La guerra de Ucrania ya ha producido miles de muertos y millones de desplazados. La invasión de Rusia a su vecino histórico ha venido marcada por la agresión más injustificada de la historia, y la crueldad de los ataques contra hospitales, escuelas y civiles inocentes.
Dentro de tanta desolación y ruina, es posible desde la perspectiva española sacar algunas conclusiones de esta conflagración bélica cuyo resultado final desconocemos.
A modo de lecciones de la misma podríamos enumerar:
1. Interés por el exterior. En España, donde la información se concentra tradicionalmente en temas interiores, la atención se ha desplazado súbitamente hacia el exterior. Nuestros tertulianos y periodistas se han convertido de la noche a la mañana en especialistas de política internacional.
El efecto, en principio, es muy sano porque nos saca de mirarnos continuamente el ombligo y hemos empezado a analizar con atención lo que ocurre más allá de los Pirineos (y del estrecho de Gibraltar).
2. Aumento del presupuesto militar. Se ha puesto de relieve la necesidad de aumentar el gasto en defensa. Nuestros ejércitos de tierra, mar y aire son mucho más que las ONG dedicadas a salvar náufragos o apagar incendios. Hay que gastar más del 1 por ciento del PIB en disuasión. Nuestro ejército necesita ser modernizado, pertrechado y convenientemente entrenado. Quedan desautorizados los grupos políticos que consideraban a las Fuerzas Armadas como un gasto prescindible.
3. Mayor claridad estratégica. Ha sido el presidente francés Macron quien ha declarado que la guerra de Ucrania va a producir una mayor claridad estratégica en el seno de la OTAN y de la Unión Europea. No parece que la OTAN aspire hoy a ampliarse hacia las antiguas repúblicas soviéticas (Georgia y Ucrania eran candidatas), pero debe ser consciente de que el art. 5 del Tratado está para ser respetado y que el ataque a uno de sus miembros debe entenderse como ataque a todos.
4. Revitalizar el proyecto europeo. Tras la salida del Reino Unido parecía que la Unión Europea necesitaba un esfuerzo de vigorización y refundación. Y ahora esto queda mucho más evidente.
Quizás lo más sorprendente de esta guerra en Europa es que puede contribuir a dar solidez al proyecto europeo. Como dice el presidente Sánchez ha sido notable «la contundente e inesperada respuesta unitaria de la Unión Europea».
5. Solidaridad con el pueblo ucraniano. En nuestro país, las reacciones de solidaridad y apoyo al pueblo ucraniano han sido (casi) unánimes. La sociedad civil se ha puesto en marcha a través de múltiples organizaciones que han montado convoyes, recogidas de ropa o víveres y recaudación de dinero a través de colectas. Los medios de comunicación españoles han venido informando con intensidad de todo lo que ocurre en la guerra no declarada en Ucrania.
El esfuerzo español no es comparable al que tendrán que hacer para recoger refugiados los países vecinos como Rumanía, Polonia o Hungría, pero es una notable expresión de solidaridad. Al mismo tiempo, la guerra nos aproxima a la realidad cultural y sociológica ucraniana, bastante desconocida en nuestro país.
6. Caminar hacia una autonomía energética en Europa. El canciller alemán Scholz ha «rectificado» la política de defensa comprometiéndose a llegar a un gasto del 2 por ciento del PIB. A continuación vendrá con el tiempo la rectificación de la política energética para no depender tanto del gas ruso.
A nivel europeo, las energías eólica y solar no son alternativas viables hoy por hoy, por lo que no queda más remedio que replantear la energía nuclear, en la línea francesa para conseguir una autonomía energética irrenunciable.
7. Revelación de la 'trama rusa' del independentismo catalán o de simpatías al régimen autocrático ruso por parte de la extrema izquierda. En el ámbito de la política española, algunos grupos han quedado con el pie cambiado por sus aproximaciones a Putin o por su «no a la guerra», que en la práctica significa la rendición incondicional a las maneras agresivas (hitlerianas, podríamos decir) de Rusia en su forma de actuar. Abrirían la puerta para que Putin montara nuevas «operaciones militares especiales» contra los países bálticos, Moldavia o incluso Polonia.
8. La figura política de Putin queda desacreditada, posiblemente para siempre. Soy un admirador de todo lo ruso, inclusive su literatura y folclore, y en algunos momentos he sentido también respeto por este político ruso como gobernante. Pero tras la agresión descarnada e inmisericorde a Ucrania ha perdido toda mi estima. «Putin es un criminal de guerra» ha declarado, esta semana, el presidente norteamericano Biden.
Gonzalo Ortiz es embajador de España.