Un camino verificable al desarme nuclear

Un camino verificable al desarme nuclear

Mientras los funcionarios de Estados Unidos y Corea del Norte se preparan para la reunión cumbre del 12 de junio entre Donald Trump y Kim Jong-un, los expertos nucleares enfrentan una importante pregunta: si Kim se compromete a desmantelar su arsenal nuclear, ¿cómo puede el mundo comprobar que cumple sus promesas?

No hay dudas de que Corea del Norte plantea un desafío único al régimen de no proliferación nuclear; el contexto político para la promoción global del desarme es muy diferente. Sin embargo, los aspectos técnicos de verificar el desguace de una ojiva nuclear son los mismos en todas partes. Aunque todavía falta mucho para un consenso sobre cómo reducir los arsenales mundiales de armas nucleares, no es demasiado pronto para empezar a prepararnos para el día en el que haya que ocuparse de un desarme (en Corea del Norte u otros países).

Hace casi cuatro años que la Asociación Internacional para la Verificación del Desarme Nuclear (IPNDV, por la sigla en inglés) trabaja para mejorar el proceso de desmantelamiento de armas. Como copresidentes de una comisión de la IPNDV, los autores colaboramos con expertos de más de 25 países (con y sin armas nucleares) para desarrollar fórmulas, tecnologías y experiencia que ayuden en la implementación de futuros acuerdos de desarme.

En última instancia, el objetivo de la Asociación es resolver falencias en los procesos de supervisión y verificación de la eliminación de armas nucleares. Nuestro trabajo hasta ahora se centró en cuatro áreas principales.

En primer lugar, pese a que los acuerdos de control de armas estratégicas y los desarmes unilaterales existen hace décadas, la comunidad internacional todavía no tiene un método estandarizado para garantizar que un país que dice que se está desarmando no miente. Por ejemplo, tratados anteriores en las series SALT y START para la reducción de los arsenales de Estados Unidos y de la Unión Soviética o Rusia apuntaban a limitar la cantidad de ojivas nucleares desplegadas en bombarderos, misiles y submarinos. De modo que los inspectores verificaban los inventarios de esos sistemas de traslado, pero no las ojivas mismas. Esto sigue siendo una falencia importante que se volverá todavía más contenciosa conforme la cantidad de armas disminuya y aumente la necesidad de mejores procesos de verificación.

Además, el mundo necesita un conjunto más diversificado de “verificadores”, para crear confianza en el proceso de desarme. En el clímax de la Guerra Fría, la Unión Soviética y Estados Unidos eran las dos principales potencias nucleares, dueñas de la mayor parte de las 70 000 armas entonces en existencia. Hoy Rusia y Estados Unidos todavía poseen la inmensa mayoría de las 14 000 a 15 000 armas nucleares que hay en el mundo, pero el intento de reducir los arsenales se ha vuelto más complicado conforme creció la cantidad de estados con armas nucleares. En tercer lugar, con inventarios de armas nucleares que todavía son demasiado numerosos, un firme régimen de verificación puede ayudar a crear voluntad política para continuar la reducción. Cuantas menos armas haya, más importante será la verificación; y al acercarnos a cero, será absolutamente crucial.

Finalmente, como en las futuras negociaciones de desarme los gobiernos harán sin duda demandas relativas a la verificación, poder dar respuestas convincentes, respaldadas por evidencia técnica firme, será esencial para disipar el temor a engaños.

Desde la fundación de la IPNDV en diciembre de 2014, sus integrantes vienen explorando los aspectos técnicos más difíciles de la verificación del desguace de armas. Una cuestión clave que tratamos de resolver es la participación de los países que no tienen armas nucleares. Todavía seguimos trabajando en este tema, pero en esencia estamos desarrollando un sistema de “verificación a ciegas” mediante el cual países e inspectores que no puedan observar el desmantelamiento en forma directa tengan de todos modos garantías de que se lleva a cabo según los procedimientos acordados.

Otros desafíos en cuya solución estamos trabajando incluyen el seguimiento permanente de armas reemplazadas o reacondicionadas y la eliminación de falencias en la etapa de documentación del desguace. ¿Cómo garantizar que las herramientas de verificación cumplan los requisitos de seguridad contra accidentes y ataques de las instalaciones de armas nucleares? ¿Cómo hacer para que la verificación provea el alto nivel de confiabilidad que demandarán los estados conforme la cantidad de armas nucleares se aproxime a cero?

Nuestro trabajo no se da en un vacío. Cada cinco años, cuando los firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) se reúnen para revisar la efectividad del tratado, el avance en el desarme nuclear suele ser uno de los puntos débiles. Si bien las recomendaciones de la IPNDV nunca podrán sustituir a negociaciones que involucren a los estados nucleares, creemos que pueden mejorar las perspectivas de alcanzar el objetivo de desnuclearización global del TNP.

El desarme nuclear plantea muchos desafíos en materia de supervisión y verificación, pero la enorme magnitud de la tarea no es excusa para la inacción. En algún momento, los obstáculos políticos actuales cederán, y la desnuclearización volverá a avanzar. Cuando eso suceda, el mundo debe estar listo y contar con soluciones técnicas que permitan garantizar la credibilidad de las promesas de los países.

Piet de Klerk, a former Dutch ambassador to Jordan and chief negotiator for the 2014 Nuclear Security Summit in The Hague, is an adviser on arms control to the Netherlands’ Ministry of Foreign Affairs.
Robert Floyd is Director General of the Australian Safeguards and Non-Proliferation Office.
Traducción: Esteban Flamini.

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