Era ya tanta la insistencia del polo soberanista anunciando una inminente tregua por parte de ETA que al final parece que ésta ha llegado. Aunque realmente no sabemos qué ha llegado. La propia radio BBC World indicaba en su noticia que no está claro si la banda terrorista está declarando una tregua permanente o temporal. Estamos, pues, ante un anuncio perdido entre brumas que impiden saber con certeza su auténtico alcance. No sabemos siquiera si se trata de una verdadera tregua, lo que significa no ejecutar acciones violentas ofensivas en el futuro.
Lo que sí parece claro -y no sólo para un observador español, sino también para los redactores de la noticia de la BBC- es que este anuncio se produce en el contexto de debilidad en el que actualmente se encuentra ETA. Parece también evidente que en el vídeo que cita y comenta la BBC, los encapuchados de la banda recurren a una terminología que parece tomada del lenguaje utilizado últimamente por la izquierda nacionalista y el llamado polo soberanista.
A partir de ahora vendrán los intérpretes autorizados -la izquierda nacionalista radical- para decirnos cómo debemos entender este anuncio brumoso de ETA. Mientras tanto, el resto nos tenemos que atener a los datos que manejamos. Primer dato: ETA afirma (la BBC lo da entrecomillado) que tomó la decisión hace algunos meses. Si esto es efectivamente así, ¿por qué ha tardado tanto en hacer el anuncio? ¿Tanto tiempo han necesitado los enviados de la izquierda nacionalista radical para convencerlos de la bondad de su apuesta política? ¿O será que ETA ha tardado más tiempo que los demás para evaluar con realismo su extremo estado de debilidad?
Quizá todas las detenciones de los últimos meses han servido para convencer por fin a la banda terrorista de que lo suyo no tiene futuro. Tres cuartos de lo mismo sucede con las deserciones en las filas de sus presos. Y, por supuesto, la moral de los violentos ha quedado minada con la llegada del primer Gobierno no nacionalista al País Vasco.
De todos modos, puede que simplemente se trate de la incapacidad de ETA de dar un paso adelante sin reafirmar la validez de toda su historia de violencia terrorista -la declaración defiende la campaña de violencia etarra-. Y quizá no se den cuenta de que muchos vascos y españoles ya han pasado página y han dejado atrás ese tiempo en el que quizá habrían transigido con declaraciones retóricas de exaltación del pasado con tal de abrir un futuro nuevo. No. Ahora esa defensa y enorgullecimiento apenas disimulado de la historia de terror se interpretan como un nuevo asesinato de todas las víctimas de ETA. Si la historia de terror ha sido válida, cada uno de los asesinatos tuvo sentido. Semejante noción es totalmente inaceptable en democracia.
Este término, democracia, se convierte en clave para entender lo que realmente quiere decir ETA. Vuelve a entrecomillar la BBC: «la decisión tomada hace meses por ETA tiene como finalidad poner en marcha un proceso democrático… ETA confirma su compromiso para encontrar una solución democrática al conflicto… En su compromiso con un proceso democrático para decidir libremente y democráticamente nuestro futuro, a través del diálogo y negociaciones, ETA está preparada, hoy igual que ayer, para acordar las condiciones democráticas mínimas para poner en marcha un proceso democrático, si el Gobierno español está dispuesto».
Estas frases, leídas sin prejuicios de ninguna clase, vienen a decir que en España/País Vasco hoy no existe la democracia, que es preciso iniciar un proceso de cara a conseguirla, que hay que acordar unos mínimos democráticos -hoy inexistentes- con ETA, por medio del diálogo y la negociación. A esa negociación se invita al Gobierno español, cuya disposición para ello se exige.
En la misma medida en que es posible entender lo que estas palabras desvelan acerca de los recovecos de la mente de ETA, es preciso afirmar que son palabras inaceptables. No puede haber diálogo -y menos negociación- con ETA para iniciar un proceso democrático, como si lo que hoy existe en el País Vasco y en el conjunto de España fuera algo radicalmente contrario a la democracia.
El País Vasco se incorporó a la democracia a partir de la Transición, con el referéndum de la Constitución y con el referéndum del Estatuto de Gernika. En ambos, la sociedad vasca habló y dijo sí a la democracia, dándose las instituciones básicas para vivirla.
La sociedad vasca no tiene que iniciar nada. Es ETA y la izquierda nacionalista radical la que se tiene que incorporar a lo que existe. Y una vez incorporada, buscar en el juego democrático con el resto de partidos, y a través de las mayorías necesarias para cada cosa, cambiar los marcos, si lo cree oportuno y encuentra los apoyos necesarios para ello. Siempre dentro de los cauces establecidos, nunca como punto de partida obligado y vinculado al cese del ejercicio de la violencia terrorista.
Ni ETA ni la izquierda nacionalista radical pueden obligar a los ciudadanos vascos y españoles a volver a la dictadura franquista o al inicio de la Transición, como si desde entonces no hubiera existido nada. Si ellos se quedaron parados en aquel momento, es su problema, no el del resto.
Son esclarecedoras las palabras que cita la BBC, de nuevo entrecomilladas: «Llamamos a todos los ciudadanos vascos a continuar la lucha… de forma que podamos derribar el muro de negación y dar pasos irreversibles hacia adelante en el camino de la libertad».
Con el término denial (negación), ETA se refiere al no reconocimiento por parte de lo que denominan Estado español, de la Constitución y del Estatuto de Gernika de la existencia del pueblo vasco como nación con derechos políticos para constituir un Estado nacional. Como si todos los vascos fueran vascoparlantes, homogéneos en su sentimiento de pertenencia a una nación etnocultural vasca, y no complejos y plurales en su identidad y en su sentimiento de pertenencia...
Pero la única libertad a la que aspiran muchos vascos es a la libertad respecto a ETA. La desaparición de ETA es el único obstáculo que resta hoy para la plena libertad de los vascos, pues en lo demás son precisamente la Constitución y el Estatuto de Gernika los que garantizan las libertades y derechos fundamentales de la ciudadanía vasca, amenazada sólo por ETA, por su violencia terrorista y por el radicalismo del nacionalismo vasco.
Hace mucho que ETA y su entorno político perdieron todos los trenes. Lo que deben hacer no son borrosas declaraciones que no aclaran nada, sino anunciar su definitiva disolución e incorporar a su entorno político al juego democrático en las mismas condiciones que todos los demás. Sin primas de ninguna clase, y teniendo que aceptar las mismas condiciones que el resto.
Pero están muy lejos todavía de dar ese paso. Y mientras no lo den, los partidos políticos y la ciudadanía deben mantener clara su línea: la defensa de la democracia y el el Estado de Derecho, la defensa del pluralismo y la complejidad de la realidad social vasca, y la memoria de los que fueron asesinados, recordatorio de que el proyecto político de ETA está condenado en cada uno de los asesinados, a no ser que queramos aceptar que sí había razones para asesinar a cada uno de ellos.
Ya no son posibles las trampas. Estamos más allá del tiempo de ETA, de la forma de razonar de ETA y de su entorno político. Es curioso que este entorno que ha querido convencernos de su autonomía respecto de ETA no haya sido capaz de romper las ataduras con la violencia terrorista y toda su historia, sino que siga apoyándose en el anuncio de algo que no sabemos si es tregua o no, si es temporal o definitiva, pero que en cualquier caso queda muy lejos de lo que exigimos: entrega de las armas y disolución completa de ETA, junto con la incorporación a la democracia de su entorno político, pero en las mismas condiciones de los demás.
Joseba Arregi es ex consejero del Gobierno vasco y autor de numerosos ensayos como Ser nacionalista y La nación vasca posible.