Un año después de Anoeta

Por Joseba Arregi, ex diputado del PNV (EL PERIÓDICO, 07/12/05):

Nos encontramos, más o menos, un año después de que Batasuna planteara su propuesta en el velódromo donostiarra de Anoeta. En ella apostaba por vías sólo políticas y proponía dos mesas para desatascar el problema que el terrorismo de ETA supone para la política vasca y española: una en la que ETA y el Gobierno español negocien la entrega de armas y la suerte de los presos. Y otra en la que los partidos políticos vascos acuerden el marco jurídico-político que asegure la convivencia en Euskadi.

¿Dónde estamos hoy? Partiendo de que pueda haber contactos y relaciones que desconocemos y que no se pueden valorar sin caer en el riesgo de especular con frivolidad, alguno puede decir que nos encontramos en la misma situación que hace un año. La apuesta parece que sigue en pie. Batasuna ha dado incluso algún paso más: ha afirmado que en la cuestión de la territorialidad --una solución que abarque a la Euskadi actual, a Navarra y a las provincias vascas de Francia-- admite tiempos y ritmos distintos.

El Gobierno español respondió con la resolución aprobada en el Congreso de los Diputados: el Estado no va a pagar nunca un precio político por la paz, por la desaparición de ETA. La política puede ayudar a esa desaparición. El mundo de Batasuna intentó interpretar la doble frase de la resolución colocándola en paralelo con las dos mesas que conforman su propuesta: el Estado no va a pagar ningún precio político a ETA en su negociación para entregar las armas. Pero en la mesa de partidos políticos se puede producir la ayuda política --alguna concesión-- para que ETA cese definitivamente en su violencia. Los analistas dicen que ETA y Batasuna pueden creer que ellos ya han dado los pasos iniciales necesarios: ningún atentado mortal en los últimos dos años, tregua parcial para los representantes de PP y PSOE, la propuesta de Anoeta apostando por las vías políticas y su asunción por ETA. Que ahora es el turno del Gobierno, y que no basta la resolución aprobada en el Congreso. Que debe haber más pasos, poniendo en suspenso la actuación del Estado de derecho: no perseguir a ETA, ni actuar contra el entorno de ETA desde la justicia, ningún macrojuicio, humanización del trato a los presos.

Por parte del Gobierno parece que se está a la espera de que ETA decrete la tregua, alguna forma de tregua más allá de lo conocido, para poder dar otros pasos: establecer contactos más formales dentro del marco fijado por el Congreso en la resolución aprobada.

En este horizonte la pregunta que plantear es hasta qué punto la ambigüedad calculada propia de todos estos procesos, de la que forma parte la resolución del Congreso junto con las propuestas que desde el Partido Socialista de Euskadi se van lanzando en torno a la posibilidad de una consulta popular, se haya convertido en un equívoco sin salida, si no lo ha sido desde el inicio: la consideración por parte del Gobierno de que la debilidad innegable en la que se encuentra ETA gracias a la política de los poderes del Estado en los últimos años, incluida la ilegalización de Batasuna, le obliga a apostar por las vías políticas sabiendo que no puede optar a ninguna recompensa política. Y la idea de ETA de que manteniendo la capacidad de amenazar con atentados puede vender aún cara, con precio político, su derrota.

Muchos se preguntan si al convencimiento generalizado en la sociedad vasca de que se ha acabado el mito de la imbatibilidad de ETA --lo que afecta sólo al cuándo de su desaparición-- se le puede añadir la convicción de que ETA va a conformarse con menos que el plan Ibarretxe.

Podemos estar, pues, inmersos en un parón, atascados. Lo cual no significa que todo siga igual que hace un año. La sociedad ha descontado ya prácticamente la desaparición de ETA. El plan Ibarretxe, y su proponente, el lendakari, recibieron un severo varapalo en las elecciones autonómicas. Euskadi no es Irlanda del Norte. La debilidad de ETA ha venido causada por la política del Estado --pacto por las libertades y contra el terrorismo, ilegalización de Batasuna--. Es preciso que se mantenga en lo sustancial para que ETA no decaiga en su voluntad de apostar por el camino político.

Esa política debe ser completada con la oferta de ayudar a salir del terrorismo, sin poner en peligro lo conseguido. Tarea complicada. Es importante que José Luis Rodríguez Zapatero tenga éxito. Sería un éxito del Estado. Para ello todos deben actuar desde la responsabilidad: plantear riesgos y preocupaciones es legítimo, pero desde la lealtad y con disposición a ayudar en lo que tanto necesitamos, la desaparición de ETA y la refundación del pacto estatutario. Sólo ETA gana con un Gobierno debilitado.