Ucrania necesita ayuda financiera externa ahora

En la ayuda a Ucrania, principalmente por parte de Europa y Estados Unidos, han predominado las entregas de armas y el apoyo militar. Desde finales de abril, se ha hablado cada vez más del esfuerzo financiero que será necesario para la reconstrucción de Ucrania después de la guerra. Hay peticiones de un nuevo Plan Marshall financiado en gran parte por la comunidad internacional, pero también posiblemente mediante la confiscación de los activos de Rusia en el extranjero a modo de reparación. Aunque esto será crucial para el futuro de Ucrania cuando termine el conflicto, no responde a la necesidad inmediata de ayuda financiera, a la que la comunidad internacional solo ha dado respuestas parciales.

Las necesidades de ayuda financiera a corto plazo se han multiplicado. En marzo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimaba que la necesidad bruta de financiación exterior de Ucrania solo ascendería a unos 4.800 millones de dólares en 2022. Esto se ha visto rebasado ahora por los acontecimientos. Aunque las salidas de capital han sido limitadas (debido sobre todo a la gestión proactiva de los flujos de capital por parte del BNU, el Banco Nacional de Ucrania), el déficit fiscal es mucho mayor de lo previsto. El déficit mensual rondó en abril los 2.800 millones de dólares, y los cálculos para mayo lo sitúan entre los 4.000 y los 5.000 millones de dólares mensuales. Las reservas del BNU ascienden aproximadamente a 30.000 millones. Con el actual déficit de financiación exterior, las reservas de divisas podrían agotarse en seis meses.

Los países del G-7 se han comprometido a estabilizar el contexto económico y financiero ucranio. La Comisión Europea trabaja para aumentar su ayuda macrofinanciera en hasta 9.000 millones de euros, pero la movilización de estos nuevos préstamos requiere un programa del FMI. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y la Corporación Financiera Internacional podrían añadir entre ambos unos 3.400 millones de dólares para apoyar al sector privado ucranio, pero esto exigiría un marco macroeconómico. Y Estados Unidos acaba de aprobar un ambicioso paquete de ayuda a Ucrania de unos 40.000 millones de dólares que incluye 8.800 millones para un fondo específico destinado a ayudar al Gobierno ucranio a seguir funcionando. Además, destina 4.400 millones de dólares a subvenciones para la ayuda internacional en caso de catástrofe, como parte de la iniciativa para frenar la interrupción de la cadena alimentaria mundial como consecuencia de la guerra. La suma de estos recursos es considerable, pero falta el marco organizativo general.

En las próximas semanas habrá que reunir ayudas financieras más estructuradas. Es necesario establecer en breve un nuevo programa de ayuda macrofinanciera del FMI complementado por una serie de ayudas bilaterales y multilaterales. No requiere una macrocondicionalidad, pero se beneficiaría enormemente de la credibilidad de un programa supervisado por el personal del FMI para demostrar los compromisos financieros de la comunidad internacional, mejorar la coordinación internacional y facilitar dos importantes fuentes adicionales de financiación externa:

En primer lugar, un programa que proporcione una ayuda exterior oficial considerable tendría que adoptar la forma de subvenciones reales o aliviar la carga de la deuda externa actual. De los casi 100.000 millones de dólares de deuda pública ucrania, aproximadamente la mitad está denominada en moneda extranjera. Con el actual nivel de dificultad económica, Ucrania ha perdido por completo el acceso a la financiación del mercado. La emisión internacional solo podría venir con garantías internacionales, pero sería difícil justificar una nueva emisión sin al menos una paralización de los reembolsos que vencen en 2022 y 2023. Por tanto, un nuevo programa de apoyo financiero internacional podría proporcionar el marco de coordinación necesario para organizar una reestructuración internacional de la deuda. Los préstamos con garantías, pero sin ningún tipo de alivio de la deuda, podrían limitar cualquier forma de inversión del sector privado en Ucrania, lo que lastraría aún más la economía. Podría garantizarse algún tipo de reestructuración de la deuda en condiciones más o menos favorables en función del alcance y la duración del apoyo oficial exterior.

En segundo lugar, el Banco Central Europeo (BCE), posiblemente junto con la Reserva Federal, debería ampliar una línea de permuta bilateral al BNU. Esto no sustituye a la asistencia presupuestaria, pero haría más creíbles y eficaces las políticas de gestión de flujos de capital y divisas del BNU. El BCE ha mencionado abiertamente la posibilidad de una línea de permuta de este tipo en marzo, pero no lo ha respaldado con hechos. El implementarla ahora demostraría el compromiso inquebrantable de la UE de apoyar al BNU y, aunque no se utilizase, la línea de permuta contribuiría a reducir las tensiones cambiarias y limitar las posibles fugas de divisas en el sector financiero de Ucrania.

Con todo, dada la gran contracción del PIB, el impacto en las cuentas corrientes y financieras y las grandes necesidades fiscales, la financiación oficial será necesaria para Ucrania y tendría que suponer una parte esencial de la estrategia de la comunidad internacional frente a la agresión rusa. Es preferible que llegue pronto y dentro de un marco organizado para maximizar su efecto y ampliar el despliegue de la ayuda internacional más allá del suministro de armas, en lugar de hacerlo de forma fragmentaria mediante ayudas bilaterales. Planificar la reconstrucción de Ucrania el día de mañana es importante, pero satisfacer sus necesidades financieras hoy es más acuciante y requiere propuestas urgentes por parte del FMI y la comunidad financiera internacional.

Gabriel Felbermayr es director del Instituto WiFO de Viena, Arancha González Laya es exministra de Exteriores y decana de la PSIA en Sciences Po (París), Moritz Schularick es profesor de Economía de la Universidad de Bonn, Shanin Vallee es jefe del programa socioeconómico del German Council of Foreign Relations y Guntram Wolff es director de Bruegel.

Traducción de News Clips.

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