Tiempos modernos

Por Sara Berbel, presidente del Institut Català de les Dones (EL PERIÓDICO, 09/10/06):

Hay quien dice que el reloj es el elemento determinante de la modernidad. Y probablemente así sea, a juzgar por la incidencia que la organización social del tiempo tiene sobre la vida de las personas. Los estados del bienestar europeos, tras la segunda guerra mundial, asumen la organización tradicional según la cual predomina un modelo familiar nuclear donde las mujeres hacen el trabajo doméstico a tiempo completo y los horarios se estructuran en función del mercado, ocupado mayoritariamente por varones. De acuerdo con esta división sexual del trabajo se construyen las ciudades con servicios públicos y horarios esencialmente adaptados a la lógica industrial.
El modelo de distribución temporal que tenemos como referencia en Catalunya se adapta al descrito, ya que se basa en una actividad productiva centrada en los hombres y una dedicación a las tareas reproductivas y familiares asumida por las mujeres, así como unos horarios generales adaptados a la lógica industrial (escuelas, vacaciones, transportes, etcétera). No obstante, las estructuras temporales de una sociedad no son inmutables. Precisamente responden a los valores, cultura, estilos de vida y creencias que predominan en ella. En estos momentos, la dinámica social ha cambiado y, por tanto, también deben hacerlo las estructuras que rigen nuestra organización cotidiana.
Tras la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral en las últimas décadas y la diversificación de los modelos familiares existentes se crea un nuevo escenario en el que se agudizan radicalmente los desequilibrios de esta organización social y se hacen visibles las desigualdades sobre las que se sustenta. Las mujeres se ven obligadas a hacer dobles jornadas para atender sus responsabilidades fuera y dentro de casa. En cambio, los hombres asumen muy lentamente sus obligaciones domésticas y familiares. Por otra parte, las familias tienen grandes dificultades para organizarse, sobre todo cuando hay criaturas o personas dependientes en ellas. En estos momentos, muchas abuelas y abuelos están supliendo el papel de los padres en la educación infantil por la imposibilidad de estos de conciliar trabajo y familia.
Los problemas de salud debidos al estrés que esta situación provoca a todas las personas implicadas, el exceso de trabajo, la imposibilidad de destinar tiempo al cuidado de los hijos e hijas y a uno mismo provocan frecuentes problemas psicosociales. Hay que destacar que los colectivos que más sufren esta situación son las mujeres de clase trabajadora, las que viven solas con responsabilidades familiares y las abuelas, sobre las que recae una responsabilidad a veces excesiva desde el punto de vista de su integridad física y psicológica.

ES UN BUEN momento, pues, para plantear el debate social y político sobre la reorganización de los horarios de nuestra sociedad y definir unos nuevos tiempos que garanticen el bienestar cotidiano y mejoren la calidad de vida de toda la ciudadanía.
En nuestro país, la regidora del Ayuntamiento de Barcelona Inmaculada Moraleda ha sido pionera en este asunto liderando la Regidoria sobre Nous Usos Socials del Temps. También desde la Generalitat, la Direcció de Relacions Laborals y el Institut Català de les Dones están avanzando con nuevos programas que tratan de sensibilizar a los agentes sociales y a la población de que es necesario avanzar en planes de igualdad y reorganizaciones horarias que otorguen los mismos derechos y deberes a mujeres y hombres y faciliten el cumplimiento de sus responsabilidades cotidianas.
Una de las cuestiones esenciales que plantear es la necesidad de un nuevo contrato social entre mujeres y hombres que supere la división sexual del trabajo. La clásica distribución de tareas entre hombres y mujeres conduce a que ellas trabajen una media de 4 horas y 37 minutos diarios al cuidado del hogar y la familia, además del trabajo de fuera de casa. Parece, por tanto, necesario que los hombres se corresponsabilicen del trabajo doméstico y se reparta de forma equitativa el tiempo total de trabajo que incluya el remunerado y el que no lo está.
En segundo lugar, destaca la necesidad de implantar cambios organizativos que favorezcan la compatibilidad entre la vida personal y la laboral. Una propuesta es repensar la ciudad para identificar los factores que intervienen transversalmente en el desequilibrio actual de los tiempos: horarios laborales, escolares, transportes, organización de los servicios, tiempo de ocio, etcétera. En este sentido, no conviene olvidar tampoco la necesidad de tiempo personal para la propia realización a que todas las personas tienen derecho. En esta línea están avanzando también las administraciones.

LA LEY del Parlamento catalán aprobada por unanimidad sobre la conciliación de la vida personal, familiar y laboral del personal al servicio de las administraciones es también un modelo que seguir en esta sentido. Hay otros proyectos legislativos del Gobierno español, como la futura ley de igualdad o la de personas dependientes, que tratan de responder a las nuevas necesidades sociales. En definitiva, caminamos hacia un nuevo pacto entre hombres y mujeres que nos permita un nuevo tiempo para vivirlo en mayor plenitud.