Tres tristes tratadistas

'Tres tristes tigres', trabalenguas que intitula el genial libro de Cabrera Infante, trata de los amores y las obsesiones de su autor. Es una colección de camafeos sobre la nostalgia, el cine, la literatura... y, sobre todo, la noche, la noche insular, urbana, ardiente, la noche de La Habana: «Showtime! Señoras y señores. Ladies and gentlemen. Muy buenas noches, damas y caballeros, tengan todos ustedes. Good-evening, ladies & gentlemen. 'Tropicana', el cabaret MAS fabuloso del mundo... 'Tropicana', the most fabulous night-club in the WORLD... presenta... presents... su nuevo espectáculo». Eran los comienzos de los sesenta, los años de interregno entre las dos dictaduras, y la noche del Gran Caimán, la noche política de la dictadura comunista, se cerniría violentamente sobre los cubanos poco después. A las cosas del pasado encalladas en el presente, Walter Benjamin en 'El libro de los pasajes' las denomina 'ur-fenómenos'. Así, el 'ur-comunismo' vendría a ser una suerte de régimen semi-fosilizado, vivo-muerto, un zombi que se impulsa con fuerzas del pasado, se encuentra fuera de su tiempo y es generador de dificultades y contradicciones que taponan el futuro.

'Showtime!' Señoras y señores. 'Jaun-andreok'. Muy buenas noches, damas y caballeros, tengan todos ustedes. 'Gau on, andre & gizonak'. El cabaret MAS fabuloso de Euskadi 'Gau klubik ospetsuenak'... presenta... 'aurkezten du'... su nuevo espectáculo... También encallado en nuestro presente y proveniente de la noche franquista se encuentra el 'ur-terrorismo' de ETA, pero como variante de un fenómeno mayor: el 'ur-nacionalismo soberanista vasco'. En efecto, dejando a un lado las legítimas reivindicaciones para el mantenimiento e impulso de nuestra plural identidad que una mayoría comparte, en la actualidad y en el marco de dimensiones supraestatales en el que se desarrollan nuestras existencias, es contrahistórico promover brotes de modernización simple que aspiran a la constitución de un Estado. En este sentido, el 'ur-nacionalismo soberanista' vendría a ser una suerte de organismo semi-fosilizado, vivo-muerto, anacrónico y generador de problemas y contradicciones que obstaculizan soluciones de futuro. Su carácter regresivo vendría dado por esa pulsión obsesiva por sacar brillo a sólo determinados aspectos de nuestra compleja identidad y por promover soluciones que solamente encajan en un irreversible pasado.

Gadamer sabía que nuestra llegada al mundo se produce siempre con retraso: todo ha comenzado sin nosotros, las reglas están ya decididas y debemos participar. Y Marx advertía de que tratar de hacer la historia a voluntad y bajo condiciones elegidas, haciendo caso omiso de la situación existente, dada y heredada, lleva a la repetición de la historia como farsa. Es lo que le ocurre al nacionalismo soberanista, que no se resigna a admitir que su tiempo histórico, el del Estado-nación, ya ha pasado. La farsa se deriva del intento de someter la historia a una dirección constante y fija que apunta a un soberanismo que forma parte del pasado.

En la última década hay que destacar tres hitos que jalonan el intento de constitución de un espacio soberano vasco en colisión con España: Pacto de Lizarra, plan Ibarretxe y Ley de Consulta. Esta última no es más que un nuevo trampantojo, un artificio que intenta engañar al ciudadano, pues su objetivo real no es pulsar la voluntad de los ciudadanos sino constituir un espacio de soberanía vasco. Pregúntenles a los vecinos de Amorebieta con qué determinación rechazó el PNV toda posibilidad de consulta sobre una instalación que afectaba a su salud y a sus vidas. Además el contenido de las preguntas de la Ley de Consulta es chistoso. ¿Se imaginan ustedes al Gobierno italiano preguntando a los ciudadanos a ver si quieren que la mafia desaparezca de sus vidas? Es lamentable ver al lehendakari pidiendo a ETA que se disuelva. ¿Se imaginan a la policía pidiendo a la mafia rusa que desaparezca? En éstas estamos cuando salta el último abrojo de la farsa: la denuncia al Estado español ante el Tribunal de Estrasburgo por una supuesta violación de derechos humanos.

En la representación de la farsa participan tres actores principales y una pléyade de secundarios. Y, entre bambalinas, el director, conocido con el sobrenombre de 'Hoydigounacosaymañanalacontraria', le llaman así porque inesperadamente cambia los escenarios y modifica el guión. El vacío en la dirección y la confusión del PNV la aprovecha muy bien el primer actor, 'Estoyabsolutamenteconvencido', que no hace caso a nadie y va directo a su objetivo. Si hubiera leído a José Bergamín sabría que, «estar dispuesto a equivocarse es predisponerse a acertar». El segundo actor es 'Derechoadecidiryadesobedecer'. Es un señor un poco raro. Como todos los suyos, vive cómodamente de la institución a la que representa y, sin embargo, la ataca continuamente y no cree en ella. ¿Llegará alguna vez a desobedecerse a sí mismo? Casi siempre está malhumorado, acaso porque la sociedad no va por la dirección que a él le gustaría. Bergamín guardaría un aforismo para él: «Detrás de un patriota hay casi siempre un comerciante». Por último, el más jatorra de todos es 'Andeyocalienteyríaselagente'. Es un tipo campechano y curtido en mil batallas de calle. Les mira a 'Estoyabsolutamenteconvencido' y a 'Derechoadecidiryadesobedecer' y se le parte el culo de risa. Es espabilado y capaz de utilizar cualquier beatería de Saramago para argumentar que quitar a los ricos para darles a los pobres es justo y necesario. ¿O es al revés? Reiría melifluamente si hubiera oído decir a Bergamín: «Más vale pájaro volando que ciento en la mano». ¡Ah! Se me olvidaba, la representación concluye cuando el director comienza a dar órdenes confusas y los actores discuten y farfullan consignas ilegibles. El público, cansado ya, les abuchea y les expulsa de la sala.

Iñaki Unzueta, profesor de Sociología de la UPV-EHU.