ingresos de inversión extranjera directa), permitieron que China acumulara enormes reservas de moneda extranjera y un gran stock de IED. Como resultado de ello, si bien China es uno de los acreedores más grandes del mundo, ha tenido un déficit de ingreso de inversión durante más de una década.

Sin embargo, en los últimos 15 años aproximadamente, China se ha esforzado por corregir sus desequilibrios comerciales. Desde 2005, cuando se eliminó la paridad del renminbi con el dólar, la moneda se apreció de manera sostenida. Al final de 2013, su tipo de cambio frente al dólar se había fortalecido un 35%. En el mismo año, el excedente de cuenta corriente de China cayó a apenas el 2% del PIB, de su pico del 10,1% en 2007.

Es más, desde 2014, cuando controles de capital más laxos permitieron que la cuenta de capital de China respondiera mejor a cambios más amplios en la economía global, de tanto en tanto el país ha empezado a experimentar déficits de cuenta de capital importantes. A veces, esos déficits son lo suficientemente grandes como para poner toda la balanza de pagos en déficit, a pesar del excedente comercial.

El 11 de agosto de 2015, China tomó una medida importante para fomentar la flexibilidad del tipo de cambio: en lugar de fijar un punto medio diario para el renminbi de manera independiente, el Banco Popular de China (PBOC en inglés) empezó a basar el punto medio en los precios de cierre del día anterior. En un principio, hubo una presión descendente muy leve sobre el renminbi en el mercado de divisas. Pero la medida, aplicada en un momento poco propicio, terminó alimentando las expectativas de una devaluación de la moneda, lo que desató un alza de las salidas de capital que hizo bajar aún más el valor del renminbi.

Algunos –incluida la ex presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos Janet Yellen, en una entrevista reciente- han sugerido que China devaluara su moneda este verano, para compensar los efectos de una apreciación del dólar en la competitividad internacional de la economía. La verdad es que China, precisamente porque temía que una depreciación diera lugar a expectativas aún altas de una mayor devaluación (en definitiva, poniendo en peligro la estabilidad financiera de China), abruptamente canceló la reforma pocos días después de que hubiera comenzado y empezó a intervenir fuertemente en el mercado cambiario para frenar la caída de la moneda.

Cuando esas intervenciones se desaceleraron en 2016, el renminbi comenzó a depreciarse otra vez, lo      que llevó al PBOC a reanudar la intervención. El PBOC gastó alrededor de 1 billón de dólares de las reservas de moneda extranjera de China en menos de dos años para frenar la presión descendente sobre el tipo de cambio. En 2017, gracias al ajuste de los controles de capital y a una caída del índice del dólar, el tipo de cambio del renminbi finalmente se estabilizó.

No existe ninguna evidencia de que China haya intervenido para debilitar el renminbi desde entonces –ni siquiera para compensar el impacto de los mayores aranceles de Estados Unidos sobre las exportaciones chinas-, aun cuando el tipo de cambio ha fluctuado en respuesta a los temores sobre una guerra comercial. El gobierno chino sabe que manipular su tipo de cambio no es lo que más le conviene. Y, dadas las vulnerabilidades financieras de China, la devaluación es particularmente poco atractiva.

Entonces, mientras que el temor de la administración Trump de que China esté manipulando su tipo de cambio para obtener una ventaja comercial no es irracional, sí es infundado. Aun así, China no puede comprometerse a mantener estable el renminbi contra el dólar estadounidense.

Los ciclos económicos de China no están sincronizados con los de Estados Unidos. La Reserva Federal puede aumentar la tasa de los fondos federales en un momento en que el PBOC necesite recortar su tasa de interés, y esto fomentaría las salidas de capital y haría bajar el valor del renminbi. Es el derecho soberano de un país decidir su política cambiaria, y Estados Unidos no puede pretender dictar la de China. De manera que, aun cuando escuche humildemente las quejas de Estados Unidos, China debe conservar la plena autoridad sobre su estrategia frente al renminbi y ser capaz de aflojar la política monetaria cuando las condiciones económicas así lo impongan, más allá de si eso hace que el renminbi se deprecie.

Estados Unidos desaprobaría, ¿pero qué otra opción tendría China? No puede perder su independencia monetaria, y bloquear las salidas de capital para compensar la presión bajista no es algo que favorezca a China. Tampoco puede seguir utilizando sus reservas extranjeras que tanto le costó ganar –y que son tan limitadas- para apuntalar el valor del renminbi. ¿Cómo puede China estar segura de que el equilibrio es suficiente para mantener la estabilidad del tipo de cambio indefinidamente?

Para complicar aún más las cosas, la relación entre el valor del renminbi y el dólar estadounidense no es sólo bilateral. China ya se ha comprometido a recortar su excedente comercial con Estados Unidos –que representa la mayor parte del excedente comercial general de China-. Si el dólar estadounidense sube en este contexto, la cuenta corriente de China probablemente oscile hacia un déficit. Una vez más, ¿se supone que China tiene que recortar sus importaciones del resto del mundo como sea o sacrificar sus reservas de moneda extranjera? Esa no es una cuestión puramente bilateral –la resolución de los desajustes en el tipo de cambio muchas veces exige una coordinación internacional.

Las autoridades de China se comprometieron a promover el cambio hacia una economía impulsada por el mercado, con un régimen de tipo de cambio totalmente flexible. De modo que, en las negociaciones comerciales actuales con Estados Unidos, puede comprometerse creíblemente a no mantener el valor del renminbi artificialmente bajo. Pero bajo ninguna circunstancia debería prometer que mantendrá el tipo de cambio estable frente al dólar.

Yu Yongding, a former president of the China Society of World Economics and director of the Institute of World Economics and Politics at the Chinese Academy of Social Sciences, served on the Monetary Policy Committee of the People’s Bank of China from 2004 to 2006. He has also served as a member of the Advisory Committee of National Planning of the Commission of National Development and Reform of the PRC.

Yu Yongding, a former president of the China Society of World Economics and director of the Institute of World Economics and Politics at the Chinese Academy of Social Sciences, served on the Monetary Policy Committee of the People’s Bank of China from 2004 to 2006. He has also served as a member of the Advisory Committee of National Planning of the Commission of National Development and Reform of the PRC.

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