Tres conjeturas sobre Líbano

Por Darío Valcárcel (ABC, 27/09/06):

TRATAMOS de resumir en este artículo tres conjeturas sobre el conflicto entre israelíes y palestinos y la guerra de julio-agosto en Líbano.
Conjetura primera: la resolución 1701, que convendría leer en su integridad, encubre insuficiencias y peligros. Pero abre una oportunidad a la verdadera paz. Desde 1948, israelíes y palestinos han sufrido indeciblemente. En los últimos meses hemos sido testigos de los disparos desde Gaza, de los bombardeos israelíes de represalia, de los misiles de Hizbollá contra Israel y los nuevos bombardeos de Israel sobre Líbano... Todo esto se añade a una historia de crueldad que parece no tener fin. Sólo la intervención de Estados Unidos y la Unión Europea, con el apoyo de rusos, chinos y japoneses, puede forzar el cambio. La intervención respaldaría a la doble mayoría de israelíes y palestinos que busca desesperadamente la paz. La llegada de una fuerza de 15.000 hombres, bajo bandera de las Naciones Unidas, da a la Unión Europea una interesante oportunidad añadida. Europeos y americanos podrán entender ahora la utilidad mutua de una política de defensa integrada dentro de la UE.
Conjetura segunda: la ocasión es única para el presidente Bush. Si a iniciativa de Estados Unidos, las Naciones Unidas convocaran antes de Navidad una conferencia de paz, con plazos infranqueables, reunida quizá antes del año próximo, el presidente americano daría un giro radical a sus expectativas, cuando las elecciones del 7 de noviembre le auguran la pérdida del control del Congreso. Ese retroceso recortaría definitivamente su poder en los últimos dos años de mandato.
Conjetura tercera: Si la Casa Blanca aceptara ahora el desafío se demostraría una vez más la capacidad del ser humano para cambiar el curso de las cosas. En su nueva fase, la guerra entre palestinos e israelíes vuelve a probar la inutilidad final de la lucha armada en esta clase de conflictos. Después de 33 días de bombardeos de Hizbollá contra Israel y de Israel contra Líbano, el aire de la zona ha alcanzado una terrible toxicidad, con ambos contendientes derrotados. El general Enrique de Ayala ha analizado, con perspicacia, tres distintos escenarios en que pudiera desarrollarse la acción futura de la nueva FINUL (web www.realinstitutoelcano.org, 5 septiembre 2006).
Algunas aclaraciones. En Estados Unidos retrocede poco a poco la presión del sector partidario de la guerra permanente: no hablamos sólo de la ultraderecha israelí. Y sin embargo, la paz armada también es paz. Israel obtendría una enorme baza si se reconocieran por fin sus derechos como estado soberano, un derecho que ha defendido desde 1948. Israel tiene una sola moneda para pagar, la paz. Habrá que pactar cinco grandes capítulos conocidos: fronteras, asentamientos, refugiados, capitalidad y renuncia a la violencia. Habrá que dar apoyo respiratorio al nuevo estado palestino. Y llegar a acuerdos precisos sobre problemas territoriales pendientes (Golán) hoy salvaguardados por fuerzas de las Naciones Unidas. Habrá que protocolizar el desarme de grupos no estatales y firmar convenios sobre minas, armas, transportes y cooperación. Escenario de gran dificultad, pero alcanzable, si Estados Unidos pone la carne en el asador. Todos los protagonistas, salvo dos, desean la paz: Irán desea la paz, Israel desea la paz. Estados Unidos, cansado de sufrir presiones de lobbies, necesita la paz. La Unión Europea, en peligro si un día estallara todo el polvorín, necesita la paz. Se dice que el ser humano resiste siempre: pero Palestina, Israel y Líbano están extenuados, han llegado al límite.
Por si sola, la convocatoria de la conferencia tendría un efecto galvanizante. Acabamos de aludir a dos grandes enemigos del acuerdo: los terroristas del salafismo, no sólo de Al Qaeda. Y los productores-comerciantes-traficantes de armas, el conglomerado que el presidente Eisenhower denominó el complejo industrial-militar. Es necesario proseguir el reciclaje de ese sector sucio del mercado.
La Casa Blanca mantiene en Irak a 140.000 hombres. La invasión ha provocado una guerra civil en la que han muerto 100.000 iraquíes y casi 3.000 soldados americanos. La dictadura de Sadam era muy dura: la guerra civil es peor. Una antigua norma diplomática aconseja no deshacerse de un dirigente sin disponer de rueda de repuesto. Estados Unidos se ha implicado físicamente en la región. Todo lo que Israel haga -escribe Robert E. Hunter, antiguo embajador americano en la OTAN, IHT 31 agosto 2006- se cargará por los árabes en la cuenta de Estados Unidos. No ignoremos lo evidente. No hagamos debates (Baroja) sobre cuestiones de hecho.
La conferencia implica un gran despliegue político, cuando menos para diez años. Fijaría la posición de los grandes: Estados Unidos, Unión Europea, Rusia, China, Japón, además de la Liga Árabe. Y haría retroceder a otro enemigo vago, impreciso: la barbarie. Alemania sufrió su último ataque de barbarie en torno a 1940. España poco antes, aunque se prolongara después. Los británicos, en la fase final del Imperio, hacia 1890. Estados Unidos, que había enseñado tanto al mundo (Franklin Roosevelt, Dwight Eisenhower...) ha perdido su autoridad moral y su prestigio internacional, tras los errores de Bush después de los atentados de Las Torres. Nuestro resumen puede ser tosco pero quizá no falso. Ese 11 de septiembre América sufrió un ataque de extraordinaria ferocidad, contrario, debe repetirse, a las leyes de la guerra. Ataque miserable. Aunque deban analizarse los sentimientos de la otra trinchera: EE.UU. ha contribuido a martirizar al pueblo palestino y a sostener regímenes opresores (el de Sadam entre otros) a cambio de petróleo. Para los historiadores el 11-S formará un conglomerado que encabezan los atentados de Nueva York, inseparable de un antes y un después. Antes: las humillaciones del pueblo palestino, las dictaduras de otros pueblos del islam. Después: la invasión de Irak, el retroceso de las convenciones de Ginebra, la vuelta a la tortura. La lucha contra el terror es un pulso callado. No se gana con frases torpes (los fascistas islámicos) ni por los procedimientos de Abu Ghraib. Será un largo pulso. Necesitado de inteligencia, discreción, paciencia, tenacidad, pocas palabras. Con intérpretes que ayuden a entender lo que ocurre. Con fuerzas especializadas. No con divisiones blindadas ni bombardeos sobre Beirut.
Hay problemas inseparables de la paz en Oriente Próximo: desde el desarrollo de energías alternativas hasta la condición de la mujer en el islam. Pero esos son problemas de largo plazo, mientras que la convocatoria de la conferencia israelo-palestina podría decidirse en pocas semanas. Tenemos poca información pero verdadera: el giro de Irán, la intervención del gran ayatolá Alí Jameini, los avances de Alí Larijani con Javier Solana, el cambio de Mahmud Ahmadineyad, todo apunta en los últimos quince días en una dirección. En esa región del mundo, entre el Mediterráneo oriental y la frontera oeste de China, la pieza central, Irán, mandará probablemente noticias antes de fin de año.