Turismo médico

El tema político más importante en EE.UU. durante el año pasado no ha sido la situación de la economía ni el arma nuclear iraní, sino la cuestión de la sanidad. Es muy posible que sea una cuestión decisiva en las próximas elecciones y que en un futuro muy cercano la atención sanitaria se convierta en el tema político más importante en muchos otros países.

Los hechos esenciales son estos. Hasta Alemania bajo el ultraconservador Bismarck (las leyes de 1883 a 1889) no hubo un sistema de salud pública importante en Europa, y mucho menos en otros lugares. Se estableció únicamente después de la Segunda Guerra Mundial. Hasta entonces la gente o bien contrataba un seguro privado (fenómeno asimismo moderno) o no tenía ninguno. Había muchos sistemas diferentes de atención sanitaria, pero la cuestión es que el asunto recibió un abrumador respaldo desde el principio. El coste de la medicina era todavía barato en 1890 y relativamente barato en 1950 porque la alta tecnología todavía no había aparecido. Desde entonces la medicina se ha vuelto infinitamente más cara y las personas viven más tiempo, así que con tanta gente mayor que sigue viviendo, la necesidad de atención médica ha crecido enormemente. Incluso durante los últimos veinte años la duración media de la vida en Europa y EE.UU. (además de Japón y algunos otros países) ha aumentado unos 10 a 15 años.

La atención sanitaria se convirtió en un tema político por primera vez en Estados Unidos porque este país gasta más en ella que cualquier otro país, 2,7 billones de dólares al año, un 18% del total del PIB, más de 8.000 dólares por persona. Es más barata en Europa y en Japón (se gasta de un 9% a un 11% del PIB en atención sanitaria), mientras que en España el gasto es de un 9,5% del PIB.

En EE.UU. se convirtió en un tema político por dos razones. En primer lugar, porque era evidente que el elevado gasto (y en alza) sobrepasaba la capacidad de la economía para soportarlo y, en segundo lugar, porque no estaba claro que el aumento del gasto resultara en una mejor salud y una vida más larga. Aunque en algunos aspectos los estadounidenses se han beneficiado; por ejemplo, el índice de supervivencia en casos de cáncer de mama es mayor en EE.UU. que en Europa. Pero, en general, por término medio, los estadounidenses no viven más que los europeos.

Un reemplazo de cadera en EE.UU. cuesta cinco o seis veces más que en España (7.700 dólares); Suiza es un país caro, pero una colonoscopia cuesta sólo la mitad que en EE.UU. La mayoría de los hospitales en EE.UU. son más caros que en el resto del mundo, ya se trate de una cirugía cardiaca (by-pass), el reemplazo de articulaciones o el precio de los medicamentos. Un hospital indio o coreano de alta calidad cuesta alrededor del 30% del coste de un reemplazo de rodilla en EE.UU. Y para hacer la situación más confusa, un pormenorizado estudio concluirá que hay hospitales estadounidenses mucho más baratos que el resto: por una cirugía de tobillo por la que un hospital de Nueva York cobró 120.000 dólares, un centro en Nuevo Hampshire cobró 40.000 dólares. Por una cirugía cardiaca por la que un hospital de Nueva York cobró 120.000 dólares, un hospital especializado en Kansas facturó sólo un tercio de este precio.

Cualesquiera que sean las razones, hay consecuencias; sobre todo, el turismo médico en todo el mundo. Cada vez más estadounidenses viajan a ciudades fronterizas con México para cirugía dental importante. La importación de medicamentos de Canadá a EE.UU. aumenta continuamente. La industria farmacéutica sostiene que las leyes estrictas de control respecto a los nuevos medicamentos en EE.UU. son la razón de los elevados precios, pero esto es cierto sólo en parte. Porque los altos precios se aplican también a los medicamentos legalizados desde hace mucho tiempo y en uso durante mucho tiempo. Pero el turismo médico se extiende también en Europa; cada vez más alemanes viajan a Polonia y Hungría para el cuidado dental y también para tratamiento médico en general. Los principales hospitales de India informan de la llegada diaria de extranjeros normalmente a través de Kuwait y de otros países del golfo Pérsico.

Naturalmente, la gente prefiere someterse a un tratamiento médico importante en su ciudad natal o su país de origen, cerca de sus familias y amigos; experimenta también mayor confianza por la calidad del tratamiento en casa y le gusta estar rodeada de gente que habla su propio idioma. Pero una vez instalados en la era de la medicina de alta tecnología, los precios se vuelven precios prohibitivos y el turismo médico se extiende. Hubo un tiempo en que el diagnóstico médico y el tratamiento eran simples y fáciles. En Alemania, se juzgaba que las amígdalas eran causantes de la mayoría de las enfermedades, en Francia era casi siempre el hígado, en España (me dicen) más gente pensaba padecer bronquitis que en cualquier otro país y en muchos países asiáticos los médicos pensaban que las enfermedades mentales no surgían en su país. Pero ahora, la alta tecnología ha modificado notablemente el diagnóstico y el tratamiento médico ya no es lo que era. Han de adoptarse difíciles decisiones sobre cuánto puede permitirse gastar en medicina un país. Hay varias maneras de hacerlo y todas tendrán un carácter penoso… Medicina y política fueron un día dos mundos aparte, pero ya no es así.

Walter Laqueur, consejero del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington. Traducción: José María Puig de la Bellacasa

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *