Un acuerdo comercial para alentar el resurgir económico

El concepto de un Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) lleva ya muchos años dando vueltas. Hoy, sin embargo, la Administración Obama y sus homólogas europeas están inmersas en su negociación y las probabilidades de llegar a un acuerdo son más altas que nunca. Como la compañía global que somos, con un 70% de nuestra plantilla repartida entre Europa y los Estados Unidos, deseamos que este tratado sea por fin una realidad, por el gran impacto que supondrá para empresas y consumidores a ambas orillas del Atlántico. Se trata de una oportunidad que no podemos dejar pasar.

TTIPEn una Europa que va poco a poco recuperándose de una crisis económica que se extiende por todo lo ancho del continente, el TTIP conseguiría aumentar la demanda sin incrementar los préstamos. La Comisión Europea lo llega a definir como «el paquete de estímulos más barato que podamos imaginar». Estados Unidos también sería otra gran beneficiada con este acuerdo. Tanto la Unión Europea como Estados Unidos prevén que este convenio genere un beneficio económico de más de 250.000 millones de dólares, además de cientos de miles de puestos de trabajo.

En parte esto se debe al probable contenido del acuerdo: normas más estrictas para la protección de la propiedad intelectual y los secretos industriales; normas de inversión robustas; mayor transparencia en los mercados de contratación; un sistema regulador menos fragmentado y más comprensible; una protección laboral y ambiental rigurosa y la eliminación de impuestos y aranceles que actualmente cuestan millones de dólares al año a empresas y consumidores.

Sin embargo, el principal motivo por el que el TTIP conviene tanto a Europa como a Estados Unidos no son los elementos específicos del acuerdo, sino que más bien está relacionado con la vasta transformación industrial de las economías avanzadas en las últimas dos décadas.

Antes, por ejemplo, las empresas estadounidenses y europeas fabricaban sus productos en países con salarios bajos, separados por grandes distancias de los países donde nacían las innovaciones y de los mercados donde se comercializaban. Pero cada vez más estas empresas empiezan a entender que esta forma de hacer negocios se está quedando desfasada y van optando más por fabricar sus productos allí donde surgen y donde se comercializan las innovaciones.

Una de las muchas razones, y no poco importante, de esta decisión es la rapidez con la que cambian las tendencias del consumo. La distancia que separa a una generación de un producto de la siguiente es cada vez menor, hasta el punto de que las preferencias de los consumidores cambian durante los dos o tres meses de travesía por el océano para traer las últimas generaciones de productos. En consecuencia, dos aspectos son prioritarios: poder producir un flujo continuo de innovaciones que mantenga a la nueva generación de un producto al menos un paso por delante de la competencia y poder comercializar dicho producto lo antes posible.

Este es el motivo por el que ya estamos fabricando aerogeneradores en Kansas y Dinamarca, vagones de ferrocarril en California y Austria, turbinas de gas en Carolina del Norte y Alemania, equipos de diagnóstico por imagen en Tennessee y Gran Bretaña o motores de tren en España. También explica por qué Estados Unidos es el principal mercado de Siemens, seguido de cerca por Europa. Fabricamos nuestros productos en estos lugares porque es evidente que, tratándose de productos de un altísimo valor añadido y muy productivos, podemos hacerlo con unos costes más competitivos en Europa y EE.UU. que en la mayoría de países restantes.

En nuestra opinión, por consiguiente, un acuerdo comercial como el que se está negociando no disminuye el atractivo de Estados Unidos o Europa para empresas como la nuestra, sino más bien lo contrario: lo potencia aún más. Al reducir las barreras para el comercio, mejorar la protección de la propiedad intelectual y definir un reglamento internacional de tráfico, el acuerdo TTIP puede aumentar la competitividad mundial de Estados Unidos y Europa y consolidar sus ventajas competitivas.

Hoy por hoy es innegable que un convenio comercial sólido y permanente entre Estados Unidos y la Unión Europea representa un raro ejemplo de situación en la que todos ganan, además de un paso vital para la reindustrialización de Estados Unidos y la reconstrucción de la competitividad europea. Un paso que el mundo entero espera.

Joe Kaeser, presidente de SIEMENS AG.

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