Traicionar la identidad

Gran Bretaña acabó siendo un Estado democrático tras un proceso lento que duró más de dos siglos. Francia, hasta la Revolución Francesa de 1789, era una monarquía absolutista. Y después de dicha revolución, pasaron décadas de duras revueltas hasta que Francia adoptase un régimen democrático. En el caso de Alemania, fue en el siglo XX cuando, por primera vez y por un breve periodo de tiempo, probó la democracia antes de caer en la dictadura más cruel de la historia. Sólo tras su aplastante derrota en la Segunda Guerra Mundial, Alemania empezó a interiorizar los valores democráticos. Lo mismo cabe decir de países como Japón o de otros muchos estados que solamente en el siglo XX comenzaron a adoptar regímenes democráticos. En el caso de la actual Rusia, China, Vietnam o de los países del mundo árabe y de la mayoría del mundo musulmán, hay que decir que la democracia aún está luchando por ser legitimada.

Sin embargo, ese no es el caso de los Estados Unidos de América, que ya nació a finales del siglo XVIII como un país democrático, hasta el punto de que se puede decir que la democracia es un componente incluido en su ADN. “No hay impuestos sin representación”, era el lema de guerra característico de los colonos ingleses y de otras regiones en Norteamérica en su rebelión contra Gran Bretaña.

De hecho, la Constitución estadounidense es su propia declaración de independencia, es el fundamento a partir del cual se ha ido constituyendo la nación norteamericana. Por tanto, la democracia es esencial para la identidad del norteamericano. Rusia, Francia, Argentina, así como otros muchos países pueden ser o no democráticos; pero en el caso de Estados Unidos, si eliminamos su carácter democrático, destruimos su propia idiosincrasia.

Por esta razón, riadas de gente, judía y no judía, de todo el mundo partieron hacia Estados Unidos. Y no lo hacían por el clima, tan duro en muchas zonas del país, ni por la calidez de sus gentes, ni por sus servicios sociales (aún hoy sigue sin tener una seguridad social universal y gratuita), ni por un pasado cultural importante. Todas esas personas se fueron a Estados Unidos atraídos por la libertad de su democracia. Allí el principio de “No hay impuestos sin representación” es sagrado. Nadie paga impuestos si no tiene la posibilidad de influir en el gobierno a través de su voto y su consiguiente representación.

A los judíos siempre les ha costado poco viajar y emigrar a otros lugares y durante los siglos XIX y XX muchos de ellos partieron hacia Estados Unidos de América. Las libertades que allí reinaban los atraían. Y en vísperas del holocausto, un tercio del pueblo judío residía ya en aquel país norteamericano.

Por eso, cuando ahora judíos y cristianos mesiánicos de Estados Unidos apoyan la política israelí de asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados en 1967, deberían saber que con ello están legitimando un acto claramente antidemocrático. Y es que, debido a razones demográficas, Israel no podrá conceder derecho de voto a los palestinos, pues si lo hiciera su Parlamento acabaría siendo un Parlamento binacional. El apoyo de judíos y cristianos norteamericanos a la política de asentamientos no sólo enredaría a Israel en un conflicto constante con el mundo árabe, sino que supone una traición a la propia identidad norteamericana de aquellos que apoyan a los colonos.

En 1948, año en que se fundó el Estado democrático de Israel, se concedió a los palestinos que habían luchado contra los judíos el derecho de voto para elegir a los miembros del Parlamento israelí. Y así se mantuvo el carácter democrático del nuevo Estado judío. Ahora la minoría árabe israelí ya constituye una quinta parte de la población total del país.

En cambio, los palestinos de Judea y Samaria no sólo carecen de derechos democráticos que deberían ser considerados sagrados para todo estadounidense, sino que las colonias judías que se están entretejiendo en sus territorios pueden acabar convirtiendo su falta de derechos en un hecho irreversible.

Por Abraham B. Yehoshua, escritor israelí, impulsor del movimiento Paz Ahora.

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