Sucedió en el palco del Bernabéu

A raíz del documental cinematográfico «Bernabéu» (2017) se ha consolidado una versión equivocada de un incidente que sí que existió entre Millán Astray y Santiago Bernabéu en un palco del Real Madrid, a primeros de la década de los cincuenta.

Por un lado, el general Millán Astray, fundador de la Legión y director del Cuerpo de Mutilados por la Patria, en el ocaso de su vida; por otro, don Santiago Bernabéu, en toda su plenitud, presidente del Real Madrid C.F. Dicho incidente requiere la explicación del contexto en que se produjo para su debida comprensión.

Millán Astray iba siempre acompañado de un ayudante, que no guardaespaldas, un legionario en activo; pero no porque necesitara protección alguna, sino porque como consecuencia de una de sus cuatro mutilaciones, un tiro en la cara, había perdido un tímpano y con ello el sentido del equilibrio, de tal manera que si giraba levemente su cabeza, caía desplomado al suelo, y es ahí donde entraba en juego su ayudante, para levantarle y ayudarle a recomponerse.

Millán Astray era un asiduo al fútbol e iba al campo del Real Madrid, pues le venía cerca de su residencia habitual, la sede central del Cuerpo de Mutilados por la Patria, en la calle Velázquez.

Entraba por la puerta principal, sin esperar colas, porque así venía contemplado en el reglamento de dicho Cuerpo, por su condición de mutilado, y además de ser su general presidente, y usaba un asiento preferente en el campo, que no era el palco presidencial, sino otro de menor categoría, situado detrás de aquel, en el denominado palco de invierno, por la vía de una costumbre no discutida hasta ese momento hecha ley. No procedía, a quien ostentaba tal dignidad, el que se instalara en otras partes del campo, donde además la mayoría eran plazas no con asientos, sino de ver el partido en pie.

La fuente más importante de lo sucedido la tenemos en el relato que del incidente hace en el libro «75 años del Real Madrid C.F. 1902-1977», editado por Prensa Española, el periodista deportivo don Enrique Gil de la Vega, «Gilera», en sus páginas 28 y 29, donde relata que fue a saludar a Millán Astray en ese palco en el descanso de un partido, después de que el fundador de la Legión le llamara para felicitarle por uno de sus programas radiofónicos.

Por lo que cuenta, a Bernabéu no le agradaba la presencia del fundador de la Legión en ese palco y estaría a la espera de una ocasión para ponerle fin. Esa situación llegó cuando Millán Astray saludó con un beso protocolario a la esposa de un diplomático extranjero que le presentaban, algo de lo más normal en la España de la época, pero que no se ajustaría a las costumbres del país del celoso esposo, que se puso nervioso ante semejante saludo.

Bernabéu cometió el error de no informar directamente al afectado de sus intenciones de no permitirle más el acceso al palco y dejar que lo hiciera un simple acomodador, con lo que provocó aún una situación más grave, pues ante la imposibilidad de acceso al palco, Millán Astray hizo lo que se esperaría de él, tomarlo por la fuerza con la colaboración de su ayudante legionario, y cuando el presidente del Real Madrid llegó al lugar del incidente, tampoco respondió a los reclamos al respecto del fundador de la Legión, con lo que incrementó la tensión, que acabó con una invitación a duelo por parte del ofendido.

Es decir, hubo una escalada de tensiones que apuntaba de lleno a la línea de flotación de un hombre formado en el honor de otras épocas. Finalmente, el general Muñoz Grandes, ministro del Ejército, medió para que aquello no fuera a mayores, y así fue que Millán Astray dejó de honrar con su presencia a ese estadio y a su noble afición.

Lo que no se cuenta es que si Millán Astray iba a ese campo era por afición, por amor al deporte, y no por pasión, pues de quien era hincha realmente no era del Real Madrid, sino del Atlético de Madrid, donde el verdadero triunfo no está en la gloria y en las recompensas, sino en el sufrimiento y en la adversidad, tal y como me reconoció su única hija, doña Peregrina, en cuya amistad me honro.

No en vano, uno de los himnos atléticos está tomado del «Novio de la muerte», y no es inusual ver banderas legionarias y «chapiris» en el campo del Atlético, como también en el del Real Madrid, pues más allá de esa disputa, y de los errores que ambos caballeros pudieron cometer aquel tenso día, muchos estamos marcados por el mismo estilo de señorío español y legionario de sus apasionantes vidas.

Guillermo Rocafort es profesor de la Universidad Europea. Historiador y Veterano de La Legión.

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