Torres de Colón, patrimonio arquitectónico del siglo XX

Este mes de abril se cumplen dos años del fallecimiento de Antonio Lamela, mi padre, insigne arquitecto nacido en Madrid en 1926 y perteneciente a una generación surgida de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, y cuya extensa obra le convierte en uno de los profesionales españoles más relevantes de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI.

Su trayectoria ha sido una de las más prolíficas, no sólo por el gran número de proyectos realizados y su envergadura, sino por presentar cada uno de ellos como sello diferenciador el valor añadido de la incorporación de numerosas innovaciones técnicas. Su excepcional visión integradora le llevó a entender la arquitectura y el urbanismo como parte de una entidad de orden superior: nuestro planeta y así lo reflejó en su concepción de dos «nuevas ciencias» propuestas por él: Cosmoísmo y Geoísmo.

Los novedosos conceptos en sus proyectos tienen un lugar destacado como legado en los registros de la obra esencial de la arquitectura española del siglo XX, como los de las fundaciones Docomomo, Arquia, COAM, etcétera.

Emblema y síntesis de la arquitectura de Antonio Lamela, Torres Colón, como a él le gustaba llamarlas, es su obra más querida y relevante, sin duda. Este año 2019, en el que se cumple el cincuentenario del inicio de la construcción de este excepcional complejo arquitectónico, conviene recordar su trascendencia junto a otras importantes obras proyectadas por Estudio Lamela.

Reconocida en el Congreso Internacional de Estructuras Pretensadas, celebrado en Nueva York en 1975, como la obra de edificación más avanzada hasta dicha fecha, supone un hito en la historia de la Arquitectura y de la Ingeniería Estructural mundial, e introdujo en España la Arquitectura Suspendida, logrando construir el mayor número de plantas «colgadas» -veinte- en una solución integral de hormigón armado. Gracias a un equipo multidisciplinar de prominentes ingenieros -Carlos Fernández Casado, Javier Manterola y Leonardo Fernández Troyano-, mi padre y sus colaboradores llevaron a cabo una auténtica proeza en el diseño, la construcción, innovación y su resultado final.

A raíz de su fallecimiento, las más importantes instituciones nacionales e internacionales se manifestaron públicamente para lograr la máxima protección para la estructura original de Torres Colón, destacando el apoyo del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, la Academia de Doctores de España, Hispania Nostra, etcétera.

Esta importante movilización apoya y refuerza la decisión tomada por el pleno del Consejo Regional de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, compuesto por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la CAM, el Ayuntamiento de la capital, el COAM y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que acordó de forma unánime, en su sesión del 4 de julio de 2017, instar al Ayuntamiento de Madrid para llevar a cabo sin dilación «la protección de la estructura interna del inmueble», es decir, el proyecto original finalizado en 1975 y que se encuentra intacto en su interior.

La protección de esta obra, patrimonio arquitectónico del siglo XX, es obligada porque nos pertenece a todos. Sus valores radican no sólo en su carácter precursor debido a la introducción de una nueva tipología arquitectónica en España -la arquitectura suspendida- sino en su coherente imagen arquitectónica y su arraigo en el paisaje urbano madrileño. No cabe duda de que la imagen de estas torres gemelas pertenece al acervo cultural madrileño, no sólo por los valores mencionados, sino por su implantación en un solar de esquina con una solución innovadora, que amplió la embocadura de la calle Génova y liberó un imponente espacio libre en planta baja, consecuencia precisamente de la arquitectura suspendida, que logra tener los núcleos centrales de hormigón como único contacto con el suelo.

Estamos seguros de que la Administración municipal, autonómica y estatal competentes estarán a la altura en el cumplimiento de la legalidad, atiendan la demanda de protección que todos los importantes organismos e instituciones han apoyado y no vuelva a cometerse otro grave e irremediable error como los ocurridos en su momento y que propiciaron la desaparición de obras tan emblemáticas de la arquitectura contemporánea española como, por ejemplo, el extraordinario edificio denominado La Pagoda del arquitecto Fisac... Esta es una responsabilidad ineludible y urgente.

Una sociedad que no respeta ni valora su pasado es una sociedad sin futuro que se hurtará a sí misma un porvenir honrado y sostenible.

Carlos Lamela es arquitecto y presidente ejecutivo de Estudio Lamela.

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