'Spanish Inquisition'... a estas alturas

'Spanish Inquisition'... a estas alturas

Lo de Spanish Inquisition no es mío. Es el titular de uno de los editoriales de The Times dedicado al proceso al procés junto con otro artículo en el que afirma que en España padecemos "ansiedad" por demostrar ante un mundo expectante que nuestra justicia es imparcial y puede garantizar un juicio justo. En algún otro artículo he explicado que soy suscriptor de EL ESPAÑOL, pero también lo soy de The Times y lo leo pese a todo. Quiero decir que tengo al Almirante D. Blas de Lezo por una referencia, pero me resisto a seguir su consejo a los buenos españoles sobre mirar a Inglaterra en según qué momentos.  Ya saben de qué les hablo y si no… búsquenlo en Google.

No puedo evitarlo, admiro a los británicos como colectivo. Como pueblo, han sido siempre capaces de afrontar juntos las mayores adversidades y salir de ellas con la cabeza muy alta, aunque es verdad que también como pueblo han cometido juntos las mayores tonterías (léase brexit, por no ir más lejos) y que tienen sus miserias: el martes anterior a dedicar esa perla gratuita a la justicia española, The Times publicó un artículo muy breve (página 14) que explicaba que la tecnología de transistores de grafeno para recarga de dispositivos vía wifi es ya una realidad, pero olvidó mencionar al Dr. Tomás Palacios, el científico español del Massachusetts Institute of Technology (MIT) que lidera el equipo internacional al que hay que atribuir la proeza científica.

A todo gran pueblo, como a toda gran persona, hay que concederle un margen para la miseria, pero aun y así me ha sorprendido la tosquedad del titular y la innecesaria descalificación que encierra. Lo encuentro tan tosco y fuera de lugar como descalificar a estas alturas a la justicia británica por la ignominia del juicio de Ana Bolena, o por las muchas y pobres mujeres sentenciadas en Inglaterra a sufrir una muerte horrible por brujería, o incluso por la condena de los Cuatro de Guildford que, por cierto, es un episodio mucho más reciente que la Inquisición.

No es propio de The Times. Pero me ha sorprendido mucho más aún el titular después de leer el editorial y el artículo dedicados al proceso al procés. En ellos se explica que en España se va a celebrar un juicio contra unas personas acusadas de organizar un referéndum ilegal, de malversar fondos públicos para celebrarlo, de declarar ilegalmente la independencia de una parte del territorio nacional, de subvertir el orden constitucional y que pusieron al país en riesgo de desintegración por el efecto en cadena que podía producirse. Y si no utilizo la palabra "presunto" no es porque no reconozca a los acusados el derecho a la presunción de inocencia, que se lo reconozco como a todo acusado en nuestro sistema judicial, sino porque estoy relatando lo que dice el periódico y allí ese adjetivo no se emplea en ningún momento.

Y si es así ¿a qué viene el titular?, ¿es que algo así no merecería un juicio en el Reino Unido de la Gran Bretaña… e Irlanda del Norte, donde la duración e intensidad de las veces que el gobierno británico ha suspendido la autonomía convierten en un ligero pescozón la aplicación que se ha hecho en España del artículo 155 de la Constitución?

La justicia española no padece ninguna "ansiedad" ante el proceso al procés, ni tiene ninguna razón para padecerla. Conozco al juez que ha instruido el proceso y a buena parte de los que han examinado por vía de recursos las decisiones del instructor y a los que han de celebrar el juicio y, desde luego, conozco el currículo de todos ellos.  La talla profesional, intelectual y moral de los jueces del Tribunal Supremo no es compatible con la ansiedad que quiere imaginar el The Times, como no lo es con la talla del resto de los jueces y del sistema judicial español, que pueden recibir pocas lecciones, si es que pueden recibir alguna, de los sistemas judiciales más avanzados: España se encuentra entre los veinte países calificados como democracia plena curiosamente, y entre otros índices, por el que publica otro diario británico como The Economist, algo a lo que no es ajeno el sistema judicial español.

Así lo demuestra el escrutinio constante al que es sometido nuestro sistema judicial por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que sitúa a España en uno de los niveles más bajos de condena de ese tribunal, perfectamente homologable al del Reino Unido (durante 2017, solo una condena más de las cinco que tuvo el Estado británico). Ello no obstante, se puede señalar alguna diferencia: España es inflexiblemente respetuosa con las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, algo que contrasta con algunas reacciones del Reino Unido frente a las sentencias de ese Tribunal, como sucedió con la actitud que mantuvo ante la condena por la muerte en Gibraltar de los miembros del IRA, McCann, Farrell y Savage.

Menos compatible es aún con esa ansiedad un examen desapasionado de la instrucción del proceso y de las decisiones adoptadas por el tribunal para la celebración del juicio, que se han llevado adelante con la transparencia más extrema y la información más puntual. Tampoco lo son los preparativos que está llevando a cabo el Consejo General del Poder Judicial para que el desarrollo del juicio pueda ser conocido en todo el mundo: si las empresas periodísticas creen que es interesante que un ama de casa japonesa o los parroquianos de una taberna del mediodía francés puedan seguir el juicio en directo y en su integridad podrán hacerlo. De hecho, podrán hacerlo aunque las empresas periodísticas no quieran porque el Consejo General del Poder Judicial lo va a emitir en su web íntegramente y en directo. Y quien dice un ama de casa japonesa o un parroquiano de taberna dice también un miembro de Amnistía Internacional o un profesor de derecho de Harvard, lo que convierte el envío de supuestos "observadores" en una performance patética.

La Spanish Inquisition está tan enterrada por el peso de los siglos como Ana Bolena o como las brujas de Samlesbury, aunque haya quienes se empeñen en querer ignorarlo, ellos sabrán por qué.

José María Macías es abogado, magistrado en excedencia y vocal del Consejo General del Poder Judicial.

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