Trump está en graves problemas, pero tiene un as bajo la manga

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está muy rezagado en las encuestas de los estados decisivos para su reelección, que se juega el próximo noviembre. Sin embargo, una mayoría considerable de los votantes en los estados indecisos aprueban su manejo de la economía, que será uno de los mayores desafíos del país en los próximos cuatro años.

¿Qué nos dice esta constante discrepancia? ¿Cómo se explica esta ventaja que proviene de la cuestión económica?

La discrepancia es muy evidente en las nuevas encuestas de The New York Times y Siena College. Su contrincante demócrata, Joe Biden, tiene una ventaja de dos dígitos en Michigan, Wisconsin y Pensilvania, tres estados que Trump ganó en 2016, y una ventaja importante de un solo dígito en tres estados clave del Cinturón de Sol —en el sur del país—, lo que sugiere un mapa en expansión.

No obstante, esta encuesta también indica que en estos seis campos de batalla, 56% de los votantes aprueba el manejo de Trump de la economía. Esto es asombroso considerando las terribles calificaciones de Trump en otros desafíos épicos como el coronavirus (41%) y las relaciones raciales (34%).

¿Por qué persiste esta ventaja en la economía para Trump cuando estamos viviendo la peor recesión en casi 100 años, e incluso mientras Trump y los republicanos se resisten a implementar nuevas estrategias de rescate económico en medio de la miseria generalizada?

Para los estrategas demócratas a los que entrevisté, este problema es serio. Si la aprobación de la economía es lo único que mantiene a flote a Trump, entonces mermarla podría condenarlo.

Es más, si el mejor escenario para Trump es que se disipen el coronavirus y las protestas masivas —y deje solo el argumento económico más convencional—, entonces es crucial socavar esta ventaja.

Y también lo es entender qué la impulsa.

La ventaja persistente de Trump

De acuerdo con los estrategas, una razón clave para esta ventaja es que se percibe a Trump como un empresario competente. El problema es que esas percepciones se fusionaron con años de buenas noticias económicas en el mandato de Trump previas al coronavirus, algo similar a cómo la mezcla de dos sustancias epóxicas se transforman en un sólido.

“Los votantes siempre han estado más dispuestos a darle el beneficio de la duda en materia económica por la falsa creencia en su visión empresarial”, asegura el encuestador demócrata Jefrey Pollock. “Súmale tres años de noticias económicas más o menos positivas, y es difícil ignorar los sentimientos positivos”.

De ser así, nuestras singulares circunstancias —el hecho de que se congelaron las economías de forma deliberada para detener la propagación del coronavirus— podrían significar que la recesión no perjudique a Trump de manera tradicional, ya que esas percepciones podrían ocasionar que los votantes no lo responsabilicen de forma directa.

La realidad es que el manejo catastrófico del coronavirus por parte de Trump fue la razón principal por la que los confinamientos fueron tan rigurosos. Pero establecer ese vínculo es un desafío. Y así, el anuncio más brutal del Movimiento Alto a Trump, del Proyecto Lincoln, relaciona escenas de sombría devastación económica con la creciente pandemia del coronavirus.

Este anuncio desencadenó un colapso épico de Trump justo porque lo golpeó directo en su riñón político, el punto débil en el que lucha para evitar que el ancla de sus fracasos épicos termine por hundir lo que le queda de esperanza.

Este punto débil ha sido el blanco de otros anuncios. Este de American Bridge relaciona la falta de sinceridad de Trump hacia la población sobre el coronavirus —una acusación de su incompetencia y la depravada priorización de sí mismo sobre todo lo demás— con su incapacidad de entender las luchas económicas de los estadounidenses comunes.

Estas circunstancias únicas están en tensión con la (supuesta) ley de hierro de la política, es decir, que los presidentes son responsables de las condiciones económicas en su mandato. Algunos demócratas señalaron que este último factor se está cumpliendo: las encuestas de los Nuevos Demócratas indican que solo 47% le da buenas calificaciones económicas.

Otra posibilidad: una parte considerable de los votantes aprueba a Trump en materia económica pero sigue desaprobando su desempeño general, lo que demuestra (como señalaron varios estrategas) que otras condiciones pesan más en medio de la pandemia y las protestas civiles masivas.

“No parece ser que la economía definirá la elección”, comentó Pollock.

El síndrome de China

Luego está China. De acuerdo con un estratega demócrata con amplia experiencia en el Cinturón Industrial de Estados Unidos —estados del Medio Oeste—, muchos votantes entienden a China como una especie de trampa para las grandes fuerzas económicas que amenazan sus medios de vida y sobre las que sienten tener poco control. La tan anunciada “dureza” de Trump hacia China se entiende como su voluntad de romper algo para protegerlo de esas fuerzas.

Para socavar estas impresiones, el Comité Nacional Demócrata está publicando anuncios en esa zona industrial que ridiculizan a Trump por haber “perdido la guerra comercial que inició” y por ser el “juguete” de China, una derrota que significó un duro golpe para los agricultores y que dio como resultado una recesión en la industria manufacturera.

En el debate que se desarrolla en esa zona se habla menos de la política de China que de vincular las experiencias reales de la gente en materia económica, incluyendo, por ejemplo, desde los efectos desastrosos de las guerras comerciales de Trump, hasta impresiones generales de que Trump es ineficaz, imprudente y un narcisista incurable, cosas que los votantes ya creen.

En última instancia, todo depende de Biden

Los asesores de Biden le comentaron hace poco a Associated Press que, en las próximas semanas, develarán nuevos planes económicos dirigidos a las enormes desigualdades que exhibió el coronavirus, y que durarán todavía mucho tiempo.

Los demócratas han empezado a publicar anuncios en el Cinturón Industrial en los que comparten nueva información sobre la relación de Biden con la clase media y su experiencia en el gobierno (ayudó a liderar la recuperación económica durante el mandato del Presidente Barack Obama), estrategias que parecen diseñadas para establecer los valores de Biden como base de los próximos temas específicos en su agenda.

Pero mucho dependerá de lo ambiciosa que sea la agenda real de Biden y si demuestra una ruptura con el “centrismo” de su pasado, algo que él mismo ha señalado sin reparos.

“Ahora está claro que deteriorar la posición de Trump en la economía es una prioridad estratégica muy alta”, reveló el estratega demócrata Simon Rosenberg, agregando que el historial de Biden con Obama demostrará una base sólida para tales esfuerzos.

“Esta es una ventaja de Trump que Biden debería poder anular”, dijo Rosenberg.

Dado que el mensaje central de Trump de que el “regreso americano” ya está en marcha depende de fingir que se ha resuelto el problema del coronavirus —incluso cuando es casi seguro que seguirá aumentando y que quizá se requerirán nuevos confinamientos—, esto es probablemente lo que sucederá.

Greg Sargent writes The Plum Line blog. He joined The Post in 2010, after stints at Talking Points Memo, New York Magazine and the New York Observer.

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