Suelo y supervivencia humana

El suelo, esa delgada capa que recubre la corteza terrestre donde se desarrolla la vida, es un recurso ambiental imprescindible para la supervivencia de la humanidad. Los suelos nos proveen de numerosos bienes y servicios ambientales, ya que son el soporte físico de los ecosistemas terrestres, de los paisajes y de la agricultura (el 95 por ciento de los alimentos proviene de los suelos) y filtran el agua de lluvia, lo cual determina la composición química del agua e intervienen de manera decisiva en el control de los ciclos biogeoquímicos.

Destaca el papel del suelo en los procesos de cambio climático, ya que acumula ingentes cantidades de materia orgánica. De hecho, hay tres veces más carbono en los suelos que en la atmósfera. En los suelos, la materia orgánica se acumula mediante el proceso de humificación, formando materia orgánica, que es muy estable en el tiempo, mientras que a la vez emite ingentes cantidades de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, óxido de nitrógeno y otros) mediante el proceso de respiración: en términos cuantitativos, las emisiones de los suelos son fundamentales para modular el ciclo del carbono en ecosistemas terrestres.

El uso del suelo está íntimamente ligado a la evolución humana; de hecho, la transformación de las sociedades cazadoras recolectoras a las sociedades agrícolas supuso un cambio muy significativo en la relación entre el hombre y el suelo. Desde ese momento, el hombre ha desforestado enormes cantidades de territorio para su utilización con fines agrícolas, hasta alcanzar el 23 por ciento de la superficie del planeta. El enorme éxito colonizador del hombre en la Tierra no se podría entender sin admitir que una parte significativa de los suelos han sido profundamente alterados y en muchas ocasiones destruidos. Pueden ser muchas las causas de degradación de los suelos, entre ellas la transformación de los ecosistemas naturales en nuevas áreas urbanas o industriales, la desforestación, la desertificación, la salinización y la erosión del suelo, así como diversas formas de contaminación que afectan en mayor o menor medida a los suelos.

Se considera que los suelos son recursos ambientales no renovables a escala social, por lo que su alteración o destrucción constituye una pérdida notable par la humanidad. En ocasiones no es posible recuperar un suelo alterado, por lo que trasladamos a las generaciones de reemplazo un problema que en ocasiones tiene muy difícil solución. Existen numerosos ejemplos de la irreversibilidad de estos procesos. Entre ellos, la destrucción de los suelos del Asia Central por la irrigación de los ríos Sir Daria y Amu Daria, la puesta en cultivo de varios millones de hectáreas durante el período soviético, que generó un problema de salinización de los cultivos, y la desecación del mar Aral. Décadas después del origen de estos problemas, no es fácil encontrar una solución para el mar Aral. Además, la contaminación de suelos es un problema con el que llevamos conviviendo desde la revolución industrial y del cual existen numerosos ejemplos en España. El vertido de la mina de Aznalcollar, en 1998, que supuso la contaminación de suelos en las proximidades del parque de Doñana; la contaminación de las playas por chapapote en el caso del Prestige o la contaminación por Lindano en Sabiñánigo son algunos de los problemas recientes ocurridos en España. Su gran repercusión en los medios de comunicación, ha generado una gran alerta social y requerido cuantiosos recursos para atender la emergencia y paliar sus efectos.

Hoy se celebra el Día Mundial del Suelo. Naciones Unidas quiere así llamar la atención a la sociedad sobre la importancia de preservar y utilizar los suelos de una manera sostenible y que permita el uso de estos por las futuras generaciones. El lema y objetivo de este año es prevenir la contaminación del suelo, que en muchas ocasiones no es visible sino para los expertos. Los suelos son claves para alcanzar los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible que fueron aceptados por Naciones Unidas en 2015.

El profesor Rattan Lal, uno de los miembros del Panel Internacional de Cambio Climático que fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 2007, se refería a estas cuestiones en una conferencia pronunciada al recibir la medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El uso correcto de los suelos es uno de los grandes retos de la humanidad, que ha de garantizar la seguridad alimentaria en un contexto de aumento de la población. Como introductor del concepto de salud del suelo, Lal insiste en que mantener nuestros suelos saludables es la única manera de asegurar que la humanidad pueda desarrollarse de manera armónica en el planeta.

Miguel Ángel Casermeiro Martínez es Profesor Titular de Edafología de la UCM.

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