Por Loretta Napoleoni, economista italiana, autora de Insurgent Iraq: al-Zarqawi and the new generation, y de Yihad: cómo se financia el terrorismo en la nueva economía (EL PAÍS, 04/05/06):
Una vez más, el giro más reciente de la interminable saga de Al Qaeda ha tomado por sorpresa a Occidente. Presenta una renovada y aterradora alianza entre Osama Bin Laden y Abu Musab al Zarqaui. Ahora está claro que ambos hombres están unidos. Para los miembros y simpatizantes de su lucha, gente dispersa por todo el mundo, las palabras Bin Laden y Al Zarqaui son las notas y los versos de una mortal canción a dúo interpretada por los ejemplos indiscutibles del alqaedismo, la ideología antiimperialista nacida de las cenizas de Al Qaeda
Esta inesperada muestra de lealtad llega después de un periodo de seis meses de fuertes críticas al incesante uso por parte de Al Zarqaui de las misiones suicidas en Irak. Al menos esto es lo que los expertos en terrorismo occidentales han estado debatiendo, los políticos predicando, los medios difundiendo y los servicios secretos investigando. Esta creencia ha estado respaldada por mensajes de Ayman al Zauahri, cartas de Maqdisi (mentor espiritual de Al Zarqaui), discursos de Abu Qatada desde la prisión de Belmarsh en Inglaterra, y declaraciones oficiales utilizadas para distanciarse de los ataques de Al Zarqaui contra los chiíes en Irak. Por último, aunque no menos importante, hace dos semanas llegó una noticia del hijo del jeque Abdula Azam (cofundador, con Bin Laden, de Al Qaeda) que reveló que Al Zarqaui había sido degradado del cargo de emir de Al Qaeda en Irak a comandante militar de la insurgencia iraquí.
La incapacidad occidental para interpretar el lenguaje yihadista, para dominar su jerga y romper el código de Al Qaeda proviene de la negativa de nuestros líderes a aceptar que la revolución yihadista está guiada por la política. Éste es un punto ciego en la estrategia antiterrorista que enturbia el hecho y la ficción. Mientras nos aferremos a esta actitud, la saga de Al Qaeda seguirá superándonos. Mientras creemos escenarios imaginarios y creamos en ellos, con o sin la ayuda de personas situadas en los márgenes de los movimientos yihadistas, nuestra lucha está condenada. Paradójicamente, el vídeo de Abu Musab al Zarqaui proporciona varias claves para descifrar el código de información yihadista. Si lo interpretamos adecuadamente, podremos predecir el siguiente movimiento. La promesa de lealtad del Zorro yihadista a Osama Bin Laden confirma la unidad del nuevo ejército muyahidin internacional, una red de personas laxamente conectadas entre sí. En este mensaje, Al Zarqaui acepta la categoría de líder político del saudí y parece conformarse con el papel de comandante en jefe de la insurgencia iraquí. El momento elegido para los dos vídeos, emitidos con una diferencia de 48 horas (pero que probablemente se prepararon a un tiempo), no es más que la confirmación de que Bin Laden aprueba toda la conducta de Al Zarqaui en Irak. Lejos de criticarle, le apoya. Por consiguiente, a lo que nos enfrentamos hoy no es a un movimiento internacional plagado de luchas internas, sino a un frente unido y compacto.
Las funciones dentro del liderazgo están perfectamente claras, al igual que el lenguaje. Mientras que Bin Laden, el líder espiritual y político, habla con Occidente y esboza la estrategia internacional de los nuevos muyahidin contra los cruzados cristianos y sionistas, Al Zarqaui, el comandante en jefe en Irak, se dirige a las masas musulmanas -entre las cuales recluta a sus combatientes- y presenta su plan de acción en Irak. Por tanto, los dos vídeos deberían considerarse el manifiesto revolucionario de la siguiente fase de la lucha yihadista, una lucha mundial con dos frentes convergentes, uno en Irak y el otro en el resto del mundo. Si prescindimos de la retórica, lo que queda es la estrategia yihadista al desnudo para los próximos tiempos; un plan de acción que presentan los dos iconos, el líder político y el militar, usando dos lenguajes distintos (uno para Occidente y otro para Oriente). Osama Bin Laden condena el ostracismo de Hamás dentro de la pesadilla palestina, menciona medidas concretas; en resumen, habla de política. Al Zarqaui, su compañero de canto, hace referencia al territorio que va de Bagdad a El Cairo, desde el Éufrates hasta el Nilo; es lo que los fundamentalistas cristianos denominan "el gran Israel". Es el área que Bush quiere remodelar con ayuda de sus aliados, dice Al Zarqaui. El territorio que él y sus seguidores defenderán hasta "que se derrame la sangre de nuestras venas".
Bin Laden hace referencia a Egipto y Sudán, y enumera los impedimentos políticos en estos países para la victoria del movimiento yihadista revolucionario. Aísla hábilmente la responsabilidad de los "opresores" occidentales y la de sus aliados musulmanes. El mensaje está claro: no habrá paz en Oriente y en Occidente mientras esta situación dure. Al Zarqaui, usando la experiencia iraquí, recuerda a los musulmanes cuáles son los enemigos internos. Para derrotarlos, el modelo a seguir es el iraquí. Éste es el mensaje implícito que contienen ambos vídeos. Así, mientras que el 11-S es el anteproyecto de los ataques suicidas en Oriente y en Occidente, la insurgencia iraquí es el anteproyecto de la revolución en el mundo musulmán. Ambos modelos están destinados a destruir a los "cruzados". Ésta es una palabra clave que identifica la naturaleza del enemigo. Los cruzados ya no son cristianos ni judíos, como se especifica en el mensaje histórico de Bin Laden que condujo a los atentados contra Estados Unidos; hoy, los musulmanes también pueden pertenecer a este grupo infame. Por consiguiente, Al Zarqaui acusa específicamente de cruzados a los kurdos, a los suníes liberales o laicos y a los chiíes.
¿Cómo interpretar estos mensajes cifrados? La referencia de Al Zarqaui a la definición más amplia de cruzados llama a una nueva oleada de ataques contra las fuerzas de la Coalición y contra objetivos occidentales en Irak. El ataque contra el contingente italiano en Nasiriya parece confirmar esta interpretación. Tras más de un año en el que los seguidores de Al Zarqaui han centrado su batalla contra los chiíes, las tropas extranjeras son nuevamente un objetivo primordial. Al respaldar el mensaje emitido por Bin Laden en enero, el líder de Al Qaeda en Irak recordó a los iraquíes que Occidente respaldaba la oferta de tregua de Bin Laden para reconstruir Irak y Afganistán; en concreto, declaró que los occidentales serían castigados y que no debía haber misericordia para ellos. El que el nuevo gobierno italiano vaya a retirar las tropas de Irak carece de relevancia. Los soldados muertos en Nasiriya son la prueba de que Italia y los italianos siguen siendo enemigos. El vídeo de Bin Laden contiene un mensaje igual de inflexible: no habrá misericordia con Occidente. Su propósito es desatar una nueva oleada de misiones suicidas para estimular el efecto de emulación entre los musulmanes occidentales. El código de Al Qaeda para la siguiente fase es un plan para un futuro más sombrío y mortal que lo que hemos visto hasta hoy, un plan tramado por unos líderes fuertes y unidos. Confirma que las misiones suicidas son el arma más importante de los yihadistas y que nuestro verano estará de nuevo teñido de sangre inocente.