Torra y el fundamentalismo cultural

Torra y el fundamentalismo cultural

Quim Torra es considerado un xenófobo por los principales grupos del Parlamento Europeo y no es de extrañar porque sus artículos parecen creados para ilustrar qué es el fundamentalismo cultural, concepto que la antropóloga Verena Stolke acuñó en los 90.

Por ejemplo, Verena Stolke formula que "el fundamentalismo cultural, como retórica contemporánea de la exclusión, se edifica, en su lugar, sobre la noción nacionalista de exclusivismo cultural. [...] Las alusiones a una 'inundación de inmigrantes' y a una 'bomba de emigración' se utilizan para intensificar unos difusos temores de la población". Y escribe Quim Torra: "Se corre el riesgo de que la nación se deshaga como un azucarillo en un vaso de leche, atenazada entre el alud inmigratorio". En este caso, no habla de "inundación" sino de "alud" pero el resultado es el mismo: la inmigración como gran amenaza para la disolución de la nación.

Verena Stolke afirma también que "un elemento esencial de esta doctrina de la exclusión es el rechazo del 'mestizaje cultural', a fin de preservar la propia identidad biocultural". Y esto encuentra su reflejo en algunos artículos de Torra cuando se pregunta "¿quién se atrevería a decir uno, de estos españoles que viven con nosotros, que haya significado algo en la historia y el progreso de la humanidad?", o "España, esencialmente, ha sido un país exportador de miseria, material y espiritualmente hablando".

Como podemos ver, los políticos europeos no iban desencaminados al tildar a Torra de "xenófobo" aunque aquí lo abordemos también desde la perspectiva del "fundamentalismo cultural" porque Torra hace hincapié, sobre todo, en las diferencias culturales que, desde su recalcitrante supremacismo, considera todo lo "catalán" superior a lo "español".

Los ejemplos son innumerables: "El catalanismo ha de basarse en una defensa encarnizada de nuestra identidad y nuestra cultura y del orgullo de ser catalanes. ¿O es que ustedes jugarían a una Cataluña independiente convertida en una inmensa Feria de Abril?". O este fragmento, que es uno de los más tristemente famosos: "En un país con una lengua y una cultura propias hay quien se pasa toda la vida sin interesarse nada, algunos, al contrario, odiándolas. Están cerca, entre nosotros, todos conocemos algunos. [...]. Les repugna cualquier expresión no ya de catalanismo, sino de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estos seres. O un pequeño bache en su cadena de ADN".

Para Torra, todas aquellas personas venidas del resto de España que no comulgan con su concepción de la cultura catalana tienen un bache en la cadena de su ADN. A esto hay que añadir toda una serie de descalificaciones que ha ido vertiendo por diferentes artículos como "bestias con forma humana", "carroñeros", "víboras", "hienas", "animalillos descerebrados"…

En el caso de Torra, como en el de todo el nacionalismo catalán, su fundamentalismo cultural se basa, sobre todo, en el concepto del catalán como "lengua propia". "Lengua propia" en un invento de los políticos nacionalistas que sirve como herramienta para la exclusión y el señalamiento, y por eso Torra afirma que "no es nada natural hablar español en Cataluña".

A esto tendríamos que unir la negativa de destacados políticos separatistas a responder en español en rueda de prensa y también el Manifiesto Koiné -firmado por dos consejeras de Cultura-, que afirma que las personas que llegaron a Cataluña desde otros lugares de España durante el franquismo fueron "instrumentos involuntarios de colonización lingüística".

Con respecto a la lengua, también escribe Torra: "En Barcelona siempre te acaba pasando que te adelanta un grupo de niños y niñas hablando en castellano [...] Sales a la calle y nada indica que aquello sea la calle de tus padres y tus abuelos: el castellano avanza, impecable, voraz, rapidísimo. Abres los diarios o miras la televisión y te hablan de cosas que no tienen nada que ver contigo y tu mundo".

Este fragmento, por un lado, refleja perfectamente el fundamentalismo cultural tal y como lo describe Stolke: "En la estructura conceptual de esta nueva doctrina hay algo claramente distinto del racismo tradicional, algo que tiene que ver con la resurrección, aparentemente anacrónica en un mundo moderno y económicamente globalizado, de un ensalzamiento de la identidad primordial, de la diferencia cultural y de la exclusividad".

Y, por otra, también podemos ver otra de las obsesiones del nacionalismo catalán: las lenguas que hablan los niños. En este sentido, cabe recordar que en Cataluña, todas las asignaturas son en catalán y que la archisubvencionada Plataforma per la Llengua se ha dedicado a espiar a los alumnos a la hora del recreo sin el consentimiento de los menores y de sus progenitores, y engañando a los docentes sobre el verdadero objeto de su investigación. Tanto esta entidad progubernamental como Torra muestran claramente su rechazo a que los críos puedan hablar libremente la lengua que quieran, lo cual muestra, una vez más, la pulsión liberticida del separatismo.

Torra ha dejado plasmado por escrito ese fundamentalismo cultural que profesan los separatistas: un racismo encubierto en el que les ha bastado sustituir "raza" por "cultura" para seguir ejerciendo la misma discriminación y el mismo odio al que consideran diferente. Parece lógico que alguien que desprecia de tal manera a más de la mitad de los catalanes no puede ser su presidente pero ahí sigue, con el silencio cómplice del PSC que no ha tenido ningún empacho en pactar con el partido de Torra la Diputación de Barcelona y multitud de ayuntamientos.

Sonia Sierra es diputada y portavoz de Educación de Cs en el Parlamento de Cataluña.

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