Un año decisivo para las reformas financieras

Una extraña predicción para el año entrante: 2013 constituirá un hito para las reformas financieras. Es cierto, si bien la crisis financiera mundial estalló hace más de cuatro años y las reformas financieras Dodd-Frank entraron en vigor en Estados Unidos ya en 2010, el funcionamiento de Street no ha cambiado mucho –excepto por el aumento en el tamaño y poder de las mayores empresas. Sin embargo, hay motivos para esperar progresos reales durante el nuevo año.

La Reserva Federal estadounidense finalmente está cambiando su forma de pensar. En una serie de importantes discursos durante este otoño, el gobernador Dan Tarullo sostuvo que el problema de las instituciones financieras «demasiado grandes para caer» se mantiene. Debemos tomar medidas adicionales para reducir el nivel de riesgo sistémico –que incluyan límites al tamaño de nuestros bancos más grandes. Las noticias indican que la Fed ha comenzado a rechazar algunas fusiones bancarias.

Al mismo tiempo, la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC) de EE. UU. se ha convertido en un bastión de sensatez sobre las cuestiones relacionadas con el sector financiero. Esto es en parte porque la FDIC es la encargada de solucionar los problemas cuando las empresas del sector financiero fracasan. Sus funcionarios de mayor jerarquía tienen entonces fuertes incentivos para evitar que los riesgos se salgan de control y proteger así su fondo de seguros. La FDIC está mostrando liderazgo intelectual además de capacidades organizacionales –los discursos de su vicepresidente, Tom Hoenig, son de lectura obligatoria.

Wall Street contraataca, por supuesto. Pero las continuas series de escándalos que rodean a los megabancos mundiales dificultan mantener el semblante cuando los ejecutivos insisten en que nuestros mayores bancos deben conservar su escala y alcance actual. ¿Necesitamos que el HSBC facilite el lavado mundial de dinero? ¿Necesitamos que Barclays y UBS manipulen la LIBOR (una referencia clave para las tasas de interés en todo el mundo)? ¿Necesitamos aún mayores pérdidas por las lamentables operaciones bursátiles del JP Morgan Chase?

Los grupos de presión en favor de los bancos se están posicionando para argumentar que las nuevas facultades de resolución otorgadas por la ley Dodd-Frank han puesto fin al problema de las instituciones «demasiado grandes para caer»; podemos esperar que las relaciones públicas se dinamicen en esta dirección a principios del nuevo año. Pero el consenso en la última reunión del Comité de Asesoramiento para Resoluciones Sistémicas de la FDIC (del cual soy miembro) es que esta postura no debe considerarse seriamente. Con la ley Dodd-Frank posiblemente sea más fácil que antes para la FDIC ocuparse del fracaso de una única gran institución financiera. Pero, ¿qué pasaría si dos, tres o siete empresas tienen problemas al mismo tiempo?

La respuesta, como dio a entender en la reunión el expresidente de la Fed, Paul Volcker, es que volveríamos al punto de partida –al pánico y la parálisis de los mercados de crédito posteriores al colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008. De hecho, no es descabellado pensar que el sistema financiero estadounidense podría sufrir shocks importantes dentro de poco. La crisis de la deuda europea, por ejemplo, dista de estar resuelta. Una reestructuración significativa de la deuda soberana en esa región podría hacer caer a los bancos europeos y posiblemente dañar a los estadounidenses –y a las instituciones financieras en todo el mundo.

Mientras tanto, los problemas continúan en los bancos europeos y nos recuerdan duramente que las empresas muy apalancadas y con poco capital son increíblemente riesgosas. Y los fracasos regulatorios en Europa –pensemos, por ejemplo, en los Landesbanken alemanes– serán más visibles en los próximos meses. Crear una autoridad común de supervisión es inútil, a menos que pueda solucionar los problemas generados por los supervisores existentes. Y esas soluciones expondrán más la podredumbre en las operaciones bancarias actuales.

La necesidad de que los bancos se financien a sí mismos con más capital accionario y una deuda proporcionalmente menor estará en el centro de una de las principales publicaciones sobre economía de 2013. El libro de Anat Admati y Martin Hellwig The Bankers’ New Clothes: What’s Wrong with Banking and What to Do About it? (Las nuevas ropas de los banqueros. ¿Cuál es el problema de la banca y qué podemos hacer al respecto?) se publicará oficialmente en marzo, pero los principales bancos centrales ya han recibido copias por anticipado y las están estudiando cuidadosamente. En todas partes, los banqueros se apresurarán a leerlo antes que sus reguladores.

El camino hacia la crisis financiera y económica actual se basó en una atracción intelectual: tanto los reguladores como los académicos fueron cautivados por las finanzas modernas y sus métodos. Admati y Hellwig están a la vanguardia de la contrarrevolución: desafían frontalmente los grandes mitos de la banca.

¿Necesitamos que las instituciones financieras estén tan apalancadas (esto es, que mantengan niveles de deuda tan elevados en relación a su capital social)? No, sostienen. Si los bancos de todo tipo fuesen financiadas con más capital accionario, podrían amortiguar mejor las pérdidas. Tanto el capital accionario como la deuda emitidos por los bancos con una buena capitalización serían más seguros y, por lo tanto, más baratos.

Los banqueros desean mantener el elevado apalancamiento por un sencillo motivo: las garantías gubernamentales implícitas les permiten ganar cuando las cosas van bien y desentenderse cuando van mal. A diferencia de lo que sostienen los banqueros, este acuerdo no es bueno para la sociedad.

Admati y Hellwig se enfrentan a los banqueros y sus aliados sin ambages, basan sus argumentos en una lógica financiera profunda y, sin embargo, escriben para una audiencia amplia. Suceda lo que suceda en 2013, podemos estar seguros de que no ganarán el premio de Goldman Sachs al mejor libro de negocios del año.

Simon Johnson, a former chief economist of the IMF, is a professor at MIT Sloan, a senior fellow at the Peterson Institute for International Economics, and co-founder of a leading economics blog, The Baseline Scenario. He is the co-author, with James Kwak, of White House Burning: The Founding Fathers, Our National Debt, and Why It Matters to You. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

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