Tres claves de la ventaja de EEUU

Después de la gran crisis, los países iniciaron su carrera hacia la recuperación y el crecimiento económico como lo hacen los participantes en una maratón: mirándose a la cara y calculando el paso, guardando energías para la fase final. Iniciado 2014, la carrera ha entrado en calor. El problema es que nadie parece tener el combustible necesario para tomar una delantera cómoda. El representante chino corre a media velocidad; Rusia, India y Brasil se ven claramente disminuidos; Japón arrancó con brío: Abe, su entrenador, le ha inyectado estimulantes autorizados pero de mucho riesgo. Los famosos estímulos, aplicados por varios participantes, han logrado resultados de corto plazo pero a un alto coste: disminuyen la capacidad de sostener altos ritmos en tramos largos.

El símil es imperfecto, pero ilustrativo. La pregunta es cómo se ve el final de la carrera en 2014 y en sucesivas pruebas hasta 2020, el final de la década. Será difícil encontrar un experto comentarista que no dé por ganador a EEUU por un margen similar al de los corredores etíopes en carreras auténticas. Los segundos puestos están reservados para algunos emergentes (Brasil, Rusia, India y China) y a la zaga estará Europa. ¿Por qué? La respuesta está en la energía. Veamos.

Los altos precios de la electricidad y el gas continuarán afectando a Europa durante los próximos 20 años y minando la competitividad adquirida en los 20 anteriores. Y afectarán, de paso, a las industrias de energía intensiva que emplean a cerca de 30 millones de personas y disminuirán las exportaciones al 66% de lo que fueron en 2013. Las subvenciones a las energías renovables, a pesar de los cambios en la legislación de países como España y Alemania, seguirán tozudamente costando cerca de 300.000 millones de euros. Para la reactivación de la energía nuclear y la puesta en marcha de la explotación del gas de esquisto (shale gas) pasará una década en el más optimista de los escenarios.

El caso de Alemania es quizás el más explícito. Las renovables representarán un 35% del total en 2020 y un 80% en 2050. El pasado mes de enero, el ministro alemán del Medio Ambiente alertó de que esta transición hacia las energías limpias costará un billón de euros en las próximas dos décadas. De ahí su propuesta de poner un límite a las subvenciones y suspender las llamadas feed-in tariffs a toda nueva instalación.

La Agencia Internacional de la Energía (IEA), un think tank de la OCDE —el club de los países industrializados—, no culpa a las políticas medioambientales de la Unión Europea, pero sí califica de estructural la diferencia creciente entre la competitividad industrial de EEUU y Europa. “No es puntual. Es un nuevo fenómeno estructural”, aseguró Fatih Birol, economista jefe de la IEA al Financial Times. “Europa no se dio cuenta de la gravedad del asunto de la competitividad”, añadió, refiriéndose a la brecha de costes de la energía que afecta profundamente a la industria pesada dependiente del hierro, el acero y la petroquímica. En efecto, los precios del gas en Europa son tres veces más elevados que en EEUU; los de la electricidad, el doble. Y lo serán por mucho tiempo más. “La brecha de precios –dice Birol– durara al menos 20 años”.

Pero pocos alcanzan a imaginar que, además de las políticas energéticas, es la gerencia, o el management, lo que más diferencia a EEUU de sus competidores europeos. Si bien los recursos energéticos y las materias primas pueden dar ventaja comparativa a ciertas regiones sobre otras, lo que no estaba claro es si EEUU era superior en otros capítulos. La realidad pura y dura es que, según destacados analistas económicos como Mathew Stewart (The Management Myth), Nicholas Bloom y John Van Reenen, la calidad del management en EEUU es superior en un 30% a la de Europa gracias a que sus empresas tienen una mejor gestión y el clima de innovación y productividad actúa a su favor. Según los sondeos postcrisis, los gestores de las empresas norteamericanas buscan ganancias para compensar las pérdidas; los europeos se contentan con sobrevivir.

¿Qué soluciones se ven en el horizonte europeo? Una reestructuración de los recursos públicos dirigidos a las energías renovables; un llamamiento global a otros continentes y regiones para concertar políticas comunes encaminadas a reducir las emisiones de carbono; un replanteamiento cuidadoso y responsable para acometer exploración de gas de esquisto o gas de pizarra; también un replanteamiento de la política de generación nuclear de electricidad, y mayores recursos e incentivos para incrementar la eficiencia energética.

En síntesis, un programa de difícil venta y aún más difícil puesta en marcha. Todo esto en un ambiente cargado de hostilidad por parte de las grandes empresas de suministro de energía, ausencia de liderazgo político regional y un firmamento financiero cargado de nubarrones respecto al euro y a la reactivación de las economías de la Unión. Por estas razones los principales líderes empresariales de Europa han hecho un llamamiento destinado a lograr una política unificada financiera económica y de comercio internacional para evitar caer, como continente, en la irrelevancia global.

Rodrigo Villamizar Alvargonzález, exministro de Estado de Colombia y exembajador, es profesor de la Universidad de San Diego (EEUU) y del IEB, en Madrid.

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