¡Todos somos judíos griegos!

Ante la estupefacción general, el pasado 6 de mayo, el partido neo-nazi Amanecer Dorado hacía su entrada en el parlamento griego. Con un emblema inspirado en la esvástica, el saludo hitleriano, Mein Kampf como referencia, una ideología racista y antisemita, negacionismo del Holocausto, ataques a los inmigrantes, amenazas a los periodistas y culto a la personalidad, Amanecer Dorado se registra como heredero directo del partido nacionalsocialista alemán que sumió a Europa y al mundo en el caos y en la sangre.

Por desgracia, ese resurgimiento de la ideología nazi no concierne únicamente a Grecia. Este año, en Letonia, a pesar de las fuertes críticas formuladas contra la marcha anual de los antiguos Waffen SS, el presidente de la República dio por primera vez su apoyo a esta última. En Austria, el FPÖ, partido de extrema derecha que vive en la nostalgia del Tercer Reich, es el favorito en las encuestas para las próximas elecciones parlamentarias. En Hungría, la Guardia Húngara, heredera de la milicia del Partido de las Cruces Flechadas que organizó el exterminio de judíos y gitanos, aterroriza hoy a la población judía y provoca ataques criminales contra la comunidad romaní.

Ese resurgimiento ha sido posible por el sistemático ataque de los partidos de extrema derecha al ideal de convivencia en el ámbito de la comunidad nacional, adoptando la estrategia elaborada en los Países Bajos por El Partido por la Libertad de Geert Wilders a comienzos de los años 2000. La misma consiste en ocultar el discurso de la desigualdad de las razas tras la máscara cultural de “la lucha contra la islamización de Europa”.

Valiéndose de una crisis económica y social que favorece la búsqueda frenética de chivos expiatorios y que refuerza el miedo a la decadencia del viejo continente, esa estrategia ha demostrado ser temiblemente eficaz. Ha permitido que partidos de extrema derecha den su apoyo a gobiernos —o formen parte de coaliciones de gobierno— y ha contribuido a banalizar las expresiones de racismo y antisemitismo en el seno de las sociedades europeas.

Finalmente, esa extrema derecha pretendidamente “no demonizada” ha preparado el terreno a partidos con los que comparte una ideología racista y antisemita, pero que, como es el caso de Amanecer Dorado, ahora ya pueden hacer compatibles su éxito electoral y la abierta expresión de su odio.

Frente a esta situación terrorífica, encarnada hoy por la entrada de diputados neo-nazis en el parlamento griego, queremos expresar nuestra solidaridad afirmando: ¡Todos somos judíos griegos!

No aceptamos que ni en Grecia ni en ningún otro lugar de nuestro continente los judíos, los inmigrantes, los musulmanes, los gitanos o los negros teman por su vida por ser lo que son. Invitamos a todos los ciudadanos, a los partidos políticos, a los sindicatos, a la sociedad civil, a los intelectuales y a los artistas a enfrentarse a la extrema derecha promoviendo y haciendo realidad el sueño europeo.

Ese sueño europeo con el que nos comprometemos es el de un continente que recuerda que se construyó sobre las ruinas que dejó el nazismo y que nunca olvidará el Holocausto. Es el de un continente que se liberó del racismo y del antisemitismo. Es el de un proyecto de sociedad que se basa en una convivencia superadora de fronteras.

Pero para que ese sueño vuelva a hacerse real es urgente acabar con dos dogmas

En primer lugar con el dogma de la austeridad, que está provocando unos estragos que explican el éxito de los partidos populistas y que limita las perspectivas de la juventud europea a la devolución de la deuda, como si generaciones enteras debieran ser sacrificadas en el altar del rigor perpetuo.

En segundo lugar, el dogma de la “Europa fortaleza”, que favorece el desarrollo de discursos contra la inmigración y propugna el cierre de fronteras, cuando precisamente Europa necesita de la inmigración si quiere preservar un elemento fundamental de la identidad europea de la posguerra: su sistema de protección social.

A partir de ahora es primordial que las instituciones europeas renueven su aspiración a la democracia, al progreso social, a la promoción de la igualdad entre los individuos y a la protección de aquellos sobre los que se concentran las violencias raciales y sociales exacerbadas por la crisis.

Mientras que la idea de Europa está siendo frecuentemente desacreditada, creemos que es fundamental que trabajemos en favor de una Europa más fuerte, y que lo hagamos con intensidad y con prontitud, para volver a dar un poderoso aliento al sueño europeo.

Si no somos capaces de hacer que ese sueño reviva plenamente, estaremos condenados a padecer una misma pesadilla, tanto en Grecia como en el resto de Europa.

Benjamin Abtan, presidente del Movimiento Antirracista Europeo – EGAM (Europa); Gabriel Axel, cineasta (Dinamarca); Daniel Barbu, profesor en la Universidad de Bucarest (Rumania); Jovan Dijvak, general defensor de Sarajevo asediada; Dario Fo, Premio Nobel de Literatura (Italia); Svetlana Gannushkina, dirigente de Memorial (Rusia); Anthony Giddens, sociólogo (Gran Bretaña); Amos Gitai, director de cine (Israel); Thomas Hylland Eriksen, profesor en la Universidad de Oslo (Noruega); Béate y Serge Klarsfeld, presidente de “Hijos e hijas de deportados judíos” (Francia); Bernard Kouchner, exministro de Asuntos Exteriores (Francia); Bernard-Henry Lévy, filósofo y escritor (Francia); Adam Michnik, historiador, ensayista, periodista, antiguo miembro de Solidarnosc (Polonia); Miguel Ángel Moratinos, exministro de Asuntos Exteriores (España); Amélie Nothomb, escritora (Bélgica); Dominique Sopo, presidente de SOS Racisme (Francia); Oliviero Toscani, fotógrafo (Francia); Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz, escritor (Estados Unidos); A.B. Yehoshua, escritor, ensayista (Israel).

Traducción de Juan Ramón Azaola.

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