Tigre caído, dragón sacudido

Menos de 18 meses después de su nombramiento como Secretario General del Partido Comunista de China, Xi Jinping, está a punto de enjaular a un alto funcionario corrupto: el “tigre” político más grande en la historia de la República Popular. A pesar de que los rumores de la inminente caída del exjefe de seguridad interna Zhou Yongkang han estado circulando durante meses, muchos observadores mantenían aún dudas sobre si Xi procesaría a Zhou y, consiguientemente, sobre si rompería la regla no escrita, establecida desde hace ya mucho tiempo atrás, de inmunidad para los miembros activos o jubilados del Comité Permanente del Buró Político.

Sin embargo, ahora las dudas sobre el destino de Zhou se han disipado, esto debido a una reciente oleada de noticias sin censura en los medios de comunicación chinos que revelaron impactantes detalles sobre actos de corrupción que involucran a familiares y a exsubordinados de Zhou. Un periódico informó sobre que las autoridades recientemente registraron las casas de dos hermanos de Zhou. A pesar de que estas historias aún no han llegado a implicar a Zhou de manera directa, es solo cuestión de tiempo hasta que el gobierno chino lo acuse oficialmente por actos de corrupción.

Los informes que se susurran son aún más espeluznantes. Se dice que Zhou conspiró para asesinar a su primera esposa, y existen rumores sobre que en la cúspide del escándalo del año pasado, que implica al exjefe del Partido en Chongqing, Bo Xilai, Zhou intentó asesinar a Xi en el complejo de gobierno Zhongnanhai.

Basándose en lo que la prensa china ha dado a conocer hasta ahora, queda claro que el caso de Zhou será el escándalo más feo e impactante, y de proporciones nunca antes vistas en el país, que implique a un jefe de alto nivel del Partido. Hará que Bo, un aliado de Zhou y exmiembro del Buró Político, quien fue condenado a cadena perpetua por corrupción, se vea como un ladrón de poca monta.

Al parecer, el gobierno chino está elaborando meticulosamente un caso en contra Zhou mediante el seguimiento de dos pistas de crítica importancia. La primera de dichas pistas pone en la mira a Zhou Bin, que es el hijo de Zhou y un hombre de negocios que ha amasado una gran fortuna a través de negocios turbios y actividades que posiblemente sean delictivas.

Ya que existe una sobreabundancia de funcionarios y empresarios privados deseosos de congraciarse con su padre, Zhou Bin no tuvo dificultades para sacar ventajas. Sus actividades incluyen la intermediación de ventas de equipos para yacimientos petrolíferos en Irak (causando en el proceso enormes pérdidas a las compañías petroleras estatales chinas), la construcción de centrales hidroeléctricas en Sichuan (donde su padre fue el jefe provincial del Partido desde el año 1997 hasta el 2002), el suministro de tecnología de la información para 8.000 gasolineras de propiedad estatal, e inversiones en bienes raíces, exploraciones petroleras y carreteras de peaje.

La revelación más dañina, hasta el momento, se refiere a la amistad de Zhou Bin con Liu Han, un multimillonario jefe de la mafia, quien en la actualidad está siendo juzgado por acusaciones de asesinato y crimen organizado. Liu hizo su fortuna con la ayuda de Zhou Bin. En un caso, el más joven de los Zhou presuntamente utilizó sus conexiones políticas para ayudar a que Liu venda dos centrales hidroeléctricas a una empresa estatal de energía, obteniendo una ganancia de ¥2,2 miles de millones ($330 millones).

La segunda pista se centra en los lugartenientes que sirvieron a Zhou Yongkang en el pasado. Una táctica favorecida por los investigadores anticorrupción chinos es detener a los funcionarios subalternos que trabajaron muy de cerca con quien se constituye como su objetivo principal. Típicamente, se amenaza a estos secuaces con penas de prisión largas, o incluso con la pena de muerte, a menos que cooperen.

En este caso, una docena de funcionarios que trabajaron a órdenes de Zhou en el sector de energía en Sichuan y en el Ministerio de Seguridad Pública (donde Zhou fue ministro desde el año 2003 hasta 2008) han sido detenidos. Para Zhou lo más ominoso es que entre los funcionarios detenidos se encuentran dos que fueron sus asistentes ejecutivos, quienes presumiblemente tienen un conocimiento íntimo de las actividades de Zhou.

Cuando el gobierno chino anuncie formalmente la detención de Zhou – lo que probablemente sea después de la conclusión de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional a mediados de marzo – las revelaciones de la podredumbre en el Partido-Estado chino dejaran pasmados incluso a los observadores más saturados con este tipo de asuntos. Lo qué Zhou, su familia y sus compinches han hecho solamente se puede describir como saqueo insaciable y gansterismo flagrante.

Más importante aún es el hecho de que el escándalo de Zhou, casi con seguridad, va a implicar a un número récord de altos funcionarios. En este momento, un ministro, dos vicegobernadores provinciales, un viceministro, y varios altos ejecutivos de las compañías petroleras de propiedad estatal han sido detenidos. Se espera que más funcionarios caigan durante el próximo año.

En lo que respecta a Xi, atrapar a Zhou en su red de lucha contra la corrupción probablemente proporcionará un impulso a su prestigio popular. Xi puede mostrar a un escéptico público chino que él tiene la voluntad política para acabar con uno de los políticos más poderosos del país. Es más, derrotar a un político, que en otrora era intocable, hará que no quede ninguna duda sobre la autoridad personal de Xi.

Para el resto del mundo, el escándalo Zhou, que se despliega gradualmente, vuelve a confirmar un hecho profundamente preocupante: China, denominada también como el Reino del Medio, continúa siendo profundamente corrupta. Enjaular a un tigre no va a destruir a un vampiro.

Minxin Pei is Professor of Government at Claremont McKenna College and a non-resident senior fellow at the German Marshall Fund of the United States. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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