Un decenio para el necesario progreso de África

Un decenio para el necesario progreso de África

Desde 2000, África registra tasas de crecimiento económico impresionantes, debidas en gran medida a los programas de ayuda al desarrollo y a un prolongado auge de los commodities. Pero estos índices (más allá de la gran diversidad de trayectorias socioeconómicas del continente) enmascaran en general la falta básica de transformación estructural.

Muchos países africanos todavía tienen que pasar por la clase de transformación que se necesita para un desarrollo socialmente inclusivo y ambientalmente sostenible a largo plazo: en concreto, la industrialización. Esta es un factor comprobado de diversificación económica, y ayuda a cultivar, fortalecer y sostener las condiciones necesarias para un proceso de crecimiento y desarrollo competitivo.

En las últimas décadas, algunos países en desarrollo (sobre todo en Asia) consiguieron industrializarse, pero en África los reiterados intentos han sido infructuosos. En 2014, la región de Asia y el Pacífico aportó un 44,6% del valor agregado industrial de todo el mundo, mientras que África apenas llegó al 1,6%. África subsahariana es la región menos industrializada del mundo (quitando a Sudáfrica, su único país industrializado).

Un desarrollo sostenible de los países africanos demanda que aumenten sustancialmente el peso de la industria (especialmente, la manufacturera) en la inversión, la producción y el comercio. Y hay que reconocerles que en su mayoría ya son conscientes de que esa transformación es necesaria para poder resolver una amplia gama de desafíos interconectados que enfrentan.

Uno de esos desafíos es el crecimiento poblacional. Más de la mitad de los 1200 millones de personas que habitan el continente tienen menos de 19 años de edad, y casi uno de cada cinco está entre los 15 y los 24. Cada año se suman a la fuerza laboral 12 millones de trabajadores nuevos, que necesitarán herramientas y habilidades para asegurarse futuros medios de vida. La industrialización es la clave para ayudar a la cada vez más numerosa población africana a hacer realidad el dividendo demográfico.

Otro desafío relacionado es la emigración. Muchos de los jóvenes más ambiciosos y emprendedores de África se unen al flujo de personas que emigran hacia el norte. Ningún país (menos aún en África) puede darse el lujo de perder tanto talento y potencial. Aunque la industrialización por sí sola no resolverá la crisis migratoria, sí puede encarar una de sus causas, mediante la creación de empleo en los países de origen.

Un tercer desafío es el cambio climático, que presiona especialmente a los países donde la agricultura sigue siendo la principal fuente de empleo. Para confrontar la amenaza, África debe desarrollar tecnologías verdes, adoptarlas y canalizar más inversiones hacia el uso eficiente de recursos y la energía limpia. Con inversiones adecuadas, los países africanos pueden reducir el costo del suministro de energía a áreas rurales y contribuir a la lucha global para reducir las emisiones y mitigar los efectos del cambio climático.

En síntesis, África debe industrializarse, y hacerlo en forma socialmente inclusiva y ambientalmente sostenible. Como la mayoría de los intentos anteriores de alcanzar un desarrollo sostenible en África fracasaron, es evidente la necesidad de cambiar de estrategia e iniciar un proceso amplio dirigido por los mismos países interesados que conduzca al aprovechamiento de los recursos financieros y no financieros, promueva la integración regional y fomente la cooperación entre los socios de África para el desarrollo.

Es así que la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el período 2016-2025 como Tercer Decenio del Desarrollo Industrial para África (DDIA III), un período durante el cual la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, que dirijo, liderará la adopción de la nueva estrategia de desarrollo sostenible antes descrita. La ONUDI promueve la movilización de recursos a través de acuerdos de cooperación, y ofrece a los países africanos la aplicación de un modelo comprobado: el Programa de Alianzas con Países (PAP).

Este programa ofrece a los países asistencia técnica, inversiones y asesoramiento en materia de políticas para ayudarlos a diseñar e implementar estrategias de industrialización. El programa se inició en 2014, y ya se aplica con éxito en dos países africanos (Etiopía y Senegal) y en Perú.

El PAP brinda un modelo de cooperación entre partes interesadas que puede adaptarse a la agenda de desarrollo nacional de cada país. Está pensado de modo de actuar en sinergia con las iniciativas de desarrollo que los gobiernos y sus socios ya tienen en marcha, canalizando fondos e inversiones adicionales hacia sectores con alto potencial de crecimiento importantes para la agenda de desarrollo industrial de cada gobierno. Los sectores prioritarios suelen elegirse por su potencial para generar empleo, inversiones y exportaciones, y según el acceso a las materias primas necesarias.

El PAP está pensado para maximizar el impacto de todos los programas y proyectos asociados relevantes para el desarrollo industrial. A tal fin resultan particularmente importantes los acuerdos de cooperación estratégica con instituciones financieras y el sector empresarial, ya que permitirán a los países africanos reunir recursos adicionales para las áreas de infraestructura, innovación, desarrollo de experiencia y nuevas tecnologías.

El objetivo de la ONUDI es que todos los países africanos adopten el PAP como modelo general, y estamos listos para ayudarlos en el progreso hacia un desarrollo industrial inclusivo y sostenible, tanto mientras dure el DDIA III cuanto después.

Li Yong is Director General of the United Nations Industrial Development Organization (UNIDO).

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