Strauss y la escritura antirracionalista

Para Leo Strauss existen dos formas de escribir, una exotérica o vulgar, a la que todos estamos acostumbrados, y que entiende todo el mundo medianamente alfabetizado, y la manera esotérica, cuya ejecución y comprensión solo están al alcance de una élite cultivada. La manera esotérica es una forma de expresarse que posee reglas de escritura que se escapan a los no iniciados y a los lectores que no son lo suficientemente inteligentes. La separación entre una y otra es a veces borrosa, lo que en realidad representa una ventaja para quienes pretenden encubrir sus verdaderas intenciones.

Pongamos por caso 'Huis clos (A puerta cerrada)', que se estrenó en París el 27 de mayo de 1944, bajo la ocupación alemana, y que había escrito un año antes Jean-Paul Sartre. El autor y una parte de los contemporáneos que asistieron a la representación consideraban que tenía dos niveles de interpretación, y que uno de ellos encerraba una crítica a la Alemania nazi. Sin embargo, los nazis autorizaron su estreno e incluso hubo un gran número de oficiales alemanes que acudieron regularmente al teatro Vieux-Colombier sin sentirse aludidos, o al menos sin exteriorizarlo.

'Persecution and the Art of Writing' se publicó en 1952. Contiene una introducción y cuatro artículos que aparecieron en Estados Unidos entre 1941 y 1948. El título del volumen es también el del primer ensayo, un texto breve y esclarecedor de 1941, de plena Segunda Guerra Mundial, donde Leo Strauss plasma su visión de la escritura esotérica. Expone el problema de la persecución política o ideológica que puede sufrir el filósofo o el escritor independiente por parte de la autoridad, y mantiene que este dispone de las herramientas necesarias para eludirla.

“La persecución no puede evitar el pensamiento independiente”, sentencia Strauss. Cualquier intelectual puede imprimir lo que piensa sinceramente, sea lo que sea, “sin caer en ningún peligro”, “siempre que sea capaz de escribir entre líneas”. Y a continuación explica que “La expresión ‘escribir entre líneas’ indica el tema de este artículo”. Solo cuando el intelectual heterodoxo “alcance el centro de la discusión, escribirá tres o cuatro frases en ese estilo terso y vivo apto para atraer la atención de los jóvenes a los que les gusta pensar”.

Los tres ensayos de tema judío

Los escritos de Strauss rebosan marcas y señales, pensamientos inexpugnables para el no iniciado que pueden permanecer velados para quien no sepa leer ‘entre líneas’, y que pueden ser inquietantes para quien sea capaz de leer entre líneas. Strauss añade que Spinoza era “un cristiano con los cristianos” en los mismos términos que Pablo era “un griego con los griegos y un judío con los judíos”. Los tres ensayos de tema judío, en los que Strauss parece sentirse cómodo, vieron la luz sueltos en publicaciones dirigidas preferentemente a judíos.

El más interesante, y en el que Strauss se expresa con más libertad, es el de Spinoza, que se publicó en 'Proceedings of the American Academy for Jewish Research' en 1948, o sea una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, cuando el peligro nazi había desaparecido, y el mismo año en que se creó el Estado de Israel. No será necesario abundar en el hecho de que el autor fue un ferviente sionista desde su juventud en Europa y que en los años cincuenta incluso viajó un año a Jerusalén para enseñar en la Universidad Hebrea. El escritor inteligente que se dirige deliberadamente al lector inteligente, y no al lector común, utiliza todo tipo de artificios para comunicarse con él, y para expresar opiniones que no pueden decirse en voz alta sin peligro de caer en la persecución.

En el delicado contexto social y político de 1941, en plena guerra, sintiéndose seguro en Estados Unidos, Strauss ya arremetió contra el racionalismo. La mera elección de los temas teológicos de sus ensayos, y sobre todo el tratamiento que hace de ellos, ya sugieren que no comulga con el racionalismo. Lo señala de manera sutil, como en el siguiente párrafo: “Durante las últimas décadas, la tradición racionalista, que había sido el denominador común de los puntos de vista más antiguos, y que todavía era bastante influyente en el positivismo del siglo diecinueve, se ha transformado o directamente ha sido rechazada por un número de gente cada vez mayor. Si este cambio se debe considerar progreso o decadencia, y en qué medida, es una cuestión que solo el filósofo puede responder”. Evidentemente, Strauss, a quien se considera el padre ideológico de los neoconservadores, rechaza claramente, en su escritura esotérica, el racionalismo.

Eugenio García Gascón, periodista.

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