Terrenos movedizos para la ONU en Líbano

El atentado en Líbano contra la misión de Naciones Unidas (FINUL II) que ha costado la vida a seis soldados que actuaban dentro de la fuerza española demuestra la progresiva complejidad de las misiones de mantenimiento de la paz, especialmente en Oriente Medio.

Los 13.000 efectivos de veintitrés países (entre otros de España, Francia e Italia) que actúan en Líbano desde que se amplió la misión, tras la guerra de agosto de 2006, entre Israel y Hezbolá, tienen el objetivo de mantener la paz, evitando tráficos de armas y enfrentamientos. Es una misión de gran complejidad y que, hasta ahora, ha sido exitosa en la medida que los dos contendientes principales (Hezbolá e Israel) han respetado el acuerdo de no atacarse mutuamente ni atacar a los efectivos internacionales.

A la vez, FINUL II tiene el objetivo de ayudar al débil Ejército libanés a fortalecer su posición y evitar la actuación de grupos armados no legales en el país. Es precisamente esta parte de la operación de la ONU la que ha complicado la situación. En el último mes y medio, el Gobierno de Líbano se ha enfrentado al grupo radical suní Fatah al-Islam, compuesto por palestinos y miembros de otras nacionalidades.

Fatah al-Islam, grupo formado hace pocos años y que algunos analistas vinculan a Siria (para debilitar al Gobierno libanés) y otros a Al-Qaida, ha ganado espacio dentro del campo de refugiados palestinos de Nahr-el-Bared. Este campo en el norte del país alberga a varias generaciones de palestinos que fueron expulsados de sus tierras en Cisjordania por Israel. Las duras condiciones de vida y marginación a que son sometidos han favorecido la radicalización.

En principio, la misión de FINUL II no está conectada a este problema pero, en las últimas semanas, diversos medios han revelado que Fatah al-Islam denunció que tropas de las ONU habían colaborado con el Ejército libanés en los ataques contra ellos. Esto ha sido negado por FINUL. Al mismo tiempo, el número dos de Al-Qaida, Ayman al-Zawahri, denunció, en un video distribuído en septiembre pasado, el reforzamiento de la misión de la ONU.

Teóricamente, FINUL II debe ayudar al Gobierno de Líbano a controlar todo grupo armado no legal, pero es altamente improbable que los gobiernos de Madrid, Roma, París y otros países hayan aceptados que sus fuerzas se vieran implicadas en esta lucha. El atentado podría ser, sin embargo, un mensaje de grupos insurgentes inspirados o simpatizantes de Al-Qaida para que no lo hagan y, como un disparo por elevación, hacia las sociedades occidentales con el objetivo que presionen a sus gobiernos para sacar las fuerzas de Líbano.

FINUL II tiene unas características especiales en la medida que su mandato es compartido y coordinado entre el Departamento de Operaciones de Paz de la ONU (DPKO) y una Célula Estratégica Militar (SMC) formada por los países que envían tropas, con especial peso de Francia e Italia y los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.

El atentado, por otro lado, muestra las conexiones entre diversos conflictos en Oriente Medio y la movilidad de la radicalización violenta, materializada en atentados terroristas. En los últimos meses esta conexión entre situaciones, desde Afganistán a Lïbano, pasando por Irak, Palestina e Irán, se ha hecho más evidente.

Todo esto plantea serios problemas para la misión de FINUL II y para otras eventuales operaciones en la región (por ejemplo, si se aceptase, algo improbable, desplegar fuerzas internacionales en Cisjordania o Gaza en un futuro lejano). La fuerza de los actores no estatales, y la proliferación de grupos armados de diversa inspiración hacen que una misión de paz pueda modificarse por las circunstancias y tener que usar la fuerza para defenderse o para hacer efectiva su misión original. A la vez, una vez que se entra en guerra, como ocurre en Afganistán, es mucho más difícil cumplir con la misión original.

Es importante que la muerte de estos soldados no sirva de excusa para luchas políticas internas en España o en otros países que contribuyen con tropas. La misión de Naciones Unidas en Líbano es una de las más complejas en curso, y precisa del máximo apoyo para colaborar en que ese país no se desintegre y que no haya una nueva guerra en Líbano, para servir así de ejemplo para otras misiones necesarias en la región.

Mariano Aguirre