¿Tolerancia y pluralismo islámicos?

Los puntos de vista sobre el islamismo y su evolución en el mundo difieren según los distintos grupos y países del mundo árabe. El tronco principal de los islamistas del partido tunecino Enahda y de los Hermanos Musulmanes egipcios acepta la noción de ciudadanía y la voluntad popular en relación con la noción de soberanía divina como base y fundamento de la legítima autoridad.

La mayoría de islamistas no aluden tanto a la formación de gobiernos de base islámica como suele mencionarse en los distintos manifiestos cuanto a la que llaman al-dawla al-madaniya; es decir, un Estado civil. Incluso la vieja guardia de los Hermanos Musulmanes ya no defiende la creación de un Estado islámico. Reemplazan “civil” por “islámico” para no emplear el término “laico”.

El concepto de lo laico posee connotaciones negativas entre los árabes y no sólo entre los islamistas por su histórica asociación con el neocolonialismo y la occidentalización. De igual forma, el modelo teocrático iraní no ha logrado satisfacer las aspiraciones de numerosos islamistas así que se ha visto reforzado el desplazamiento del discurso de lo “islámico” a lo “civil”. La promesa de Jairat el Shater, líder principal de los Hermanos Musulmanes, de implantar la ley islámica en caso de ser elegido presidente egipcio, suscita inquietudes sobre su compromiso con las instituciones civiles y libertades individuales.

No obstante, y tras los impresionantes resultados alcanzados en las elecciones legislativas, los líderes del nuevo partido Justicia y Libertad, brazo político de los Hermanos Musulmanes, han reiterado públicamente su compromiso con el pluralismo y con la defensa y protección de los derechos individuales. Han recalcado, de modo especial, que están dispuestos –en el proceso de redacción de una nueva Constitución– a que diversos y heterogéneos grupos y tendencias quepan en la nueva Constitución.

Dos líderes veteranos, Mohamed Morsi y Esam el Erian, han prometido formar un gobierno de unidad nacional. Frente a las frecuentes afirmaciones de sus oponentes laicos, han reiterado que entregarían el poder “en caso de perder” dado que el clima social del país ya no está para nuevas dictaduras. El Erian ha prometido que el Justicia y Libertad no modificará la Constitución para que toda la legislación se ajuste a la ley islámica.

A diferencia de los Hermanos Musulmanes, Enahda en Túnez muestra una actitud más coherente e inequívoca en lo concerniente a la defensa de las libertades individuales. Señala su disposición favorable a abandonar el poder en caso de una derrota en las urnas. El partido ha declarado que la ley islámica no debería ser la fuente y origen de toda la legislación y que la nueva Constitución debería solo reconocer que el islam es la religión estatal, como establecía la vieja Constitución.

Tras obtener una mayoría parlamentaria en Túnez a finales del 2011, Enahda creó una coalición política de amplia base para supervisar el proceso de transición al pluralismo. A diferencia de los Hermanos Musulmanes, que presentaron a su propio candidato a la presidencia, Enahda en Túnez apoyó a Moncef Marzuki, una figura de perfil progresista y defensor de los derechos humanos, en el marco de un acuerdo para compartir el poder. Said Ferjani, líder en auge en el seno de Enahda, ha dicho que la historia juzgará a su generación de islamistas no por su capacidad de llegar al poder sino por lo que haya hecho con este poder: “En esta ocasión de oro –ha dicho– no me interesa un control del sistema político y de los hilos del poder. Me importa ante todo estar en disposición de ofrecer el mejor sistema democrático posible. Tal es mi sueño”. Aunque se suscitan acaloradas disputas entre islamistas y sus rivales progresistas e izquierdistas acerca de la redacción de nuevos textos constitucionales, los documentos en cuestión se propondrán traducir un espíritu de pluralismo y tolerancia. Los islamistas poseen especial interés en una institucionalización del proceso político que les proteja y defienda ante las veleidades del autocrático estamento militar. Como dijo Rachid Ganuchi en una entrevista en el 2011, “los gobernantes sacan más provecho de la violencia que sus oponentes”.

Varios líderes islamistas han reiterado su compromiso con la creación de instituciones democráticas, la salvaguarda de las libertades individuales y los derechos de las minorías y la defensa del Estado de derecho. Enahda ha dejado claro que protegerá a la minoría judía de Túnez, sometida a una gran presión por un puñado de elementos conservadores. Enahda ha rechazado los llamamientos procedentes de elementos extremistas (e incluso de Israel) en el sentido de que los judíos tunecinos deberían salir del país.

En el caso de Egipto, sigue planteándose el debate sobre los derechos de las minorías, que sirve para mostrar las posturas menos progresistas de los Hermanos Musulmanes. La organización ha anunciado que aunque no se opondrá a que las personas de confesión cristiana y las mujeres opten a la presidencia, apoyará a un musulmán para el cargo. Lejos de sentirse disuadidas por tales declaraciones contrarias a todo progresismo, las candidatas han entrado en liza en la carrera presidencial, como la famosa presentadora de televisión egipcia Bothaina Kamel.

Fawaz A. Gerges, director del Centro de Oriente Medio en la London School of Economics. Autor de ‘Viaje a la yihad’ (Libros de Vanguardia) Traducción: José María Puig de la Bellacasa

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