Transferencia del conocimiento: ¿Estamos haciendo bien las cosas las investigadoras españolas?

La discriminación por género en el campo de la ciencia ha sido estudiada y analizada a lo largo de los años, con resultados negativos en cuanto a la intención de cambios en las políticas de evaluación de las científicas españolas. Nosotras constituimos una parte muy importante del engranaje de la ciencia en nuestro país, pero nuestra representación es muy baja en las categorías más altas en la academia y en todas las instituciones que se dedican a la investigación de alto nivel; allí donde se toman las decisiones. Ahora un nuevo programa, lanzado por el anterior Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades, y que se está terminando de resolver ahora, vuelve a dejar a las investigadoras en minoría discriminada en cuanto al reconocimiento de los méritos de transferencia de conocimiento, puesto que tres de cada cuatro evaluaciones positivas han sido para los hombres.

Los denominados sexenios son complementos de productividad que examinan la labor investigadora del profesorado universitario y del personal investigador de los OPIs (Organimos Públicos de Investigación). Hasta ahora solo existían los sexenios de investigación. Ahora también existen los sexenios de transferencia, que evalúan la transmisión de la investigación para que la sociedad la conozca y la aproveche, incluidos los ámbitos industriales y económicos; es decir, aquellos aspectos de la investigación que de forma más directa e inmediata generan un impacto en la economía y en la sociedad de nuestro país. Ambos sexenios se solicitan a la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación) y se traducen en un complemento económico, pero sobre todo en un reconocimiento profesional, puesto que cada vez más se utilizan en las universidades para el reparto de la carga docente, para poder dirigir y evaluar tesis doctorales, para formar parte de tribunales de oposición, o conseguir financiación para la investigación; es decir, para progresar en la carrera docente y/o investigadora en la academia.

Los resultados de esta prueba piloto son devastadores; en términos generales, ya que de las 16,844 solicitudes, el 57,26% han resultado negativas, pero sobre todo en términos de género, pues la tasa de éxito para las mujeres es del 27%

Desde hace varios años se estaba intentando desarrollar este programa para que se midiera no solo la importancia de la transferencia del conocimiento, sino también su impacto. En 2018, la ANECA convocó el primer ensayo, a modo de proyecto piloto, publicando las bases para la evaluación del sexenio de transferencia. Al igual que el denominado sexenio de investigación, se evalúa la actividad de cada solicitante en tramos de 6 años. Los resultados de esta prueba piloto son devastadores; en términos generales, ya que de las 16,844 solicitudes, el 57,26% han resultado negativas, pero sobre todo en términos de género, pues la tasa de éxito para las mujeres es del 27%.

¿Estamos haciendo bien las cosas las investigadoras españolas?

A raíz de los resultados nefastos, que en nuestra opinión no tienen explicación lógica, varias socias de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas) elaboramos una encuesta* Ad Hoc para enviar no solo a las personas asociadas, sino a quienes quisieran participar y valorar el programa del Sexenio de Transferencia. Los resultados de esta encuesta, además de ofrecer cifras objetivas, también reflejan el grado de frustración de las mujeres investigadoras (también de los investigadores varones) por la falta de transparencia y objetividad en la evaluación. En los documentos de resolución que se han hecho llegar a cada solicitante no se aclara por qué lo que en unos casos se considera un mérito en otros casos no se considera de suficiente calidad como para evaluarla positivamente.

El número de solicitudes presentadas por hombres duplica al que presentaron las mujeres investigadoras

A nuestra encuesta respondieron 507 personas, de las cuales el 86,6% son mujeres y el 13,4% son hombres (en consonancia con la composición de las personas asociadas a AMIT). La distribución de edades presenta un máximo alrededor de los 53 años, mayoritariamente funcionarias de los cuerpos de Profesorado Titular de Universidad (36,8%), Catedráticas/os de Universidad (27,3%) y Científicas/os Titulares de OPIS (14,7%); con una experiencia investigadora avalada por un importante número de sexenios de investigación, es decir, un gran número de trabajos publicados en revistas de gran impacto científico. Estamos hablando de mujeres con una trayectoria profesional de muchos años en investigación de calidad que este proceso ha evaluado como mediocres (o muy mediocres) en cuanto a su capacidad de comunicar y hacer valer sus resultados en el campo industrial, económico y/o social.

Llama la atención que, además, a pesar del perfil de las participantes en la encuesta, un elevado número decidió no solicitar el sexenio de transferencia (42,8%). De ellas el 53,7% no tiene intención de solicitarlo en las próximas convocatorias, fundamentalmente porque supone un esfuerzo adicional a la sobrecarga de docencia e investigación que ya existe y sin garantías de poder obtener un resultado positivo. Además, las encuestadas señalan que los criterios de la convocatoria eran muy imprecisos y preferían concentrar sus esfuerzos en los sexenios de investigación, cuyas reglas están más definidas y cuando se solicita se sabe qué es lo que se va a evaluar.

Transferencia del conocimiento

Cuando se pide a las encuestadas que aporten posibles mejoras para futuras convocatorias, mayoritariamente solicitan un mejor desarrollo de la información sobre qué tipo de aportaciones se valorarán y la publicación de baremos que se utilizarán en la evaluación (más del 84% de las encuestadas). Otros datos interesantes que se obtienen a partir de esta encuesta son la falta de equilibrio en género/sexo de las comisiones evaluadoras (hemos constatado que muchas de ellas están lejos de alcanzar la paridad requerida por ley) y el lenguaje no inclusivo de la convocatoria, que hace que muchas mujeres no vean su encaje en dicha evaluación de transferencia. Más de un 80% solicitan que se fijen al máximo posible las pautas de baremación, haciéndolas públicas, para que las personas solicitantes sepan de antemano qué se considera como transferencia por parte de las comisiones y qué no. Aunque parece que en la convocatoria se definen de manera objetiva, a la vista de las resoluciones de las solicitudes está claro que no lo son. Por ejemplo, consideramos que han primado los condicionantes económicos de los proyectos y contratos de las aportaciones, aunque los anunciados en la convocatoria se correspondían a criterios más amplios y genéricos de transferencia.

Las conclusiones del estudio de esta encuesta son coincidentes con los informes y denuncias presentadas por los sindicatos mayoritarios. Todas ellas son preocupantes. En primer lugar, el número de solicitudes presentadas por hombres duplica al que presentaron las mujeres investigadoras. El éxito global de las solicitudes es solo de un 42,47%, pero la tasa de solicitudes aprobadas por mujeres es aún peor, pues solo el 27% resultó positivo. Se confirman también las observaciones y las conclusiones a las que han llegado los sindicatos: todas las partes del proceso han fallado, tanto en el procedimiento como en la falta de comunicación y la transparencia del mismo; no se han facilitado unos criterios claros y una información precisa de cómo se han llevado a cabo las evaluaciones. Según los datos facilitados por las investigadoras consultadas en la encuesta de AMIT, se han dado casos de resoluciones negativas con observaciones contradictorias en las mismas; no ha habido un protocolo único y sí una evaluación de criterios injusta e inexplicable (nos cuentan las encuestadas que, en ocasiones, personas que trabajan juntas y que presentaban las mismas aportaciones en la solicitud han obtenido resultados contrarios: una con resultado positivo y otra con resultado negativo. También hay casos en que las mismas aportaciones consiguen notas muy diferentes según sea la persona solicitante, esto independientemente del género); se crearon falsas expectativas y, en general, no se han cumplido. Esto puede llevar a un desinterés de un gran porcentaje de investigadoras en la transferencia, defraudadas por el resultado.

Muchas de las personas evaluadas negativamente ya han presentado el recurso a la resolución, con explicaciones detalladas y el porqué no están de acuerdo con la misma. No sabemos cómo y cuándo se van a resolver estos recursos ni sabemos si se van a analizar en detalle los aspectos negativos de la convocatoria, que ya se han hecho llegar a la ANECA, para subsanarlos en las siguientes. Aunque efectivamente se ha tratado de un programa piloto, los resultados son tan demoledores, sobre todo para las mujeres, que se pone en peligro que un gran porcentaje de recursos humanos que tenemos en el país dedicados a la investigación y mejora de la ciencia decida prescindir del trabajo que supone la transferencia del conocimiento y que en un porcentaje elevadísimo no ha sido reconocido como seguramente se merecía. Todo ello en detrimento del avance científico, una vez más. Confiemos que, dado que era un proyecto piloto, los responsables en el ministerio abran los ojos ante las evidencias y hagan lo necesario para que el personal investigador colabore para que España no quede anclada en la mediocridad científica de forma permanente.

Lola Pereira es catedrática de Petrología y Geoquímica de la Universidad de Salamanca y socia de AMIT. Ana Jesús López Díaz es profesora titular de Ingeniería Mecánica de la Univeridade da Coruña y presidenta de Asociación de Mulleres Investigadoras e Tecnólogas en Galicia, AMIT-Gal


* Para conocer en detalle los resultados de esta encuesta, se puede contactar con AMIT (amit@cchs.csic.es). Son resultados públicos y es nuestro deseo que se haga la mayor difusión posible de los mismos.

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