Un año nuevo de esperanza para los animales

Se dice con frecuencia que el progreso moral de una sociedad se puede juzgar por la forma en la que trata a sus miembros más débiles. Los chimpancés, de forma individual, son mucho más fuertes que los seres humanos; sin embargo, como especie podemos mantenerlos y en los hechos los mantenemos en cautiverio, y esencialmente desamparados, en zoológicos y laboratorios. De la misma forma, los animales que criamos para que se sirvan de alimento se encuentran sujetos al poder humano, entre ellos las cerdas que viven confinadas durante sus embarazos completos – cuatro meses por embarazo, dos embarazos por año – en jaulas que son demasiado estrechas, donde incluso no se pueden dar la vuelta.

En este sentido, el año 2013 tuvo un buen comienzo en Europa y Estados Unidos. El 1 de enero, una Directiva de la Unión Europea entró en vigor, la misma prohíbe el uso de jaulas individuales para cerdas a partir de la cuarta semana de embarazo hasta una semana antes de que la cerda dé a luz. Ahora, millones de cerdas obligatoriamente deben tener no solo la libertad elemental de poder darse la vuelta, sino que también podrán caminar. Tampoco se las puede mantener sobre piso de concreto, sin que se incluya paja u otro material que les permita satisfacer su instinto natural de escavar con sus hocicos. A finales de enero, 20 de los 27 Estados miembros de la UE cumplían con la Directiva en al menos un 90%, y la Comisión Europea se dispone a tomar medidas para garantizar su cumplimiento pleno.

Mientras tanto, en Estados Unidos, la campaña activa llevada a cabo por la Sociedad Protectora de Animales de los EE.UU. condujo a que cerca de 50 grandes compradores de carne de cerdo anuncien que van a eliminar gradualmente sus compras de carne de cerdo de proveedores que utilizan jaulas para cerdas. (Algunos, incluyendo a las empresas “Chipotle” y “Whole Foods”, ya no compran de los mencionados proveedores)

Aún así, Europa está mucho más avanzada que EE.UU. en lo que se refiere al bienestar de los animales de granja. Allí, la prohibición de las jaulas para cerdas es la continuación de los progresos alcanzados en cuanto a mejorar las formas más extremas de confinamiento animal.

Las jaulas individuales para terneros fueron las primeras en ser eliminadas, esto ocurrió en el año 2007. El año pasado, se prohibieron las jaulas en batería de forma estándar para gallinas ponedoras de huevos, de esta manera se garantizan condiciones algo mejores para cientos de millones de gallinas (aunque aún se las puede mantener en jaulas que limitan severamente su movimiento).

Las nuevas normativas son acuerdos que se fundamentan en el supuesto que indica que los europeos continuarán comiendo productos de origen animal y que ellos no quieren ver un fuerte aumento en el costo de sus alimentos. Por lo tanto, como era de esperar, los defensores del bienestar animal no están – ni tampoco debiesen estar – satisfechos, incluso si, tal como los dictámenes científicos y veterinarios de la Comisión Europea indican, las nuevas normas lleguen a reducir el sufrimiento animal.

Otra Directiva europea que entró en vigor el 1 de enero es la que prohíbe la investigación médica en chimpancés. Pasó desapercibida porque no hubo ninguna investigación médica europea utilizando chimpancés desde el año 2003. Durante los últimos 20 años, otros países también han dejado de utilizar chimpancés para la investigación médica; de hecho, sólo EE.UU. y Gabón continúan haciéndolo, siendo EE.UU., de lejos, el usuario más grande.

El mes pasado, los Institutos Nacionales de Salud (NHI, por su denominativo en inglés), que actúan como la agencia gubernamental de EE.UU. responsable de la investigación biomédica, aprobaron un informe que recomienda la cancelación de la mayoría de los proyectos financiados por NHI que involucran investigación biomédica invasiva en chimpancés. El informe también recomienda que la mayoría de los chimpancés que son de propiedad de o reciben apoyo de NIH deberían “jubilarse” del ámbito de la investigación y debería ser trasladados a santuarios.

Los NIH retendrán una sola colonia, que comprende a unos 50 chimpancés, y cualquier investigación realizada en estos simios tendrá que ser aprobada por un comité independiente, que incluirá a representantes públicos. El informe también recomienda requisitos especiales sobre cómo mantener a los chimpancés restantes: viviendas grupales que incluyan al menos siete miembros, que proporcionen un mínimo de 1.000 pies cuadrados por chimpancé, tengan espacio para trepar y donde ellos tengan oportunidades para buscar comida. La decisión de los NIH aún tiene que ser ratificada por el director, Francis Collins.

Considerando que existen miles de millones de animales quienes todavía llevan una vida miserable en granjas industriales, el logro de más espacio para las cerdas gestantes y la liberación de los laboratorios de algunos cientos de chimpancés puede considerarse como algo que no vale la pena celebrar. Pero si se considera dentro de una perspectiva más amplia, estos logros son dignos de celebración. Durante siglos, los seres humanos en los países industrializados han tratado a los animales como unidades de producción, y no como seres sensibles con un estatus moral que nos obliga a tomar en cuenta sus intereses. (En las sociedades más tradicionales, las relaciones entre los seres humanos y los animales han sido a menudo más cercanas, pero no siempre mejores para los animales.)

La lucha por liberar a los animales de la opresión es una campaña moral comparable a la lucha por acabar con la esclavitud humana. De hecho, esclavizar a los animales, con fines de utilizarlos como medios de trabajo y para ser consumidos como alimento, es un tema que se encuentra más profundamente enraizado y es más medular para nuestra forma de vida en comparación con lo que en algún momento lo fue la esclavitud de otros seres humanos. Con algunas excepciones aisladas y de corta duración – por ejemplo, en la India bajo el emperador Ashoka y en Japón durante el shogunato de Tokugawa Tsunayoshi – las leyes que protegen a los animales de la crueldad datan de hace menos de 200 años atrás.

Por lo tanto, está es una lucha que está destinada a ser larga. Sin embargo, si los logros obtenidos hasta ahora se ven aparentemente eclipsados por los errores que los seres humanos continúan cometiendo con respecto a los animales, podemos encontrar esperanza en el hecho de que, como muestran los progresos del mes de enero, el ritmo de cambio se está acelerando de manera perceptible.

Peter Singer, Professor of Bioethics at Princeton University and Laureate Professor at the University of Melbourne, is one of the world’s most prominent ethicists. He is the author of Practical Ethics and Animal Liberation: A New Ethics for Our Treatment of Animals. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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