Un buen proyecto para los estudiantes

¿Necesita nuestro sistema universitario un cambio? ¿El proceso de Bolonia es el cambio adecuado? Sobre la primera cuestión, no hay duda de que la respuesta debe ser afirmativa. El mundo se ha transformado mucho durante los últimos 30 años y el sistema universitario necesita un cambio profundo para dar respuesta a los nuevos retos. Sobre la segunda, la respuesta no es sencilla porque entre otras cosas, a veces se tiene la impresión de que existen diferentes miradas y, consecuentemente, diferentes interpretaciones del denominado Proceso de Bolonia. La declaración de Bolonia, aprobada hace nueve años, es muy clara sobre la meta final, la construcción de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) de calidad, construido desde el respeto a la diversidad de lenguas, culturas y sistemas educativos. No se trata de un espacio homogéneo, queremos una Europa diversa pero en la que nos podamos entender, con una estructura de estudios basada en tres ciclos (grado, máster y doctorado). Este proceso cuenta ya con la participación de 46 países europeos y muchos otros interesados en incorporarse a él. Su poder de atracción para países terceros es indiscutible.

En el curso académico 2008-2009 un número razonable de universidades españolas ofrecerá títulos de Grado adaptados al EEES. Por consiguiente, durante el próximo curso académico y los dos siguientes, todas las universidades contribuirán al cambio en la oferta educativa y se adaptarán al EEES. En este contexto, no pocas veces los jóvenes que piensan incorporarse a la universidad a corto y medio plazo preguntan a los profesores si el EEES va a ser positivo. Lo que hemos comprobado es que la mera respuesta afirmativa no les satisface. Nuestros jóvenes necesitan argumentos para estar seguros de que esta reforma va a mejorar verdaderamente su situación.

¿Cuáles son esas ventajas? En primer lugar, si se asume que uno de los elementos clave de la reforma, y probablemente el más importante, es la utilización del crédito ECTS o crédito europeo, el estudiante tendrá por primera vez un instrumento para medir su trabajo, incluyéndose en él las enseñanzas teóricas y prácticas, y otras actividades académicas dirigidas (por ejemplo: seminarios, tutorías, prácticas, trabajo final de Grado), con inclusión de las horas de estudio y otras tareas que el estudiante debe realizar para alcanzar los objetivos de cada una de las materias del correspondiente plan de estudios. En concreto, la incorporación del crédito europeo al sistema universitario español cuenta con múltiples ventajas, como: disminuir el protagonismo actual de la lección magistral, mayor implicación del alumno en su proceso de aprendizaje, más realismo en el contenido de las materias y, sobre todo, aumentar la utilización de los distintos métodos de enseñanza-aprendizaje.

En segundo lugar, el correcto desarrollo del EEES sienta las bases para que progresivamente los resultados del aprendizaje (lo que el estudiante debe conocer, entender y ser capaz de hacer tras la finalización de su proceso de formación en la universidad) tengan mucho más protagonismo que los contenidos concretos de las materias de los nuevos planes de estudios.

En tercer lugar, y vinculado a la anterior ventaja, es muy probable que la empleabilidad de nuestros graduados termine siendo significativamente mayor que ahora, lo que con seguridad no les disgustará. Es difícil negar que éste es uno de los aspectos que ha dado lugar a comentarios relacionados con lo que algunos llaman la mercantilización de la Universidad, de manera que los títulos responderían, sobre todo a las demandas de los empresarios. Lo cierto es que lo que se propone es que al establecer un título y su plan de estudios se mire hacia la sociedad y no sólo hacia la Universidad, que la formación adquirida les sitúe en mejores condiciones para acceder al empleo y/o para continuar los estudios de segundo y tercer ciclo, con una perspectiva de formación a lo largo de la vida.

En cuarto lugar, la especial relevancia que tiene en el EEES el aseguramiento de la calidad garantiza, más que ahora, que los nuevos planes de estudios (contemplados ahora como un contrato ente la sociedad y la universidad) que se ofrezcan en los próximos tres años académicos y en las próximas décadas, sean mejores que los actuales, lo que finalmente revertirá de forma muy positiva en la formación de los estudiantes. Esto es fundamental porque no debemos olvidar que la garantía de la calidad es un elemento esencial para crear la confianza mutua entre las instituciones de educación europeas de modo que el reconocimiento de títulos y periodos de estudio sea una realidad, lo que a su vez es una condición indispensable para impulsar la movilidad en el EEES.

Por último, el EEES sienta las bases para que los jóvenes universitarios de nuestro país disfruten de niveles de movilidad dentro de su universidad, al poder cambiar más fácilmente de estudios, dentro de España o incluso en Europa, nunca conocidos hasta ahora.

Ante la pregunta de si estas cinco ventajas señaladas se darán de forma inmediata, la respuesta debe ser no. Pero es evidente que cada curso los estudiantes irán notando mejoras muy apreciables en su proceso de aprendizaje. Además, también irán descubriendo que no se han cumplido los temores sobre la privatización y mercantilización de la universidad española. Temores totalmente infundados si tenemos en cuenta lo que está ocurriendo en el resto de los sistemas universitarios europeos donde ya se han graduado estudiantes en el marco del EEES. Además, en la Cumbre de Londres de mayo de 2007, los ministros se comprometieron a dar un impulso significativo a la dimensión social del proceso de construcción del EEES y, en ese sentido, reconocen la importancia de la educación superior como elemento de cohesión social y la necesidad de eliminar los obstáculos de tipo social o económico que impidan a los estudiantes acceder y finalizar sus estudios.

En definitiva, cuanto antes empecemos a poner en práctica las reformas para la construcción del EEES más colaborarán los estudiantes en la completa modernización de la universidad. La sociedad nos lo agradecerá y, además, la universidad será más atractiva para los jóvenes españoles y los del resto del mundo.

Guillermo Bernabéu, ex vicerrector de la Universidad de Alicante y miembro de la Comisión de Ciencia del Congreso, y Rafael Bonete, profesor de la Universidad de Salamanca y miembro del Grupo de Seguimiento del Proceso de Bolonia.