Tras las elecciones andaluzas

Los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía van a dar mucho que hablar y que negociar y que hacer en las próximas semanas, pero no son sino la consecuencia de grandes errores por parte de los dos principales partidos que protagonizaron la transición política, y que ahora tienen que enfrentarse a la realidad. Lo he repetido por activa y por pasiva decenas de veces. La Guerra Civil se produjo cuando la izquierda moderada y la derecha moderada perdieron la confianza la una en la otra y se fiaron más de sus respectivas extremas. Esa pérdida de confianza llevó a la radicalización, tanto en España como luego en toda Europa y en el mundo, lo que condujo a la Segunda Guerra Mundial. Por el contrario, la Transición Política fue posible cuando la derecha moderada y la izquierda moderada se fiaron más la una de la otra que de sus respectivas extremas. Pero desde las elecciones generales de 1993, la desconfianza entre los moderados ha ido creciendo y creciendo, retroalimentándose con cada acto de una y de la otra. La desconfianza entre ellas no solo ha permitido que, «a río revuelto, ganancia para los independentistas y separatistas». Hoy nadie duda de que si PSOE y PP se hubieran cedido algún voto en el Congreso de los Diputados en materias de Estado, los separatistas nunca habrían logrado las cuotas de poder que tienen en la actualidad, y no solo en Cataluña y País Vasco. No hace mucho escribí en estas mismas páginas un artículo bajo el título «¿Una oportunidad perdida?» en referencia a la oportunidad perdida por Pedro Sánchez para buscar una renovación de ese pacto entre izquierda y derecha moderadas. Prefirió aliarse con la izquierda radical y los independentistas, y posiblemente eso explique la sangría de votos que ha tenido el PSOE en Andalucía.

Tras las elecciones andaluzasLa corrupción y el abuso de poder, así como la desconfianza mutua, han llevado al PP y al PSOE a perder votos a raudales desde hace ya décadas. Tanto han hecho y se han reprochado el uno al otro que al final han convencido al electorado de que ambos partidos son corruptos y carecen de líderes fiables y responsables. Primero surgió Podemos, que se llevó gran parte del electorado del PSOE. Luego fue Ciudadanos, que poco a poco le fue restando apoyos al PP, y también al PSOE. Y, finalmente, tenía que surgir el contrapunto a Podemos por la derecha, que ha sido Vox, que también le resta votos al PP. Era algo predecible y que fue anunciado.

Pero, si he dicho que la alianza del PSOE con Podemos y los independentistas ha sido la principal causa de su desplome precisamente en Andalucía, no parece razonable creer que la alianza del PP con Ciudadanos y Vox vaya a tener consecuencias diferentes. Un frente de derechas será siempre al final dominado por los más radicales, de la misma manera que un frente de izquierdas ha conducido al final a que dominasen los más radicales. Por ello, ni creo que sea posible ese tripartito, ni creo que sea deseable. Alguna vez los españoles tendremos que convencernos de que ni la derecha logrará eliminar a la izquierda del suelo español, ni la izquierda logrará eliminar a la derecha de este país que algunos seguimos llamando España, diversa pero unida.

Hay al menos dos alternativas en Andalucía a un gobierno tripartito PP, Ciudadanos y Vox. Una sería la gran coalición al estilo alemán entre PSOE y PP, difícil pero no imposible. Sin embargo, el historial de corrupción y de traiciones entre ellos no parece hacer fácil esa «cohabitación», y posiblemente el electorado pensara que el acuerdo tendría como principal objetivo taparse las vergüenzas de estas últimas décadas y acordar las futuras. La otra alternativa es incluir en ese pacto de gobierno a Ciudadanos, que podría presidir ese gobierno tripartito porque, al menos de momento, no tiene historial de corrupción, y sería el garante de que los otros dos partidos no volvieran a repartirse el cortijo. Ese gobierno en Andalucía podría ser el anticipo de lo que España posiblemente necesita a escala nacional para los próximos años, pues en este momento se necesitan conjunciones copulativas y no disyuntivas. Creo sinceramente que el PSOE y el PP han hecho mucho bien a España, pero también mucho mal, y el peor de los males ha sido el resucitar el odio y el enfrentamiento entre españoles, por lo que se necesitan unos años para restañar desconfianzas, para olvidar el pasado y mirar solo hacia el futuro, un futuro en el que España, cuarta potencia en la Unión Europea (y podría ser la tercera o incluso la segunda, si se lo propusiera) vuelva a tener un peso importante no solo en Europa sino también en el mundo. Pero ni la izquierda logrará eso sola, ni la derecha lo logrará sola.

A esta alturas de la película el PP debería haber aprendido que no se puede gobernar con el resto de todos los partidos en contra, sin ser capaces de pactar con ninguna otra fuerza política, y el PSOE debería haber aprendido que aliarse con radicales e independentistas no trae más que disgustos como el de Andalucía. Aprendan, señoras y señores dirigentes de PP y PSOE, de personajes como Adolfo Suárez y Felipe González, que no fueron perfectos, pero fueron inteligentes y supieron que no era rentable mantener las dos Españas, y que como el segundo admitía no hace muchos meses, se ponían de acuerdo incluso para los desacuerdos. Aprendan otros incluso de Fraga y Carrillo, que supieron que la confrontación cuarenta años después era inútil y el pueblo español no la quería. Por supuesto que Podemos y Vox tienen derecho a existir, y tienen y tendrán sus votantes, pero si PP, PSOE y Ciudadanos lo quieren, España podrá ser un país para todos, y no solo para unos pocos, incluidos por supuesto los más radicales, pero controlados por la moderación.

Las próximas semanas asistiremos a múltiples conciliábulos, a toda clase de propuestas de coaliciones, y las que aquí se proponen no serán las más descabelladas. Por el contrario, constituyen una llamada a la cordura, y a la resolución de conflictos entre españoles que duran ya demasiadas décadas e incluso siglos mediante acuerdos de Estado. ¿Sabremos nosotros perdonarnos unos a otros, olvidar el pasado y mirar al futuro que queremos, juntos? ¿Será ahora la derecha, en Andalucía, la que pierda la oportunidad, como hace meses la perdió la izquierda en el ámbito nacional? ¿No es ahora, cuando se cumplen 40 años de la mejor y más respaldada Constitución de toda nuestra historia, el momento de ser sensatos?

Juan Díez Nicolás es académico de número de la Real de Ciencias Morales y Políticas.

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