Tres libros sobre el futuro

Lester Thurow sacó en el año 1992 su libro Head to head, aquí traducido por el título demasiado truculento de La guerra del siglo XXI. El historiador Paul Kennedy publicó Preparing for the twenty-first century en 1993, y el experto en management Peter F. Drucker, también este año, su libro Postcapitalist society. El libro de Thurow comienza a partir de la caída del muro de Berlín, que marca la divisoria entre dos mundos: el de la posguerra y el actual, que ya es el futuro. En 1945 había dos superpotencias militares, Estados Unidos y Rusia, y una sola superpotencia económica, que era Estados Unidos. En 1990 hay una sola superpotencia militar y tres superpotencias económicas: Estados Unidos, Japón y la Comunidad Europea. La guerra del siglo XXI, si puede llamarse así, será solamente una competición en lo económico, y Thurow se encarga muy bien de recalcar que no es lo mismo una guerra militar que una guerra económica, porque, después de todo, ser comprado no es tan trágico como ser invadido militarmente. Además, en una guerra todos pierden, excepto los fabricantes de armas; en cambio, en la guerra económica todos ganan, tanto los vencedores en la competición como los que quedan rezagados, porque el nivel de vida de todos va aumentando.

Tres libros sobre el futuroThurow señala además que la guerra, aparte de darse entre países o grandes bloques económicos, es y será entre dos concepciones distintas del capitalismo: la individualista anglosajona de ingleses y norteamericanos contra la comunitaria de alemanes y japoneses. También señala Thurow el desfallecimiento del Estado nación como entidad económica frente a la potencia multinacional de los mercados. El mercado, si quiere ser eficiente y obtener beneficios, no hace falta que tenga nacionalidad, porque Estados Unidos ha dominado el planeta durante la mitad del siglo XX precisamente porque no ha sido nunca un Estado, sino un conglomerado de individuos de nacionalidades heterogéneas aunados en un gran mercado común. Para Thurow, ganará la guerra económica del siglo XXI aquel bloque que consiga atraer a los siete sectores clave de hoy y del futuro, que son: microelectrónica, biotecnología, nuevos materiales, telecomunicaciones, aviación civil, robótica y ordenadores. Y, según Thurow, quien se llevará el gato al agua y será la superpotencia económica hegemónica del siglo XXI será la Comunidad Europea. Por qué y cómo es el tema de su libro.

El historiador Paul Kennedy saltó a la notoriedad al publicar El auge y caída de las grandes potencias. Cuando oportunamente, después de su libro, cayó Rusia como gran potencia, Fukuyama escribió sobre el fin de la historia. Quizás con una reacción instintiva de historiador con peligro de paro, Kennedy empezó a preparar este libro para demostrar que la historia, lejos de terminar, se está acelerando. Es un libro más de futurología que de historiador, o sea, de historiador invertido, que en vez de interpretar el pasado trata de explicar el futuro; así, entre sus capítulos se dedican varios a la explosión demográfica, a la biotecnología, a la robótica, a las multinacionales, a la ecología y al futuro del Estado nación.

Peter Drucker es conocido por sus numerosas obras sobre organización de empresas. En su libro, recoge su trabajo de cincuenta años y elabora una visión global de la evolución de la economía con tal erudición, claridad y buen criterio que nos provoca un respiro de alivio después de los congestionados y trepidantes libros de Alvin Toffler y John Naisbitt. Según Drucker, los países desarrollados se están apartando de lo que hasta ahora se llamaba capitalismo, aunque el mercado continúe siendo el método más efectivo para integrar la actividad económica. El capitalismo desaparece porque el factor de producción efectivo ya no es el capital, sino el conocimiento; además y debido a ello, las clases en la sociedad poscapitalista ya no son proletarios y burgueses, sino trabajadores del conocimiento y trabajadores de los servicios. La nueva dicotomía será entre intelectuales y managers, unos dedicados a las ideas y los otros a la organización. El mundo antiguo o preindustrial creía que el conocimiento se debía aplicar a la mejora del ser humano; la revolución industrial consistió en aplicar el conocimiento a la técnica y al trabajo. La revolución consistió en canalizar el conocimiento hacia el hacer en vez de dedicarlo al ser. Cuando el conocimiento se aplicó a las herramientas, los procesos y los productos, se consiguió la revolución industrial; cuando el conocimiento se aplicó al trabajo humano, se logró la revolución de la productividad; cuando el conocimiento se aplicó sobre el conocimiento, se ha dado la revolución del management. La primera fase duró cien años; la segunda setenta, y la tercera ha durado los últimos cincuenta años. Actualmente el conocimiento es el recurso fundamental; la tierra, el trabajo y el capital han pasado a ser parámetros condicionantes. El hecho de que el conocimiento se haya convertido en el recurso, en vez de uno de los recursos, es lo que ha convertido a nuestra sociedad en poscapitalista.

Luis Racionero

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