Un año de oportunidades para África

Un año de oportunidades para África
EDUARDO SOTERAS/AFP via Getty Images

El año pasado fue difícil para África. Después de un 2021 esperanzador en el que el PIB continental aumentó casi un 7% con crecimiento real en cada región, en 2022 la economía se frenó, en un contexto de alza de la inflación, endurecimiento monetario y tensiones geopolíticas. Pero también fue un año en el que los países africanos por fin pudieron hacerse oír en los foros internacionales. Ahora que empieza otro año crítico, donde está previsto que el PIB continental crezca a un ritmo relativamente modesto del 4,1%, hay diversas medidas que pueden tomar los gobiernos para estimular la actividad económica y asegurar un futuro sostenible.

La primera es fomentar el comercio y la inversión, a través de la Zona de Libre Comercio Continental de África (AfCFTA). Se prevé que cuando este acuerdo esté en plena vigencia, el gasto combinado de hogares y empresas africanos llegará a 6,7 billones de dólares (en 2030) y 16,12 billones de dólares (en 2050), con una transformación de las cadenas de valor y la posibilidad de reducir la pobreza en todo el continente.

Desde el año pasado, ya hay ocho países (Camerún, Egipto, Ghana, Kenia, Mauricio, Ruanda, Tanzania y Túnez) que han empezado a comerciar conforme a la Iniciativa de Comercio Guiado de la AfCFTA. Para continuar los avances en 2023, las autoridades deben acelerar la implementación de las siguientes fases del acuerdo, mejorar la coordinación intraafricana y visibilizar los primeros éxitos. Además, la eliminación de barreras no arancelarias, mediante la introducción de mecanismos para su denuncia y seguimiento, reducirá los costos comerciales y alentará un aumento de las importaciones en los diversos países.

Las autoridades también deben incrementar el uso de tecnologías de la cuarta revolución industrial, como la inteligencia artificial y la computación en nube, para crear nuevas cadenas de valor y reforzar la resiliencia económica. Para hacer realidad el potencial transformador de estas herramientas, la dirigencia política debe honrar las promesas de invertir en infraestructura que hizo en la cumbre 2022 de la Unión Africana sobre industrialización y diversificación económica; así como en industrias con importancia estratégica, como la farmacéutica, la de producción y procesamiento de bienes agrícolas, la automotriz y la logística. Los gobiernos subsaharianos también deben invertir en educación, sobre todo en el área CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) y en habilidades digitales, y buscar alianzas con actores del sector privado para ampliar el acceso a servicios de información y comunicación y a teléfonos móviles.

Al mismo tiempo, como el futuro económico de África depende en gran medida de su capacidad para redefinir su lugar en el mundo, los gobiernos deben construir sobre la base de los últimos avances diplomáticos. Estos últimos años, África asumió un papel internacional más destacado, por ejemplo con la presentación de un frente unido en las negociaciones multilaterales sobre el clima. El presidente de los Estados Unidos Joe Biden ha pedido que la UA se integre al G20 como miembro permanente, lo cual reforzará su posición como principal grupo negociador del mundo en temas de agricultura. Con una agenda compartida, la dirigencia africana podrá conseguir fondos para proyectos en el área de la sostenibilidad y exigir a Estados Unidos, China y la Unión Europea que cumplan sus promesas.

El efecto que tienen la pandemia de COVID‑19, el alza de la inflación y el cambio climático sobre la desigualdad de ingresos y riqueza en África refuerza la necesidad de una acción coordinada. En su defecto, Naciones Unidas calcula que al menos 492 millones de africanos caerán en la pobreza extrema de aquí a 2030, y que al menos 350 millones seguirán en esa condición en 2050. Además, a pesar de los avances recientes hacia la igualdad de género en oportunidades educativas y representación política, las mujeres africanas todavía están más expuestas a vivir por debajo de la línea internacional de pobreza, sufrir inseguridad alimentaria grave y abandonar la fuerza laboral para desempeñar tareas de cuidado personal.

Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, es necesario que los países africanos se concentren en proveer programas de calidad e inclusivos en el área educativa, sanitaria y de creación de empleo, con especial énfasis en las mujeres y los jóvenes. Los organismos africanos dedicados al desarrollo, como la Agencia de Desarrollo de la UA, deben obtener los recursos y la autoridad que necesitan para cumplir su misión.

Pero como requisito para esta creación de capacidades, los gobiernos africanos tendrán que hacer frente a la degradación institucional. Como muestra el informe anual de Freedom House sobre la situación de la libertad en el mundo, 2022 fue el 16.º año consecutivo de retroceso mundial de la democracia, y África no es la excepción. Ningún conjunto de medidas, por perfecto que sea, puede tener éxito en un contexto de inestabilidad política, corrupción y falta de rendición de cuentas. Pero mediante la colaboración con actores asociados y el uso de metodologías con base empírica para hacer seguimiento de los proyectos, asistir en la implementación y guiar la toma de decisiones, los países africanos pueden cubrir el trecho que va de los objetivos de las políticas a sus resultados.

Finalmente, asegurar una «transición verde» justa y sostenible sigue siendo la cuestión más urgente para África, el continente con mayor vulnerabilidad climática. Los países africanos necesitan 2,8 billones de dólares de aquí a 2030 para cumplir las metas de emisión fijadas por el Acuerdo de París (2015), pero el flujo anual de financiación climática que recibe África hoy apenas llega a 30 000 millones de dólares. Sin embargo, los gobiernos pueden y deben aprovechar las condiciones creadas por la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP27) celebrada en Egipto, en la que se tomó la decisión histórica de crear un fondo para «pérdidas y daños» destinado a ayudar a los países en desarrollo a mitigar los peores efectos del cambio climático. Esos recursos se pueden movilizar para invertir en medidas de adaptación y en energía renovable.

La dirigencia africana debe aprovechar este momento para acelerar la transición del continente a una economía descarbonizada. Durante este año que sin duda será trascendental para la acción climática, África puede y debe hacer grandes avances hacia un futuro más equitativo, sostenible y resiliente.

Landry Signé, Professor and Executive Director at the Thunderbird School of Global Management in Washington, DC, is a senior fellow at the Brookings Institution, a distinguished fellow at Stanford University, and Co-Chair of the World Economic Forum’s Regional Action Group for Africa. Traducción: Esteban Flamini.

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