Transgénicos y opinión pública

La alarma social que han causado en las últimas décadas diversos acontecimientos relacionados con la seguridad alimentaria –como las vacas locas o la presencia de dioxinas y pesticidas– ha podido contribuir a que se establezca de manera permanente una sensación de inquietud e inseguridad en la percepción del consumidor europeo. Además, estamos asistiendo a un notable aumento de noticias en los medios de comunicación que, de manera poco rigurosa, quieren trasladar a la opinión pública una sensación de peligro para la salud de los consumidores y el medioambiente como consecuencia del cultivo de variedades transgénicas y del consumo de sus productos. Como especialistas en producción vegetal y servidores públicos nos sentimos obligados a hacer 10 precisiones, cada una de las cuales podría dar lugar a muchos artículos:

1. Necesidades de rigor en las argumentaciones. Las afirmaciones que se hagan sobre los efectos en la salud humana y en el medioambiente deben basarse en resultados científicamente contrastados y de acuerdo con la metodología científica, que es universal. Aunque es legítimo que los gobiernos puedan tomar decisiones basadas en criterios estrictamente políticos, es significativo que la ministra de Investigación y Ciencia alemana, Annette Schavan, lamente que su colega de Agricultura haya prohibido las variedades transgénicas de maíz.

2. Impactos sobre el medioambiente. La inmensa mayoría de resultados publicados en revistas científicas –particularmente los que se derivan de estudios financiados por los ministerios españoles de Educación, Ciencia e Innovación, Medio Ambiente y Agricultura– concluyen que no hay efectos sobre la biodiversidad en las variedades transgénicas autorizadas hoy en nuestro país. También cabe destacar la imposibilidad de estas variedades de contaminar las especies vegetales silvestres.

3. Efectos en la salud humana. A pesar del buen número de estudios llevados a cabo, no se han demostrado efectos negativos sobre la salud humana ni de los animales domésticos tras un consumo generalizado de productos elaborados a partir de transgénicos en Estados Unidos y otros países, incluyendo el nuestro, durante más de una década.

4. ¿Es posible la coexistencia de variedades transgénicas y convencionales? Existen bastantes estudios científicos en toda Europa y particularmente en Catalunya sobre las distancias de seguridad que se tendrían que guardar entre campos para permitir su coexistencia.

5. Legislación en Europa y España. Como respuesta a la inquietud y las reticencias mostradas por algunos ciudadanos, Europa ha desarrollado una estricta legislación que avala la seguridad de los alimentos que pudieran contener productos obtenidos con variedades transgénicas. En este sentido, cabe destacar la labor hecha por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).

6. ¿Qué opinión tiene la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria? Los documentos de la EFSA –disponibles en su web– dejan claro que la máxima autoridad europea en seguridad alimentaria avala el cultivo y consumo de las variedades autorizadas. Las más prestigiosas sociedades científicas –desde la Academia de Ciencias de Estados Unidos y la Royal Society of London hasta la Academia Pontificia Vaticana– han reconocido el interés de esta tecnología en sus obtenciones autorizadas. También son significativas en este punto las posturas favorables adoptadas por la FAO y una multitud de premios Nobel.

7. Agricultura, biotecnología y sostenibilidad. No entendemos cómo se puede defender que la agricultura, motor desde su origen del desarrollo de las sociedades, quede ahora excluida de las innovaciones que la biotecnología está aportando en otros campos, como la medicina humana, con beneficios evidentes que han sido bien aceptados por la sociedad. El reto de la agricultura moderna es ganar sostenibilidad y las plantas transgénicas pueden ayudar a esta finalidad.

8. Beneficios del maiz Bt. Es el único que ha sido autorizado para el cultivo comercial en Europa. Después de más de 10 años de cultivo en España ha representado para buena parte de los productores un aumento del rendimiento y del beneficio, y una reducción de los tratamientos insecticidas, tal y como ha demostrado un estudio llevado a cabo por personal experto de la Comisión Europea.

9. Variedades transgénicas y globalización. A menudo se atribuye a las variedades transgénicas los aspectos negativos de la globalización. Sin embargo, y en la línea de lo que propugna el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, deberíamos asegurarnos de que los derechos de la propiedad intelectual –patentes– no impidan que las mejores variedades y las más adaptadas a países en desarrollo sean accesibles a todos los productores de estas zonas, como se está pidiendo para muchos medicamentos destinados a mitigar sus enfermedades endémicas.

10. Transgénicos y consumidores. Las próximas obtenciones de plantas transgénicas que ya se anuncian –vacunas, medicamentos y alimentos para grupos con necesidades específicas– probablemente tendrán beneficios directos para la sociedad en general y tal vez esto hará que la percepción de estos cultivos sea más positiva. Entonces podremos analizar con más conocimiento los beneficios y riesgos de las plantas transgénicas caso por caso, sin criminalizar a toda la biotecnología aplicada a la agricultura. Un cuchillo puede utilizarse para cortar la carne, pero también para matar a alguien. Sin embargo, nadie aboga que se prohíba su uso.

Jaume Lloveras, Ramón Albajes e Ignacio Romagosa, catedráticos de la Universitat de Lleida.