El vocablo ‘singularidad’ hace referencia a distinción o separación de lo común y tiene muchas acepciones, entre ellas, excepcionalidad, peculiaridad, incluso rareza y extravagancia.
En física sabemos de las singularidades y de los engorrosos problemas que plantean y a menudo las sorteamos dando un rodeo a la cuestión y aislando lo difícil de explicar o comprender. Algo parejo a lo que ahora pretenden hacer, aunque con aviesa intención y peor estilo, el ‘sheikh’ Mendaz Ben-Bulo Al-Fango y su camarilla de acríticos y obcecados comparsas: imponer, aún a costa de todo fundamento y de tergiversar la Constitución, una financiación ‘singular’ para ese territorio del noreste peninsular antaño formado por condados integrados en la Corona de Aragón. Me refiero, claro está, a Cataluña, topónimo que como tal se encuentra por primera vez en forma escrita a principios del siglo XII. La maniobra descrita es perversa porque atenta contra la igualdad entre los españoles y exhala un hediondo tufo de corrupción y felonía. Se asemeja más a un concierto económico cuyo coste para los no residentes en Cataluña se ha estimado en unos 13.000 millones de euros y que solo obedece al agónico empeño de Ben-Bulo Al-Fango de continuar sentado sobre el cojín de su trono ‘monclovita’ a cualquier precio.
Tiempo atrás, cuando algún colega o conocido se refería a lo que por entonces se llamaba ‘hecho diferencial’, en alusión a un pretendido pero inexistente rasgo que justificase un trato especial para los ciudadanos de Cataluña en los ámbitos político, legislativo, económico, social, educacional, yo siempre recurría al mismo axioma fruto de mi formación como docente e investigador en ciencias. Lo que voy a enunciar a continuación puede parecer una obviedad o una simpleza; pero no lo es, lleva una buena carga intelectual y se apoya en una experiencia vital más rica de lo que en un principio cabe imaginar. No me perdía en ninguna discusión inútil, pues es vano intentar convencer al oponente cuando éste, en su tortuosa singladura, ha encallado en el fanatismo y no atiende a razones ni argumentos. Tampoco me molestaba en sembrar ideas en terreno baldío, falto de nutrientes que no fueran la enfermiza creencia en la bondad de los valores propios en detrimento de los ajenos. Difícil, si no imposible, enmendar la convicción alimentada durante años con la mentira y el yerro y avivada con una impostada superioridad de raza. Pregonar en el desierto ni siquiera es tarea para gente paciente. Simplemente, decía: "deberías percatarte de que A es diferente de B en la misma medida que B lo es de A". Ante este aparente enunciado tautológico de resabio matemático, mis interlocutores más despejados enseguida comprendían la carga de profundidad que encierra y pronto se avenían a derivar por otros vericuetos que no llevaban a parte alguna, tratando infructuosamente de defender su posición de partida a sabiendas que la plaza ya estaba a punto de ser tomada. Los discrepantes menos lúcidos daban un respingo y haciendo caso omiso de mi aserto pronto se aprestaban a farfullar incongruencias sin ofrecer ecuánime razón de su postura berroqueña.
La financiación ‘singular’ para Cataluña con regalías para grupos de presión minoritarios, deshonestos y codiciosos en favor de exigencias partidistas
Animo a los lectores a que cambien el término ‘diferencial’ por el adjetivo ‘singular’. El reparto de la riqueza y los recursos del Estado entre todas nuestras comunidades autónomas ya se hace con criterios de singularidad (población, ubicación, topografía, etc.), aunque no siempre bien aceptados por todos por mor de una insatisfactoria ponderación de las características de cada región. La financiación de los distintos territorios del Estado ya es singular. Entonces, ¿qué esconde la pretendida financiación singular para Cataluña? Pues la aceptación a la fuerza de un privilegio para esta comunidad, que supone un hito clave por el que puede recaudar todos los impuestos allí generados sin rendir cuentas y con total menoscabo del principio de solidaridad interregional, rompiendo de facto la caja común de todos los españoles.
Se trata de regalías para grupos de presión minoritarios, deshonestos y codiciosos en favor de anuencias y exigencias partidistas alejadas de toda mesura y cabal probanza, asentadas en una entelequia absurda e infundada fruto de la fantasía y el egoísmo divisorio. Enfrente, la gestión responsable de los recursos disponibles inspirada en el principio de solidaridad y en pro del desarrollo armonizado de todos los territorios nacionales a fin de suprimir lacerantes agravios y diferencias denunciadas por la mayoría de los ciudadanos. Este es el ineludible reto de cara al futuro inmediato de nuestro país. Promover la ruptura del actual marco constitucional de manera insidiosa y con la baza del sumiso e ‘innovador’ Tribunal Constitucional es un hecho lo suficientemente grave que, de producirse, la historia juzgará con severidad.
José Badal Nicolás es catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza.