¿Un desafío feminista al gobierno de Benkirán? Análisis de la manifestación del 8 de marzo en Rabat

El pasado 8 de marzo confluyeron en Rabat miles de manifestantes con motivo de la celebración de la jornada internacional de los derechos de las mujeres. El baile de cifras entorno al volumen del acto fue considerable: 10.000 participantes según la agencia de noticias AFP, 20.000 según el ministerio del Interior, 60.000 según "Paridad y Democracia", el colectivo organizador del evento. Incluso las estimaciones más pesimistas no ocultan que se trata de una de las manifestaciones más multitudinarias desde las que convocó el Movimiento 20 de febrero (M20F) entre el invierno y el verano del 2011. Las organizadoras plantearon el acto como un llamamiento a la igualdad y como un reproche al Primer ministro Abdelilá Benkirán por la desidia con la que afronta la responsabilidad gubernamental de ejecutar las reformas constitucionales en materia de igualdad y paridad. ¿Podemos leer esta manifestación como un desafío feminista al gobierno del conservador Partido de la Justicia y el Desarrollo? Quizás sería ir demasiado lejos. Tres argumentos relativizan la carga feminista de esta contestación del 8 de marzo.

Un acto de oposición gubernamental

Casi toda la prensa marroquí ha destacado el carácter político de la manifestación, a nivel de participación y de discurso. Asociaciones históricas del feminismo marroquí y organizaciones de defensa de los derechos humanos y sindicales, aparecieron acompañadas por primeras figuras (masculinas, mayoritariamente) de los partidos de oposición. Personalidades políticas como Driss Lachgar (USFP), Hamit Chabat y Karim Ghellab (Istiqlal), que nunca se han significado por su consciencia feminista, o la alcaldesa de Marrakech Fatima Zahra Mansouri (PAM), encabezaban una manifestación en la que destacaron los llamados a la dimisión de Abdelilá Benkirán.

Esta postura antigubernamental se enmarca en una ristra de despropósitos que han enfrentado el Primer Ministro con el feminismo. En junio de 2014, Benkirán declaró ante el Parlamento que "las mujeres que trabajan no encuentran tiempo para dedicarse a los hijos y a la familia" y defendió la tesis de la complementariedad (frente a la de la igualdad) proclamando que "la mujer es el astro que ilumina el hogar". Pocos días después, unas 200 activistas feministas se manifestaron delante del Parlamento para exigir su dimisión. A partir de julio, esta reivindicación fue apoyada por un intento de judicialización del asunto, cuando 22 asociaciones presentaron un denuncia contra Benkirán, acusándolo de atentado contra la dignidad de las mujeres, difamación y discriminación. En febrero, Benkirán profetizó ante el Parlamento el fracaso de la marcha tradicional del 8 de marzo. Varias asociaciones feministas solicitaron entonces el apoyo político de los partidos de la oposición. La respuesta positiva de éstos, que se materializó en la creación del Colectivo Paridad y Democracia, debe leerse en primera instancia como un acto de oposición al partido gobernante.

Unas reivindicaciones con historia propia

Las manifestantes recordaban durante la marcha que las relaciones entre hombres y mujeres en Marruecos continúan marcadas por la desigualdad. Según cifras del Haut-Commissariat Au Plan (HCP), 45,7% de las mujeres marroquíes son analfabetas y casi un tercio (62,8%) es o ha sido víctima de violencia. Un fenómeno como el casamiento de menores parece tender al alza, con más de 30.000 casos anuales. No obstante, el blanco de las denuncias era el gobierno del PJD, supuestamente encargado de llevar a cabo las reformas vinculadas a las relaciones de género contenidas en la Constitución, como la creación de una instancia de fomento de la paridad. Es por la vía de las reivindicaciones de igualdad entre hombres y mujeres y de paridad, que el feminismo histórico marroquí hizo acto de presencia en el episodio de movilizaciones promovidas por el M20F en 2011. Esta tendencia del feminismo marroquí, políticamente dominante, se forjó durante los años 70 y 80, en el contexto de los "años de plomo" y experimentó un proceso de institucionalización a partir de 2000, con la llegada al poder de la histórica oposición socialdemócrata (1998) y con la victoria incontestable de 2004: la reforma del Código de la familia (Moudawana). Según la politóloga Houria Alami M'Chichi, el feminismo histórico no se sintió interpelado por la movilización popular que irrumpió en febrero de 2011, por tres razones fundamentales: la ausencia de reivindicaciones específicamente feministas, el peso de los islamistas en el M20F y el desfase generacional con el grueso de los activistas del M20F. En cambio, y a diferencia del M20F, el feminismo histórico sí que aceptó participar en las consultas del Comité de revisión de la constitución, creado por Mohamed VI en marzo de 2011 para aplacar la tensión social. Esta toma de posición se inserta en una práctica de conciliación y de negociación institucional dominante en el feminismo marroquí desde los años 2000. Las negociaciones permitieron que varias reivindicaciones feministas fueran integradas en la nueva Constitución. El texto proclama el compromiso del Reino de Marruecos a prohibir y a combatir toda forma de discriminación, siendo la de sexo la que encabeza la lista. La igualdad y la paridad aparecen como objetivo a alcanzar, pero no como principios constitucionales claros. De hecho, una de las primeras pruebas de fuego a esta nueva voluntad constitucional llegó de la mano de las elecciones legislativas de noviembre de 2011. Las mujeres de casi todos los partidos reivindicaron la organización de listas integradas únicamente por mujeres. Finalmente, la Cámara de los representantes impuso una lista nacional mixta, y sólo 3,75% de las mujeres candidatas concurrieron en las listas "normales" de los partidos. He aquí un elemento más para descodificar en términos antigubernamentales, mucho más que estrictamente feministas.

La ausencia de los feminismos alternativos

Un último argumento que permitiría relativizar el "desafío feminista" contenido en la manifestación del 8 de marzo es la ausencia de sectores alternativos del movimiento feminista marroquí. Según M'Chichi, las movilizaciones populares de 2011 visibilizaron la diversidad del feminismo en el país, que ya no se limitaba a la tendencia laica, liberal, y, en numerosas ocasiones, subordinada a los intereses de las organizaciones partidistas que le son cercanas. La presencia de actores islamistas en el M20F (de tendencia PJD, Adl wal Ihssan o salafista) ha favorecido la toma en consideración (mediática, social, académica) de un feminismo islámico, cuya existencia va más allá del ciclo de protesta de 2011. El feminismo islámico reprocha al feminismo histórico defender una concepción de la emancipación extranjera a la realidad marroquí (M'Chichi, 2014, 74). Al contrario, las feministas islámicas entienden no sólo luchar contra las discriminaciones de género a través de la exégesis religiosa, sino también contra el "imperialismo cultural" vehiculado por el universalismo del feminismo histórico. El carácter popular de las protestas animadas por el M20F favoreció la emergencia de discursos femeninos que reprochaban al feminismo histórico su ignorancia de los efectos de la dominación de clase, hasta el punto de ocultar la diversidad de las experiencias de las mujeres marroquíes. Esta ceguera habría llevado a la corriente histórica a convertirse en un feminismo de "clase" (media o superior). Más allá del análisis de M'Chichi, podríamos sumar a estos feminismos islámico y popular, un feminismo internacionalmente conectado, que llega de la mano de jóvenes activistas conocedoras de prácticas militantes en otros países. Ésta sería la vía de emergencia de iniciativas inéditas en Marruecos como Woman Choufouch. creado en 2012 para denunciar el acoso sexual en el espacio público. Woman Choufouch se inspira y adapta al contexto local los Slutwalks canadienses.

Estas expresiones feministas alternativas defienden su independencia con relación a los actores políticos existentes (incluso el feminismo islámico, cuyas expresiones más subversivas denuncian el conservadurismo del PJD). Son estas iniciativas, que se muestran atentas tanto a las reflexiones poscoloniales (reivindicación de la autonomía cultural) como a problemas concretos de la vida cotidiana (acoso callejero), las que en un futuro podrían abrir un potencial desafío feminista, pero no son, de momento, mayoritarias. La centralidad del feminismo dominante en la manifestación-ritual del 8 de marzo silenció a las demás expresiones alternativas. Fue un acto de oposición al gobierno que condenó a la invisibilidad a una parte del feminismo marroquí.

Montserrat Emperador Badimon, profesora titular de ciencia política Université Lumière-Lyon y coordinadora científica del proyecto SAHWA.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *