Tras el 11 de septiembre de 2016

EL 11-S se presentaba aciago para los próceres separatistas. Conocedores de la dificultad que significa mantener el reto rupturista en las calles, directamente proporcional a la tensión social, en lugar de un solo desfile en Barcelona hemos sufrido procesiones en cinco lugares distintos.

Si en la performance de 2014 los asistentes fueron 794.000 y en la de 2015 fueron 530.000, en las de 2016 hubo 292.000, según se deduce del recuento llevado a cabo por Societat Civil Catalana. Y eso que los cálculos están basados en unos generosos 2,2 personas por metro cuadrado, y que el máximo en los cinco recorridos es de 363.000 manifestantes.

Como en los años anteriores, los separatistas vuelven a mentir, al decir que «más de 800.000 personas han acudido a la Diada». Tal es el contraste de su falsedad con la realidad que deben añadir un «frente a los 1,4 millones de manifestantes del año pasado». Los independentistas catalanes son prisioneros de sus propias falacias.

De este 11-S podemos extraer algunas evidencias. Una, la capacidad de movilización tiene una clara tendencia a la baja. Dos, el cansancio y las contradicciones empiezan a pasar factura en cuanto al apoyo social. Tres, se está fraguando un nuevo frente rupturista, fruto de la unión del populismo nacionalista y el izquierdista. Cuatro, los planes del separatismo no se verán afectados por el número de manifestantes, aunque este fracaso hará que deban acelerar su punto de no retorno. Y cinco, el apoyo de los medios públicos ha sido escandaloso y solo en estas últimas semanas se han oído constantes llamadas a las movilizaciones, insultos a la convivencia y peticiones para saltarse la legalidad.

Los separatistas han estado celebrando una derrota. Sin embargo, de todos es conocido que los defensores de la Barcelona de 1714 no soñaban con la independencia, sino que luchaban por España. El documento más importante de aquella guerra, el pregón de la junta de gobierno y de los defensores de la ciudad de Barcelona, nos ha sido hurtado por parte de los manipuladores de la historia y resentidos del nacionalismo antihispánico.

Este documento, dado a conocer en el Portal de San Antonio a las 3 de la tarde del 11 de septiembre de 1714 y distribuido por las calles de Barcelona, fue recogido en varios libros y documentos y rescatado del olvido por Josep Coroleu y José Pella en «Los Fueros de Cataluña» (1878). Este es solo un resumen del pregón: «[…] Se fa saber á tots generalment, de part dels tres Excms. Comuns, pres lo parer dels Senyors de la Junta de Gobern, personas asociadas, nobles, ciutadans y oficials de guerra, que […] avuy resideix la llibertat de tot lo Principal y de toda Espanya, está esposada al ultim extrem, de sujectarse á una entera esclavitud. […] Se fa també á saber, que essent la esclavitud certa y forzosa, en obligació de sos empleos, explican, declaran y protestan als presents, y donan testimoni als veniders, de que han executat las últimas eshortacions y esforsos, protestant de tots los mals, ruinas y desolacions que sobrevinguen á nostra comuna y afligida patria, y extermini de tots los honors y privilegis, quedant esclaus amb los demés enganyats espanyols y tots en esclavitud del domini francés; pero com tot se confía, que tots com verdaders fills de la patria, amants de la llibertat, acudirán als llochs senyalats á fi de derramar gloriosament seva sang y vida, per son Rey, per son honor, per la patria y per la llibertat de tota Espanya, y finalment los diu y fan saber, que si despres de una hora de publicat lo pregó, no compareixen gent suficient per ejecutar la ideada empresa, es forsós precis y necessari fer llamada y demanar capitulació als enemics, antes de venir la nit, per no esposar á la mes lamentable ruina de la Ciutat, per no esposarla a un saco general, profanació dels Sants Temples, y sacrifici de noys, donas y personas religiosas. Y pera que á tots sia generalment notori, que ab veu alta, clara e intelligible sia publicat per tots los carrers de la present ciutat. […]».

¿Qué valor puede tener para el conjunto de los catalanes una fiesta política que sólo sirve ya para los separatistas? El 11-S no aporta nada positivo y se ha convertido en el día de la división, la fractura social y la politización de los símbolos que deberían ser de todos.

Con este 11-S se abre un curso político español lleno de retos: el desafío del golpe de Estado por parte de los separatistas, las elecciones autonómicas gallegas y vascas, la formación de un Gobierno de España o nuevas elecciones generales… ¿Sabrá la democracia española superar el desafío separatista? ¿Seremos capaces de lograr un gran consenso político para afrontar los desafíos y sentar las bases para un largo periodo de progreso y libertad?

Por Josep Ramon Bosch, Pere Brunet y José Rosiñol, fundadores de Sociedad Civil Catalana.

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