‘Thriller’ en las cajas de ahorros

La aprobación, ayer, por parte de los consejos de Caixa Catalunya, Caixa Manresa y Caixa Tarragona de la fusión de estas tres entidades constituye un paso muy relevante en la necesaria reordenación del sistema financiero catalán y español. La noticia, no por descontada deja de ser positiva por cuanto despeja las posibles dudas que comenzaban a generarse por el retraso de una operación esperada para antes del verano.

Este retraso no deja de ser un síntoma más de lo complejos que son estos procesos. Políticos, directivos y analistas están de acuerdo en que nuestro sistema financiero necesita entidades mayores para reforzar su solvencia en estos momentos de crisis, y por ello el Gobierno ha puesto a su disposición un mecanismo para facilitar el saneamiento de las nuevas entidades, el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), siempre bajo la tutela de un regulador que está mostrándose mucho más paciente de lo que podría esperarse.

En el momento de la verdad, en la concreción de las operaciones que implican ajustes de los órganos de gobierno y de los equipos directivos, las negociaciones se alargan de manera casi desesperante. A modo de ejemplo, las cajas castellanoleonesas iniciaron su acercamiento informal hace más de un año, mientras que Caja España y Caja Duero dieron los primeros pasos formales allá por mayo. A pesar del tiempo transcurrido, de momento aún no tienen nada cerrado pese a haberse incorporado Caja Burgos. Pero menos han avanzado las cajas gallegas, y las extremeñas, y las aragonesas, y las valencianas, y… Por eso el paso dado por las tres cajas catalanas es tan relevante y tan positivo.
El mapa catalán queda, de momento, más simplificado –de diez cajas a cinco–, pero todavía quedan preguntas sin respuesta. Dando por asumido que La Caixa intervendrá, en su momento, en operaciones con cajas de fuera de Catalunya, y siempre por indicación del supervisor, cabe preguntarse por el futuro de Caixa Penedès y Caixa Laietana, de momento fuera de las dos operaciones de concentración anunciadas en Catalunya y, en principio, sin masa crítica suficiente como para crear un tercer polo de concentración. Muy probablemente tendrán que unirse a los dos proyectos en vigor o adherirse posteriormene a proyectos nacionales, que los habrá.

Las fusiones no son deseables, son imprescindibles en este momento. Los dos próximos ejercicios serán malos, muy malos, para las entidades financieras españolas en su conjunto (aunque ni mucho menos todas sufrirán igual). El margen financiero será tendencialmente escuálido por combinarse un escenario prolongado de tipos bajos con un coste del dinero elevado por culpa de las tensiones de liquidez, todo ello con una morosidad que seguirá creciendo y, por tanto, las provisiones erosionarán mes a mes las cuentas de resultados. Menos ingresos y más pérdidas harán que la defensa de las cuentas de resultados sea tremendamente complicada, y algunas entidades puede que entren en pérdidas, salvo milagro en forma de excesivos esfuerzos en la refinanciación de clientes con problemas. Por eso, cuanto antes se reestructure el sector, mejor. Y esta reestructuración solo tendrá sentido si implica ahorros reales de costes.
Fusionar, eficientemente, cualquier tipo de entidad implica necesariamente ajustes de capacidad, y esto tiene una incidencia directa en el empleo. En toda nueva entidad solo hay sitio para un director general, para un director de riesgos, para un director comercial. Y deben cerrarse oficinas por solapamiento de redes, pero también porque la extraordinaria capilaridad de nuestro sistema tiene que replantearse. Y deben concentrarse los servicios centrales. No pueden mantenerse en tres o cuatro sedes por más que para las ciudades que los pierdan sea una pequeña tragedia. Simplemente, no tiene sentido. Se pueden poner todos los paños calientes que se deseen, se pueden aplazar las decisiones, pero una fusión eficiente implica necesariamente cierto sufrimiento (los consultores llamamos a eso sinergias). En estos procesos el objetivo de ajuste debería estar alrededor del 30%: 30% menos de oficinas, 30% menos de empleo. Por eso, cuanto antes mejor. A nadie le gusta que le saquen una muela poco a poco. Ojalá que las fusiones que tenemos en el horizonte se gestionen eficientemente, de forma rápida y sin complejos.
Visto lo visto en el resto del Estado, no puede decirse que en Catalunya se gestione mal la crisis financiera. Siete de las diez cajas catalanas ya están inmersas en un proceso de fusión. Traducido al resto del Estado, más de 30 cajas deberían estar en una situación similar… Y de momento eso no es así.

Llevamos meses presumiendo, con razón, de regulador. Pero su fama de estricto puede dilapidarse en cuestión de meses. La más que previsible debilidad del sistema financiero en el 2010 y el 2011 debe atajarse cuanto antes. Si políticos y directivos no se ponen de acuerdo, el regulador tiene un arma implacable que debe usar sin piedad, la intervención. Donde la miopía de políticos y/o directivos no llegue, debería hacerlo el rigor de quien está obligado a poner orden en el sistema. Si es necesario intervenir una caja al mes para que el mensaje cale, intervéngase. Parece que el ejemplo de la CCM no fue suficiente. Todos los procesos de integración deberían estar en marcha antes de Navidad para que el 2011 comience con un sistema financiero plenamente ajustado. Nos guste o no, no puede haber recuperación económica si cajas y bancos no son sólidos. El ejemplo de Japón es claro: una década perdida por mantener a sus instituciones financieras en estado zombi. Por mucho que nos guste Michael Jackson, y aunque estemos cerca de Halloween, si alguien no puede permitirse estar ni un segundo en estado zombi son los bancos.

José Antonio Bueno, socio de Europraxis.