Trump, conoce a un héroe al que insultaste

Emmanuel Mensah ingresó varias veces a un edificio de departamentos en llamas en el Bronx el 28 de diciembre. Logró salvar a cuatro personas antes de perder la vida entre el fuego que cobró la vida de una decena de personas. Credit Guardia Nacional del Ejército de Estados Unidos, vía Associated Press
Emmanuel Mensah ingresó varias veces a un edificio de departamentos en llamas en el Bronx el 28 de diciembre. Logró salvar a cuatro personas antes de perder la vida entre el fuego que cobró la vida de una decena de personas. Credit Guardia Nacional del Ejército de Estados Unidos, vía Associated Press

En 1885, un chico de 16 años, pobre y sin educación, llegó a nuestro país desde Alemania, en una época en que los inmigrantes eran menospreciados por los estadounidenses adinerados.

Este niño era ambicioso y emprendedor y, a pesar de los problemas para comunicarse por el idioma, ganó algo de dinero y viajó hacia el Klondike durante la fiebre del oro para administrar un hotel que se volvió un notable centro de prostitución. Ese chico prosperó… y hoy su nieto es el presidente Donald Trump.

Cuando Alemania se convirtió en un país enemigo durante la Primera Guerra Mundial, la familia Trump estaba tan avergonzada de sus orígenes que declararon que venían de Suecia. El propio presidente Trump repitió esta mentira en su libro publicado en 1987, El arte de la negociación.

Aun así, Trump se unió de manera hipócrita a los ignorantes de hoy al despotricar contra los inmigrantes de “países de mierda” como Haití y aquellos ubicados en África. El presidente admite su preferencia por la gente de raza blanca sobre la gente de raza negra, lo que constituye el último incidente en su trayectoria de cuatro décadas de epítetos raciales y discriminación.

Durante la campaña presidencial revisé detenidamente la historia de Trump relacionada con racismo, que incluye 1021 páginas de documentos legales que conforman demandas que lo acusan de discriminación racial, y la evidencia es devastadora. Deberíamos ser cuidadosos al lanzar la palabra “racista”, pues cualquier otro incidente podría ser malinterpretado. Pero en el caso de Trump, tenemos un patrón constante de cuarenta años de insultos y discriminación y no veo que podamos llamarlo otra cosa más que racista.

Por supuesto, es verdad que algunos países africanos están en muy mal estado y que algunos inmigrantes de países pobres llegan sin educación y terminan, a la par que estadounidenses nacidos en el país, en negocios turbios. Pero, tenga cuidado, señor presidente, dada la historia de su propio abuelo.

Más importante aún, el desprecio tóxico hacia los migrantes mancilla a héroes como Emmanuel Mensah, de 28 años: un residente de Nueva York que vino de Ghana, país de África Occidental, y se enlistó en la Guardia Nacional del Ejército.

Hace unas semanas, cuando estaba de regreso de su entrenamiento, un incendio se desató en el edificio de Mensah en el Bronx. Él se puso a salvo fácilmente, pero después regresó al edificio en llamas a rescatar a otros. Entró y salió corriendo otras tres veces para sacar a cuatro personas.

Finalmente, Mensah se lanzó hacia las llamas de nuevo y se dirigió al cuarto piso en un intento desesperado por salvar a una quinta persona. Este hombre valiente, originario de lo que Trump describe como un “país de mierda”, el tipo de persona a la que Trump insultó, nunca logró salir. El cuerpo de Mensah fue hallado en los pisos superiores del edificio.

Hace unos días, el Ejército le otorgó a Mensah la Medalla del Soldado de manera póstuma, la condecoración más importante por heroísmo fuera de combate, y el estado de Nueva York le otorgó la Medalla al Valor. La leyenda en la medalla estatal señala: “Su acción valiente y desinteresada frente a condiciones inimaginables son congruentes con las tradiciones más valiosas del servicio en uniforme”.

¿Quién personifica mejor los valores de Estados Unidos? ¿Un político con una historia de comentarios racistas que solicitó cinco prórrogas para evitar su deber militar en la guerra de Vietnam, incluyendo una por espolones? ¿O un heroico inmigrante y soldado ghanés que muere en un incendio por salvar a otros?

La mayoría de nosotros comprende que la migración es compleja y que no podemos abrir de par en par nuestras fronteras, pero también que los recién llegados nos enriquecen. Esto aplica no solo a los noruegos, sino también a los refugiados sin recursos provenientes de países empobrecidos, destruidos por la guerra, como mi padre, un armenio-polaco que huyó de Europa del Este cuya primera compra en Estados Unidos fue la edición dominical de The New York Times para aprender inglés por su cuenta.

En una ocasión Trump mostró disposición para ser generoso con los inmigrantes que rompen las reglas: se casó con Melania, una eslovaca que vino a Estados Unidos con una visa de turista y recibió dinero por modelar antes de obtener autorización para trabajar, según una investigación de The Associated Press.

Ojalá Trump pudiera mostrar una compasión similar por los inmigrantes no autorizados que no lucen como Melania. Su decisión de enviar de regreso a los salvadoreños a pesar de la violencia mortífera de las pandillas en ese país, y su rechazo a un acuerdo bipartidista para proteger a los beneficiarios de DACA, conocidos como dreamers, simplemente parecen crueles.

¿Qué podemos hacer?

Obviamente, necesitamos pronunciarnos contra la xenofobia racista —incluso cuando proviene de la Casa Blanca— y, además, si los estadounidenses buscan una manera constructiva de contestar, aquí tienen una sugerencia: hagan una donación a una organización que luche por los derechos de los inmigrantes, como el National Immigration Law Center, o a un grupo que trabaje con gente a quien nuestro presidente ha insultado.

He sido testigo y admirador del trabajo de dos organizaciones estadounidenses de ayuda que salvan vidas de la tuberculosis, el cáncer cervical y más en Haití. Son Partners in Health e Innovating Health International. Ambos trabajan heroicamente en las trincheras para salvar las vidas de haitianos comunes, en particular de mujeres.

Me parece que una respuesta buena y práctica contra el racismo es ayudar a salvar una vida.

Nicholas Kristof ha sido columnista para The New York Times desde 2001.

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