¿Son exageradas las críticas del PP al Estatuto catalán?

Por Encarnación Valenzuela, periodista y directora de Alto y claro en Telemadrid (EL MUNDO, 04/12/05):

NO

El mayor de los errores cometidos por Zapatero desde que ocupa la presidencia del Gobierno, y ya es difícil señalar uno solo teniendo en cuenta que en año y medio en La Moncloa está listo para ser incluido en el Libro Guinness de los Records, ha sido el de desestimar el hecho de que a la mayoría de los españoles nos importa España en general y en particular la Constitución que esta semana cumple 27 años y que nos ha permitido disfrutar del período mas largo de nuestra Historia en paz y en libertad.A Mariano Rajoy, que se quejó a los pocos días de la aprobación del Estatuto en el Parlamento catalán, se lo dijo muy clarito: «La gente no se va a leer el Estatuto y además el tema no le importa». ¡Qué visión de su papel y de su país!

En lo único en lo que lleva razón el presidente es en la escasa probabilidad de que la mayoría de la gente tenga la paciencia de leerse el Estatuto. Pero para eso están los medios de comunicación, que han hecho posible que sean pocos los españoles que a estas alturas desconozcan que el Parlamento catalán ha enviado a Madrid una norma que, de aprobarse, supondría el fin del modelo de Estado que nosotros mismos nos dimos hace poco más de un cuarto de siglo y que nos garantiza una convivencia democrática en libertad y la seguridad de que todos somos iguales independientemente del lugar donde hayamos nacido. A nadie le hace falta doctorarse en Derecho Constitucional para pensar que si Cataluña se define como nación, España habrá dejado de existir como la única que lleva ese título. Y cualquiera puede comprender que si los catalanes proponen recaudar todos los impuestos y enviar después al resto del país lo que ellos consideren oportuno como gesto solidario, lo que están haciendo es romper el derecho de todos los españoles a ser iguales a la hora de recibir las prestaciones del Estado.

Para colmo, el envoltorio, teñido de agresiva intolerancia, en el que los nacionalistas catalanes han empaquetado su Estatuto para enviarlo a Madrid no ha hecho más que aumentar considerablemente el recelo del resto de los españoles a la hora de ponerse a examinar el contenido del paquete. Amenazar a los medios que no se pliegan a las consignas de la clase política dirigente; insultar a quienes expresan sus críticas de forma razonable; advertir más o menos veladamente que puede darse un escenario de rechazo frontal a la unidad de España, incluso con tintes de violencia, si no se aprueba el Estatuto tal cual, no parece la fórmula idónea para convencer a todos de que Cataluña quiere seguir viviendo con las normas de tolerancia que se acordaron en la Transición y luego se plasmaron en nuestra Constitución, sino todo lo contrario.

Las críticas del PP al Estatuto han tenido desde el primer momento el tono moderado impreso por Rajoy, aunque no haya servido de nada para aplacar la intransigencia nacionalista de quienes atacan al productor de cava que permite que al presidente de los populares acudir a su bodega para manifestarse en contra del boicot al más típico de los productos catalanes. Para Carod-Rovira, el PP llevará el estigma de facha consumido por el odio racial aunque Rajoy se emborrache con cava cada uno de los días de esta Navidad.Da igual que lo que los populares están diciendo sobre el Estatuto esté en línea con lo que piensan (y dicen en voz baja) los socialistas.

Ahí está el quid de la cuestión que molesta a Zapatero, que se ha enterado tarde y por el CIS de que a la gran mayoría sí nos importa España. Por eso recurre a la típica excusa (!bah, exageras!) de quien no sabe como quitarse de encima el chaparrón de críticas que le llueven por haber cometido un gran error. Como el suyo con el Estatuto catalán.

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Por Alfonso Perales Pizarro, secretario de Política Autonómica de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE (EL MUNDO, 04/12/05):

SI

El Estatuto ha sido tutelado por ETA y tiene como objetivos fomentar la poligamia, la eutanasia y el aborto libre en una España rota, al borde de la balcanización, que tiene un régimen político similar a la China de Mao y que está gobernada por un presidente que merece ser juzgado por alta traición al Estado. ¿Es o no es una exageración esta frase? Pues bien, sólo me he limitado a resumir en ella algunas de las críticas irresponsables, injustificables y exageradas que en estos meses ha vertido el principal partido de la oposición.

El PP se ha pasado tanto de frenada en este tema que ahora intenta corregir el error. La mejor prueba de ello fue la manifestación celebrada ayer en Madrid. Rajoy trató de presentarse como lo que no es, un dirigente centrista y moderado. Para ello mandó callar a Acebes y Zaplana, procuró que la presencia de José María Aznar pasase casi desapercibida y ordenó a su servicio de orden que confiscara pancartas y acallara los gritos que pudieran hacer pensar que nos encontrábamos ante una manifestación de la derecha más extrema.

El problema estriba en que la imagen moderada que el PP intentó trasmitir ayer, no deja de ser más que eso, una mera imagen que no puede ocultar la intolerancia y la radicalidad que impregna su discurso político.

Radicalidad como la que demuestra la Faes de Aznar cuando acusa al Estatuto de legitimar la eutanasia, la poligamia y de conducirnos a los tiempos de Mao y la Revolución Cultural China. O cuando Vidal Cuadras pide que se juzgue al presidente por un delito de alta traición al Estado. O cuando todos los dirigentes populares profetizan a coro la desmembración de España y el advenimiento de las tinieblas sobre nuestro país.

En esta carrera del disparate estamos asistiendo ahora a la última y mayor irresponsabilidad del PP: Rajoy, Zaplana, Acebes, Mayor Oreja y el jefe de todos ellos, Aznar, pretenden convencernos de que detrás del Estatuto está la mano negra de ETA. Esta insidia sólo puede ser el producto de unos dirigentes que han perdido definitivamente el norte, que siguen sin superar su derrota electoral y que han decidido hacer irrespirable el clima político español, en la creencia de que así ganarán las próximas elecciones.

Frente a esta actitud, el PSOE ha mantenido siempre, en este tema, una actitud clara, rigurosa y alejada de cualquier tentación alarmista. Hemos apoyado la tramitación parlamentaria del Estatuto porque, a diferencia del plan Ibarretxe, no es una iniciativa secesionista y cuenta con un altísimo consenso político y social.Eso no quita para que hayamos dicho con rotundidad que hay artículos que deben modificarse para lograr un texto constitucional que sirva al interés general de Cataluña y de toda España.

La propuesta de reforma merece un respeto porque fue aprobada democráticamente por el 90 % de los diputados catalanes. Lo que debe hacer el PP, en vez de intentar asustar a los ciudadanos y sembrar la semilla del odio hacia todo lo catalán, que luego no se arregla con ir a brindar con cava, es confiar de verdad en la democracia y trabajar con el resto de formaciones políticas en el Congreso para mejorar y aprobar el Estatuto. Los socialistas saludamos que Mariano Rajoy y su partido hagan ahora lo que no hicieron hace 27 años.

Señores del PP, bienvenidos a la Constitución pero, por favor, no traten encima de apropiarse de ella.