Tras las elecciones en Alemania: un "grand bargain" para Europa

“Si se alía con los liberales, estoy muerto”. Esta fue la confesión de Emmanuel Macron pocos días antes de las elecciones alemanas. En efecto, gran parte de las esperanzas para la reforma europea pasaban por un final satisfactorio del ciclo electoral de 2017 en Alemania, después de la derrota de Le Pen en Francia, de Wilders en Holanda y de Höfer en Austria. Absorbido el shock del Brexit y la victoria de Trump, el nuevo curso político europeo debía abrirse con el impulso de un motor franco-alemán renovado, con una Angela Merkel revalidada en las urnas y las propuestas de Macron para la reforma de la UE y la zona euro.

Pero es probable que, en su último mandato, Merkel tenga más la vista puesta en Alemania que en Europa. La coalición de gobierno que se perfila es la de la CDU/CSU como socio mayoritario, los liberales del FDP y los Verdes. Ello después que los socialdemócratas de Martin Schulz se hayan autodescartado para una reedición de la gran coalición y que el resto de combinaciones no alcancen la mayoría absoluta. En ausencia de acuerdo para una coalición “Jamaica”, sólo quedarían las opciones de un gobierno en minoría de Merkel, muy inestable, o la celebración de nuevas elecciones, que podrían reducir aún más su margen de victoria. Si consigue cuajar un acuerdo de gobierno, buena parte del capital político de Merkel se concentrará en hacer compatibles los dispares programas de los socios junior de la coalición, liberales y verdes.

Así que la ventana de oportunidad para el rejuvenecimiento del proyecto europeo se renacionaliza, esta vez en Alemania. El FDP se muestra contrario a las propuestas de Macron para revitalizar la zona euro: desde el superministro de finanzas al aumento del presupuesto europeo, pasando por la mutualización de la deuda bajo la forma de eurobonos. Los liberales reclamarán que estas recetas, ya de por si poco apreciadas por Merkel y Schäuble, se guarden en el fondo de un cajón, más aún si en ellos recae el ministerio de Finanzas. Siendo el socio minoritario, los Verdes probablemente renuncien a su agenda para una Europa social (por ejemplo mediante un seguro de desempleo común) y se concentren en políticas medioambientales y de promoción de la economía circular y digital.

Tampoco habrá fácil entendimiento con Macron en el esquema de la Europa flexible, o a múltiples velocidades. Después de que Juncker rebajara expectativas en el SOTEU, Alemania también puede dar un paso atrás. Para los liberales, la Europa flexible pasa, si acaso, por crear círculos diferenciados de pertenencia a la zona euro, con un centro reforzado y una periferia menos integrada (a raíz de la crisis del euro incluso han flirteado con la necesidad de expulsar a Grecia de la moneda común). Los Verdes también son reacios a las múltiples velocidades, pero por miedo a que la Europa flexible mute progresivamente hacia la desintegración europea. Y Merkel, que había acercado posiciones con Macron en la cumbre de Versalles, puede optar por arrastrar los pies en una reforma a fondo, contra los pronósticos que vaticinaban una canciller más europea en su cuarto mandato.

Los debates de la reforma europea, empezando por las propuestas de Macron, se han centrado hasta la fecha en la reforma del euro como núcleo duro de la integración. Después de las elecciones alemanas, sin embargo, es preferible ampliar la foto de estas discusiones para evitar caer en el escenario Juncker de “seguir igual” y postergar sine die las reformas de la UE. Esta ampliación de la foto debe hacerse en dos direcciones complementarias: aumentando el número de actores involucrados más allá del motor franco-alemán y añadiendo al mix de la reforma otras áreas  además del euro.

Por un lado, aunque imprescindible, el eje franco-alemán no puede ser el único motor de reforma. Sus diferencias en la concepción de la futura zona euro pueden hacer encallar la discusión, sobretodo dado el nuevo panorama en Alemania y el retroceso de la “ola Macron” en Francia (las elecciones al Senado, celebradas el mismo día que las generales alemanas, supusieron un revés para los candidatos de La République En Marche). El dúo entre París y Berlín debe complementarse con la participación de otros grandes estados de la UE -como ya hizo la cumbre a 4 en Versalles- y probablemente reacomodar algunas de las propuestas de la Europa central para fomentar una visión pan-europea, no sólo bilateral. Igualmente, deben contemplarse las propuestas de alianzas menos al uso, pero que también hacen acto de presencia, como la de los jóvenes liberales Macron, Charles Michel (Bélgica) y Xavier Bettel (Luxemburgo).

Por el otro, el objeto de la reforma debe ampliarse más allá del euro. En vez de poner todos los huevos de la refundación de Europa en el cesto de una eurozona reformada, gana posiciones la idea de un grand bargain para la UE. El objetivo último de la reforma europea es hacer una UE más capaz de reaccionar a crisis y con un esquema de gobierno más eficaz y democrático. Para ello, la reforma del euro es una pieza fundamental, pero no la única. Ampliando el abanico de políticas reformadas, los estados miembros e instituciones serán más capaces de intercambiar cartas en dicha refundación. Ello reforzaría una lógica transaccional, según la cual renuncias en un área se pueden compensar con ganancias en otra.

El gobierno multipartidista que surja de las elecciones al Bundestag puede facilitar esta tarea. La CDU/CSU, liberales y verdes tienen diferencias notables en su concepción de la nueva eurozona, sobretodo comparados con aquellos que abogan por una mayor integración. En cambio, hay más puntos de encuentro en Schengen, Brexit, política exterior o el papel del Parlamento Europeo. Los Verdes están de acuerdo con el FDP en la reforma del sistema de Dublín, que la crisis de refugiados ha puesto en entredicho. Sobre Brexit, ambos partidos y Merkel coinciden en hacer frente común en las negociaciones y en limitar las concesiones para el acceso al mercado único (un Brexit a la carta). En política exterior, de seguridad y defensa, hay margen para dotar de mayor protagonismo a la UE. Y la idea de una lista transnacional para las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 es de lo más pro-europeo que contiene el programa del FDP.

Si lo que funciona en Alemania para su política europea se traslada a escala continental, la ampliación de la foto de la reforma, tanto en protagonistas como temáticamente, tiene sus ventajas. Sin duda será un proceso más lento y complejo que focalizarse en relanzar primero la eurozona, pero un grand bargain oxigena también debates que pueden enquistarse en el plano nacional y europeo.

Pol Morillas, investigador principal, CIDOB.

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