UE, manual de instrucciones

El Brexit constituye para Europa la conmoción política más importante desde la caída del muro de Berlín y el shock económico más violento desde la crisis del euro. Es un ejemplo de las disrupciones que caracterizan nuestro tiempo, es decir, de unos acontecimientos tan extremos como improbables. De ahí la confusión que provocan. De ahí la necesidad de oponer estrategias y análisis claros a la dinámica de caos que generan.

1. El Brexit es irreversible. Es cierto que solo el 36% de los electores británicos inscritos se pronunció a favor del Brexit en un referéndum sesgado por la exclusión de los expatriados y por una campaña dominada por la mentira y la violencia que culminó en el asesinato de Jo Cox. Pero el Parlamento había aprobado el recurso al referéndum y el voto de los 17,4 millones de británicos que expresó su rechazo a la UE debe ser respetado. Las peticiones en favor de un segundo referéndum, el veto de Escocia o la negativa del Parlamento a aplicar el resultado de la votación no son creíbles. No hay pues alternativa al Brexit; solo cabe organizarlo en lugar de negar su realidad.

2. David Cameron es un bombero pirómano que ha perecido en el incendio que él provocó. Tal vez pase a la historia como el último primer ministro de Reino Unido antes de su escisión y la de la UE. Será recordado como aquel que tomó la decisión económica más desastrosa desde el regreso al patrón oro decidido por Winston Churchill en 1925 y como aquel que adoptó la estrategia política más calamitosa desde la política de apaciguamiento de Neville Chamberlain frente a Hitler.

3. Para Reino Unido, Winter is coming. En el plano político, el Brexit se ha transformado en un Tea Party que está devastando la vida pública. Tras la dimisión de David Cameron, el Partido Conservador se está desgarrando y Boris Johnson, que condujo la campaña del Brexit sin creer en ella, se ha retirado patéticamente. Jeremy Corbyn, que no hizo campaña pero apoyó el Brexit bajo mano, afronta la rebelión de 172 diputados que cuestionan su liderazgo. Nigel Farage explica desde el día siguiente al referéndum que las promesas del Brexit no se cumplirían. En el plano económico, el futuro radiante se resume al desplome de la libra esterlina, un crack bursátil, la renovación de las amenazas sobre el sector bancario y la degradación financiera de Reino Unido. La única opción de política económica será la creación monetaria, la inflación y la devaluación de la moneda. La ruptura con el socio que garantizaba la mitad del comercio exterior y la zona monetaria en cuyo centro se encontraba la City implicará un descenso de 6 a 8 puntos del PIB de aquí a 2030. En el plano nacional, la amenaza de una secesión de Escocia vuelve a la palestra. La reconstrucción del Reino Desunido de Gran Bretaña requerirá mucho más tiempo y energía.

4. El divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea solo puede ser conflictivo. Reino Unido no puede esperar una situación más favorable que la que había obtenido, que combinaba una influencia predominante en las instancias europeas, el acceso al gran mercado y la afirmación de la City como plaza financiera del continente, y todo ello sin participar en el euro ni en Schengen y beneficiándose de una rebaja de la mitad de su contribución a la UE (6.000 millones de euros sobre un total de 11.340). Reino Unido hará, pues, todo lo posible por destruir la Unión de la que él mismo se ha excluido.

5. A seísmo político, respuesta política. La UE no es responsable en absoluto de la demagogia de David Cameron. Debe resistir a los populistas pero escuchar el mensaje de sus ciudadanos que expresan su desesperación ante la debilidad del crecimiento, la persistencia del desempleo, la desintegración de las clases medias, una inmigración anárquica y la degradación de su seguridad.

6. La UE debe repensarse o desintegrarse. La reforma de Europa no pasa por una reactivación ciega de su integración ni por el cambio de los tratados, sino por políticas concretas.

7. Reino Unido abandona la UE pero sigue en Europa. Ya no existe una comunidad de destino, pero sigue existiendo una comunidad de valores e intereses estratégicos que hay que preservar. Le corresponde a la UE, y a los 27 Estados que la componen, evitar la reedición de los trágicos errores de los años treinta, que fueron testigos de la división de las democracias frente a los totalitarismos, así como preservar las conquistas de los 60 años de una integración que sigue siendo una baza determinante frente a los desafíos globales del siglo XXI.

Nicolas Baverez es historiador. Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

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