Un año de pontificado

Por Juan Luis de León Azcárate, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto (EL CORREO DIGITAL, 04/07/06):

El papa Benedicto XVI realizará esta semana su primera visita a España con motivo del 'V Encuentro Mundial de las Familias' que se celebra en Valencia desde el pasado sábado y que finalizará el próximo domingo. A la opinión pública han trascendido más los apresurados intentos del Gobierno por conseguir una entrevista entre Zapatero y el Papa que los contenidos del programa de dicho encuentro. A nadie se le escapa que la visita llega en un momento delicado de las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia, motivado fundamentalmente por la cuestión del estatus académico de la asignatura de Religión asignado en la Ley Orgánica de Educación (LOE) y por la legalización del 'matrimonio homosexual'. Precisamente, esta última cuestión atañe de alguna manera al contenido del encuentro al que acude el Papa, que no es otro que el de la valoración y apoyo a la familia cristiana. No es casual que distintas plataformas homosexuales promuevan en Valencia actos paralelos al Encuentro Mundial de las Familias protestando por la visita del Papa y criticando, desde su perspectiva, la visión reduccionista y excluyente que la Iglesia católica tiene del concepto de familia. Será interesante ver cómo se desarrollan los acontecimientos.

Pero, ¿qué se puede decir de este nuevo Papa, aparentemente tan distinto a su predecesor Juan Pablo II, que apenas lleva poco más de un año de pontificado? Si bien quizá sea pronto para hacer una valoración rigurosa, quisiera reseñar algunos episodios acaecidos durante este breve período de tiempo que me han llamado la atención positivamente. Los señalo cronológicamente.

1- Su entrevista con el teólogo y profesor de Tübinga, Hans Küng (24-9-2005). La entrevista es importante y significativa porque Hans Küng, a causa principalmente de sus opiniones sobre la autoridad en la Iglesia, había sido apartado en 1979 de la docencia católica por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (presidida entonces por el cardenal Franjo Seper). Según la nota que emitió la Santa Sede, el encuentro fue amistoso y, dejando aparte cuestiones doctrinales, se trataron dos temas sobre los que últimamente trabaja Küng: la cuestión de la ética mundial y el diálogo de la razón de las ciencias naturales con la razón de la fe cristiana. El Papa se mostró de acuerdo con los temas emprendidos por Küng, y éste elogió los esfuerzos de aquél por favorecer el diálogo entre las religiones y el encuentro con los diferentes grupos sociales del mundo moderno. Este gesto de distensión permite dejar claro que Benedicto XVI es plenamente consciente de que ya no es el Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe y que sabe valorar la talla intelectual y esfuerzos de aquellos que, por distintos motivos, puedan ser críticos con la institución eclesial.

2- La publicación de la carta encíclica 'Deus Caritas est' (25-12-2005). Resulta muy relevante que su primera encíclica no trate directamente sobre cuestiones morales, institucionales o dogmáticas, sino que trate de explicar lo nuclear de la fe cristiana: que Dios es amor. No pocas veces a la Iglesia se le oye hablar más de cuestiones morales, en ocasiones discutibles o incomprensibles especialmente para los no creyentes, que de Dios mismo. La encíclica nos recuerda esta prioridad. Todo lo demás, deberá deducirse de esta feliz afirmación: Dios es amor. Cuando leí la encíclica me sorprendió su rigor intelectual, pero a la vez la sencillez pedagógica con la que fue escrita. Generalmente las encíclicas suelen citar casi exclusivamente la Biblia, los Santos Padres y los textos pontificios. Sin embargo, además de estas fuentes (la palabra de Dios y la tradición), Benedicto XVI cita, entre otros, a Nietzche, Virgilio, Aristóteles, Platón, Gassendi, Descartes, Salustio.... con los cuales parece querer dialogar desde la fe, pero también desde la razón. Un diálogo constructivo entre la fe y la razón que es necesario y prioritario para la Iglesia.

Junto a esto cabe destacar la valoración positiva que hace el Papa tanto del amor tradicionalmente considerado como posesivo ('eros') como del amor oblativo ('agapé'), ambos necesitados de complementariedad: «Si bien el eros inicialmente es sobre todo vehemente, ascendente -fascinación por la gran promesa de felicidad-, al aproximarse la persona al otro se planteará cada vez menos cuestiones sobre sí misma, para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará 'ser para' el otro. Así, el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza. Por otro lado, el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don» ('Deus Caritas est', 7). Esta valoración tan positiva de ambas formas de amor pocas veces ha sido tan explícita en la Iglesia como en esta ocasión.

3- El 19 de mayo de 2006 la Santa Sede hace pública la invitación al padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, a llevar «una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público». La invitación se debe a las acusaciones contra Maciel «por delitos reservados a la competencia exclusiva del Dicasterio». Delitos que todo el mundo sabe están relacionados con abusos sexuales a antiguos seminaristas. Si tenemos en cuenta que, en no pocas ocasiones, la Iglesia opta por esconder lo más posible los escándalos de algunos de sus miembros para evitar una imagen negativa de la institución, esta decisión aprobada por el Papa indica la dirección correcta a seguir: la Iglesia no puede ocultar ni dejar de afrontar sus propios errores o pecados, los suyos como institución o los de sus miembros. Y no importa la relevancia de la persona implicada. El respeto y buen trato debidos a ésta no pueden estar reñidos con la exigencia de una vida coherente con el cargo y responsabilidad que asume dentro de la Iglesia. Esta decisión, valiosa para la Iglesia, debería ser también un ejemplo para las instituciones civiles (pienso en algunos dirigentes políticos que mienten alevosamente, niegan en conferencias el derecho a vivir a los que no piensan como ellos, o han sido maltratadores de su pareja... pero siguen ocupando altos cargos en sus respectivos partidos).

4- Finalmente, quisiera destacar las palabras de Benedicto XVI en su reciente visita a Polonia, pronunciadas en el campo de concentración de Auschwitz: «En un lugar como éste faltan las palabras, en el fondo, sólo hay espacio para un atónito silencio, un silencio que es un grito interior hacia Dios: ¿por qué te callaste? ¿Por qué has querido tolerar todo esto?» (28-5-2006). Son palabras que indican duda, incertidumbre, sorpresa y pavor ante el horror humano y el aparente silencio de Dios... Con ellas, Benedicto XVI, al igual que el justo sufriente Job o el Jesús crucificado, nos recuerda que el creyente tiene derecho a la duda, a interpelar al mismo Dios..., actitudes éstas muy contrarias al que se siente poseedor de la verdad absoluta y conocedor de todos los designios divinos. Y esto, en un Papa, es muy significativo.

Mientras escribo estas líneas, sale a la luz el nombramiento de Tarcisio Vertone, arzobispo de Génova, como nuevo secretario de Estado. Este es el tercer nombramiento de Benedicto XVI para la Curia romana. Los otros dos elegidos, William Levada (prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe) e Ivan Dias (prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos), al igual que Vertone, eran reconocidos como buenos obispos en sus respectivas diócesis, San Francisco y Bombay. Ninguno de los tres era un diplomático de envergadura. Sus rasgos comunes son una alta cualificación intelectual y una eficiente y cercana labor pastoral, indicio de que Benedicto XVI prefiere más una Curia enfocada hacia las tareas evangelizadoras que a las cuestiones diplomáticas. Si se me permite la expresión, prefiere que la Iglesia sea eso, más Iglesia, y menos Estado pontificio.

Pero no hay que olvidar que hay sectores dentro de la misma Iglesia que piden algo más que gestos positivos como los mencionados. Que les gustaría que el trato de Benedicto XVI con Küng se extendiera al resto de teólogos 'disidentes', que las conclusiones de la Encíclica 'Deus Caritas est' propiciaran unas estructuras eclesiales menos jerárquicas y más democratizadoras, que la igualdad entre sexos se hiciera extensiva al sacerdocio de la mujer, que la moral de la Iglesia tuviera más en cuenta los avances antropológicos y científicos... Pero la verdad es que es casi imposible que un Papa propicie unos cambios tan radicales (y, según interpretaciones, discutibles) como éstos. En cualquier caso, por lo visto en este breve período de tiempo, Benedicto XVI dista mucho de ser el Papa inquisitorial e inflexible que no pocos temían. Es un buen comienzo.