Un ejemplo de compromiso social

Conocí a Marcelino hace ya muchos años. En contra de lo que pueda parecer, mis relaciones personales con él, han sido buenas. Si en más de una ocasión hemos tenido desencuentros, estos jamás fueron personales, sino que correspondían a las diferentes prácticas de nuestros sindicatos sobre políticas de negociación, de consenso y de una cierta concurrencia en la ya evidente bipolaridad sindical, CC OO-UGT.

Su persona está ligada para siempre a la de su sindicato CC OO y con él al conjunto del movimiento sindical, a sus avances, a sus logros, a veces conseguidos con sacrificios, con hechos luctuosos que forman parte de la historia sindical de la que Marcelino fue uno de sus protagonistas.

La personalidad, yo diría la singularidad, de Marcelino, es que reconociendo su compromiso partidario, la fidelidad a su partido, es fundamentalmente desde su compromiso sindical, desde el que ha llegado a ser una referencia para una parte importante de la izquierda sociológica. De una izquierda que ha visto en Camacho un ejemplo de compromiso social, de capacidad de sacrificio y de anteponer los intereses generales de los trabajadores a cualquier otra consideración, incluidos sus intereses personales.

En todos estos años, jamás le oí quejarse de las pequeñas miserias que salpican una vida como la de él y que solo se pueden superar en aras de una vocación política al servicio de los demás. Y en ese sentido, siempre ha demostrado una profunda coherencia política, en el mismo grado que una valentía personal.

Por ello, en estos tiempos de incertidumbre ideológica, cuando se diluyen las señas de identidad y con ello las referencias políticas, uno no puede dejar de reconocer la coherencia de personas que, como Marcelino Camacho, jamás abjuró de sus ideas y siempre ha sido consecuente con ellas.

Marcelino, con su sindicato, CC OO y su partido, PCE, fueron factores sustanciales en el duro batallar para la consecución de una España democrática y una Constitución con un fuerte contenido social.

Con Marcelino, con CC OO, formamos parte de plataformas convergentes democráticas, participamos en las negociaciones de la Comisión de los 10, previa reunión llegamos al acuerdo de presentar conjuntamente la legalización de los sindicatos, manteniendo la unidad de acción que dio lugar a la constitución de la Coordinadora de Organizaciones Sindicales, participamos conjuntamente en las grandes movilizaciones sindicales del primer semestre de 1976, en Asturias, Madrid, Barcelona, Valencia, País Vasco, en la huelga general de noviembre de ese mismo año; factores que, bajo mi punto de vista, facilitaron en gran medida la transición política y con ella una Constitución de perfiles democráticos y sociales.

La transición democrática resultaría incomprensible si no se tuviera en cuenta el destacado papel jugado por el movimiento sindical, del que CC OO, liderada por Marcelino Camacho, formaba parte.

Recuerdo de manera especial la naturalidad con la que se desenvolvía Marcelino en aquel entorno ceremonioso, teatral, consustancial a estos actos, el día que le nombraron doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Su intervención sobre El trabajo ha hecho al ser humano social y la magnífica presentación que hizo de él Vázquez Montalbán. Desgraciadamente cuando la Universidad de Cádiz le distinguió con el mismo honor, Marcelino ya no pudo asistir.

Mi relación con Marcelino ha sido en estos últimos años, una relación, digamos, intermitente. Encuentros en diversos actos, conversaciones telefónicas en los que el vínculo se establecía por el tratamiento de temas sociales y políticos y a veces sobre nuestros respectivos estados de salud, etcétera. Uno deja de ser joven el día que le hacen el primer homenaje.

Últimamente, he seguido con especial preocupación el deterioro de su estado de salud, siendo testigo de la entrega cariñosa de Josefina y de sus hijos, a los que desde aquí manifiesto mi más profunda condolencia.

Nicolás Redondo Urbieta, secretario general de la Unión General de Trabajadores entre 1971 y 1994.