Suiza causa un terremoto

En Suiza tienen lugar más elecciones y referéndums que en cualquier otro país del mundo. Al menos uno o dos cada mes. La participación no es muy alta y nadie fuera del país tiene mucho interés por los resultados de la votación. Pero el referéndum en Suiza el pasado domingo era diferente, atrajo mucho interés porque una mayoría de los ciudadanos votó a favor de limitar la inmigración de extranjeros. Es cierto, la mayoría a favor no fue abrumadora (50,3%), y curiosamente tanto el Gobierno como todos los partidos principales, menos el que propuso la consulta, estaban en contra de la proposición. Pero el resultado expresa un estado de ánimo que, obviamente, no se limitaba a Suiza.

No resulta fácil explicar el resultado de este referéndum.

En los últimos años ha habido manifestaciones contra la entrada de inmigrantes en muchos países europeos –por ejemplo, en contra de la inmigración de los gitanos y de los rumanos, así como de personas provenientes de países musulmanes–. Partidos antiinmigración han surgido en Grecia, por ejemplo, pero también en los Países Bajos y Escandinavia. Pero lo peculiar del caso suizo es que tal oposición ha sido igualmente dirigida contra la inmigración procedente de los países vecinos, como Alemania e Italia.

Tampoco se limita a los partidos políticos de la extrema derecha o a los populistas de derecha. Según las últimas encuestas tales partidos se han vuelto sustancialmente más fuertes en muchas partes. En Francia el Frente Nacional se ha convertido en el partido más fuerte, y otro tanto puede suceder también en Dinamarca y en los Países Bajos. En Alemania, si se hiciera una pregunta similar a la de la consulta suiza, dos tercios de la población votaría como sus vecinos helvéticos. También en el Reino Unido el Partido por la Independencia de Gran Bretaña (UKIP) –una formación abiertamente antieuropeísta– puede tener un papel clave en los próximos comicios europeos.

El no a los inmigrantes en Suiza se produjo por igual en la izquierda y en el partido verde, porque existe un temor generalizado a que la inmigración masiva equivalga, por un lado, a la explotación de mano de obra barata y que, por otro, sea una carga demasiado pesada sobre los servicios sociales como la sanidad, educación y otros. No hay duda de que la inmigración incontrolada ha provocado un aumento en el precio de los apartamentos y de las casas, así como el alquiler. Para crear todavía un cuadro general más confuso, la oposición en Suiza es más fuerte en los distritos con relativamente pocos residentes extranjeros.

¿Cómo explicar entonces el voto suizo? La respuesta breve es que no hay una explicación clara y evidente, excepto tal vez el hecho de que Suiza es el hogar de más extranjeros (23%) que cualquier otro país europeo, y que existe un temor generalizado de que una afluencia de aún más extranjeros podría significar que el específico carácter suizo, sus tradiciones y sus valores se debilitarían aún más y tal vez incluso en Alemania y en otros países europeos, con sólo el 10% de población inmigrante, habría un rechazo parecido. Tal vez tenga que ver con el hecho de que en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial hubo inmigración incontrolada en muchos países, o que los ciudadanos nunca habían sido consultados y que un periodo de crisis económica y de elevado desempleo era terreno abonado para una creciente oposición.

La Unión Europea se mostró muy desagradablemente sorprendida por el resultado de la votación en Suiza y Bruselas amenazó con represalias económicas al país helvético. Suiza, que no pertenece a la UE, se ha dado un estatus especial y se beneficia del acceso al mercado europeo, no teniendo que pagar impuestos aduaneros.

Algunos portavoces en Bruselas han amenazado a los suizos con graves consecuencias. Un portavoz declaró que Suiza no puede cerrar sus fronteras a los inmigrantes y seguir siendo, al mismo tiempo, un paraíso libre de impuestos a evasores fiscales de todo el mundo.

Pero esto no va a ser fácil por una variedad de razones. La preocupación acerca de la inmigración incontrolada está muy extendida en la Europa actual, no es en absoluto exclusiva de Suiza y, además, muchos, probablemente la mayoría de los países europeos, han introducido medidas en los últimos años que a través de medios indirectos limitan la inmigración.

En principio, la Unión Europea se basa en la libre circulación de mercancías y de personas, pero la práctica europea no siempre se corresponde con la teoría. Un buen ejemplo ha sido Alemania, que ha sido uno de los países más críticos con el resultado de la votación contra la inmigración suiza. Los suizos pueden argumentar que incluso los países que absorbieron tradicionalmente a millones de inmigrantes han introducido gradualmente medidas y restricciones. Sucedió en Estados Unidos en 1924. En cualquier caso, por primera vez en la historia una votación en Suiza ha causado un terremoto de menor importancia en Europa que puede ser el comienzo de un largo debate sobre el futuro del continente.

Walter Laqueur, consejero del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington.

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