Triángulo de tensiones

¿Podrían Estados Unidos o Israel atacar Irán si el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad no detiene el programa nuclear? El presidente Barack Obama ha seguido hacia Irán una estrategia doble. Por un lado, el diálogo; por otro, presión a través de sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y coordinadas con países europeos y asiáticos.

En círculos militares de Estados Unidos hay insatisfacción hacia Obama por lo que consideran falta de claridad hacia Irán. A la vez, todo paso del presidente en favor del diálogo es criticado por el Partido Republicano y el ala derechista (el movimiento Tea Party), que le acusa de ser un musulmán radical encubierto. Su respuesta es inclinarse hacia posiciones de fuerza. Estados Unidos ha aumentado la presencia naval en la zona del golfo Pérsico. A la vez, venderá armamento pesado a Arabia Saudí por 60.000 millones de dólares.

Las monarquías del golfo Pérsico temen una hegemonía nuclear iraní. Entre tanto, ofrece nuevo material militar a Israel a cambio de que Netanyahu extienda la congelación de los asentamientos en Cisjordania.

Al activar recientemente su reactor nuclear en Bushehr, Irán tiene capacidad para producir energía nuclear. Estados Unidos y el Reino Unido consideran que el paso siguiente es fabricar armas nucleares. Pero Irán alega que al ser parte del tratado de No Proliferación Nuclear se somete a verificaciones internacionales, y que solamente busca usos civiles para su tecnología nuclear.

El ex agente del servicio secreto británico y director de Conflict Forum (Beirut), Alastair Crooke, opina que la venta de armas a los gobiernos suníes de la región por parte de Estados Unidos y la obsesión de Washington de tener peso sobre Irán para que abandone su programa nuclear podrían conducir a una guerra

Dentro del Gobierno iraní, nadie se muestra dialogante, por temor a ser visto como débil ante Estados Unidos. A esto se añade, según Trita Parsi, director del National Iranian American Council (Washington DC), que al militarizar la relación se producen malos entendidos que aumentan la desconfianza entre las partes, de forma que el objetivo declarado de Obama - lograr una solución pacífica al conflicto con Irán-no es creíble desde Teherán.

En Israel hay consenso sobre el peligro que representarían las armas nucleares iraníes. Pero no todos consideran que se trate de una "amenaza existencial", sino que le daría cobertura estratégica a grupos como Hizbulah y Hamas y a estados hostiles como Siria. A la vez, algunas voces alertan de que lanzar una guerra puede traer serias consecuencias. Las relaciones entre Irán e Israel fueron muy cercanas hasta los años noventa. En círculos estratégicos israelíes se teme que un acuerdo y compromiso entre Washington e Irán debilite la posición israelí en la región y rompa su liderazgo nuclear.

Pero la idea de que Israel, que no es firmante del tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, deje de tener el monopolio de este armamento en Oriente Medio ya ha comenzado. En el 2007 el entonces presidente francés, Jacques Chirac, dijo que si Irán tuviese una o dos armas nucleares no afectaría a la situación de la región. El ex asesor de seguridad nacional estadounidense Zbigniew Brzezinski considera que si la disuasión nuclear ha servido con Rusia y China, también sería operativa frente a Irán.

Cuando el primer ministro Beniamin Netanyahu dice que el régimen iraní es irracional, ataca directamente esa lógica de la disuasión, y acepta que no habría otra vía que un ataque militar. Pero desde 1979, aunque los gobiernos iraníes han mantenido una posición muy radical hacia Estados Unidos, han cuidado de no llegar tan lejos como para sufrir un ataque devastador que acabe con el régimen en el poder.

Bruce Riedel, del Instituto Brookings, indica que Estados Unidos debe convencer a Israel de que un ataque a Irán sería un desastre regional. A la vez, "persuadir a Israel de que ha llegado  el momento de terminar con su monopolio nuclear en la región", dice, supone que Washington fortalezca la capacidad de disuasión israelí, facilitándole armamento más sofisticado y garantizando el compromiso nuclear entre los dos países.

El diálogo con Irán e Israel, reconocer la necesidad de la legitimidad estratégica de Teherán y redefinir la geopolítica nuclear de la región son pasos clave para evitar una guerra imprevisible.

Mariano Aguirre, director del Norwegian Peacebuilding Centre