TVE, patrimonio de los españoles

Mucho ha cambiado la televisión en España desde aquel 28 de octubre de 1956, cuando, tras varios años de pruebas en las instalaciones de RNE, se realizó la primera emisión televisiva en nuestro país. Fue un programa breve y en blanco y negro: unos documentales de nodo y unas actuaciones musicales. TVE comenzaba con aquellos programas en directo un largo camino que modificaría para siempre la imagen que los españoles tenemos de nosotros mismos.

En este tiempo, TVE ha cambiado con la sociedad, y también ha hecho cambiar a la sociedad. Su propia evolución técnica y profesional, con el hito de la llegada del color en los años 70, fue el mejor espejo para una sociedad que, definitivamente, quería verse en la primera línea del progreso. Haber desempeñado distintas responsabilidades en TVE, durante 43 años, me ha permitido ser testigo de excepción de la impresionante evolución de este gran proyecto.

Han sido, en resumen, más de cincuenta años de vida de un país en la pantalla. Una pantalla que nació con vocación de servicio público para todos, y pronto, con la llegada de la democracia, se convirtió en el lugar de encuentro de todos los españoles, una referencia viva de lo que somos y de lo que aspiramos a ser como país.

Difícilmente hallaremos los españoles algún recuerdo de nuestra historia en el que no estuviera presente el logotipo de TVE, ya sea político (como el 23-F o las elecciones), deportivo (aún resuenan los doce goles a Malta), o social (la llegada del hombre a la luna, retransmitido por el simpar Jesús Hermida). Hoy, como el Prado con la pintura o la Biblioteca Nacional con los libros, TVE es el archivo audiovisual de España.

Y si se ha labrado un espacio insustituible en nuestra memoria colectiva, estoy convencido de que ha sido por el empeño de sus profesionales en mantener los principios fundacionales de la cadena; y sobre todo, por su coraje para hacerlo por encima de los cambios y las contingencias políticas de cada momento.

En este sentido, es justo incidir en que una de las más grandes aportaciones de TVE a nuestra sociedad es haber sido una escuela del mejor periodismo. Desde que llegué al ente, en octubre de 1969, he conocido a muchos de ellos y los he visto forjarse, desde muy jóvenes, en esta casa: Matías Prats padre e hijo, Laura Valenzuela, Eduardo Sancho… ¡La lista es tan larga!

Es también una televisión que ha creado contenidos y programas propios, algunos de ellos inolvidables, como El hombre y la tierra, de Félix Rodríguez de la Fuente; que ha popularizado frases inolvidables, desde el Cómoestánustedes de los payasos de la tele, hasta Un, dos, tres, responda otravez. La lista de series de ficción es extensísima; basta recordar Crónicas de un pueblo, Curro Jiménez o Veranoazul, para reivindicar la creatividad de sus guionistas y directores, que lograron enganchar a todos los públicos con historias que transcurrían por fin en nuestros pueblos y nuestras ciudades. Más recientemente, con

Operación Triunfo, TVE demostró que el entretenimiento no tiene por qué estar reñido con la calidad.

Nunca como ahora se ha debatido sobre la rentabilidad económica de TVE. El actual presidente, Leopoldo González-Echenique, alentó sensatamente a buscar soluciones a la situación actual, desde su compromiso con la televisión pública. Conviene hacer un poco de memoria para evitar que esta cuestión (cuyo abordaje es inaplazable) se atienda sin tomar en consideración su incalculable rentabilidad social.

No sólo se trata de un símbolo. TVE es ante todo una institución que, respetando la pluralidad de nuestro país (a través de sus centros territoriales, por ejemplo), nos da un cauce para la convivencia y el diálogo. Una institución, también, que ha sido y es una ventana al mundo de doble sentido: por ella, gracias a su magnífica red de corresponsales, los españoles nos asomamos al mundo. Por ella, el mundo también se asoma a España.

TVE es el espacio donde deben tener cabida todos los públicos (incluyendo el público infantil, ese gran olvidado). Un espacio, en definitiva, que en un mundo informativamente cada día más fragmentado y complejo, siga siendo un nexo común de todos los españoles y una embajada de nuestra cultura en el escenario global.

TVE ha vivido otras crisis, y entre todos, siempre hemos sabido encontrar soluciones. Hoy, más que nunca, debemos comprender que TVE es algo más que una cadena de televisión. Por encima de partidos políticos, de intereses o de opiniones divergentes, TVE es un patrimonio de todos, y por eso, entre todos, debemos encontrar el camino que le permita seguir mirando al futuro.

Por Manuel Esteve Ulloa, exconsejero de Administración de RTVE y miembro de la Academia de las Ciencias t las Artes de Televisión de España.

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